innocence ♡ y.m.

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Yoongi's Pov 🐻

Desperté y me encontré al enano en mi cama durmiendo. De repente ví que estaba babeando mi almohada de McQueen.

—¡Hey mocoso no te pases! —se la quité y ví como su cabeza caía y rebotaba a la cama. Abracé mi almohada y luego la lancé lejos al darme cuenta que el morro la había babeado.

Pinche Jimin.

—Mh... Hyung... Buenos días —dijo abriendo los ojos.

—Si buenos días. Pero ¿quién te dijo que usaras mi almohada de Makuin?

—P-perdone Hyung... —dijo tallándose los ojos.

Se ve tan malditamente infantil.

—Oye niño. ¿Cuántos años tienes?

—Estoy por cumplir 13 hyung... —después de sonreír soltó un pequeño bostezo.

—Eres muy pequeño niño, tan inmaduro.  —reí.

—¿Y usted cuántos tiene Hyung?

—Tengo 19.

—Está muy grande —rió.

🌚

—Sí y ¿sabes que más es grande? —le pregunté con una sonrisa pervertida.

—N-no... ¿Qué cosa?

—Mi p—fui interrumpido por una puerta que se abrió rápidamente.

—Bajen a comer niños —dijo el señor Park.

Me levanté y me puse mis pantuflas cuando siento que me toman la mano.

—Hyung... ¿Dónde está el baño?

Su mano estaba cálida. Oh por dios estoy sintiendo cosas por este niño que jamás pensé sentirlas.

No Yoongi, no lo hagas.

Lo que hay en ti no dejes ver, buen vato tú siempre debes ser...

Me solté de su agarre y sacudí mis manos.

—Sigueme niño.

El enano me siguió al baño y me comencé a lavar las manos. El niño también quería pero por su estatura no alcanzaba.

—Hyung.. ¿me puede cargar?

Suspiré y asentí, lo cargué y el se lavó las manos. Después lo bajé y se tropezó.

—¡Auch! Ay... —dijo sobándose la cabeza, ya que al levantarse se golpeó con el lavabo.

—Ten cuidado Sullivan. 

Bajamos a la cocina y había tostadas. Almorzamos y después nos fuimos a cambiar.

El niño se cambió en el baño ya que no lo dejé entrar a mi cuarto, obviamente.

Después me llamó.

— ¡Hyung! —dijo gritando desde el baño.

—¿Que quieres? —le respondí.

—¿P-puede venir, hyung?

Suspiré de nuevo.

Caminé hasta el baño y abrí la puerta, encontrándome con un Jimin en una pequeña toalla.

Lo miré fijamente, observando cada parte de su cuerpo. Joder, para ser un puberto tiene unas hermosas piernas.

—Uhm, Hyung... No puedo abrir la llave. ¿Me ayuda?

—¿Te vas a bañar? —el asintió y yo rodé los ojos.

Le abrí la llave y salí del baño rápidamente.

Cuando bajé a la sala mi madre me dio otra de sus absurdas noticias.

—Oye... Yoongi. Nos iremos de Luna de miel por dos semanas... ¿Podrías quedarte a cuidar a Jimin?

—Si jefa, ¿alguna otra noticia estúpida que debe decirme?

Ella bufó y salió con el Señor Park hacia el supermercado, yo subí las escaleras para ver si Jimin estaba cambiado.

—Oye Jimin... —dije abriendo la puerta de mi cuarto.

Y ahí estaba Jimin, desnudo.

—DISCULPA JIMIN, OLVIDÉ QUE ESTABAS...

—P-pensé que podía cambiarme en su cuarto, Hyung —dijo, cubriendo su cuerpo con una toalla.

—¡Por lo menos ponle llave a la puerta! Por dios, Jimin...

No podía moverme de ahí aunque quisiera, de alguna forma, quería quedarme.

De repente Jimin se sonrojó y desvió la mirada.

—Y-yo... Sólo venía a decirte que tu papá y mi jefa salieron, no vayas a irte de la casa.

—Para nada Hyung, ¿Por qué le dice jefa a su mami?

Me le quedé viendo por unos instantes y el negó rápidamente mientras se ponía su ropa interior.

—Cámbiate niño, si tienes hambre sólo háblame.

Volví a la sala y me dormí en el sillón.

💫

—Hyung —decía esa voz irritante.

Comenzó a sacudir mi brazo levemente.

—¡Hyung! —alzó un poco la voz.

"No voy a despertar, idiota."

—H-hyung... Despierta...

Me sacudía del brazo más fuerte y rápido.

—Hyung...

—¡¿Qué quieres maldito inútil?! —le grité levantándome del sillón.

—¡Yoongi, ese vocabulario! —dijo la jefa enojada, al parecer habían regresado de las compras.

—Entonces... ¿Qué se te ofrece, pequeño príncipe angelical?  —le dije en un tono lindo, sarcásticamente. Jimin se ruborizó y yo rodé los ojos.

—Ya nos vamos —El señor Park tomó unas maletas y me miró seriamente.

—Bien, pues adiós.

Mi madre se subió al auto del señor Park felizmente y antes de irse, éste se me acercó.

—Cuida bien a mi hijo, ¿oíste? —dijo con una mirada amenazante.—Si le haces algo te rajaré la yugular.

—Sí sargento —dije llevando una mano a mi frente como un soldado. El mayor rodó los ojos y se fue hacia su auto.

Ahora sólo me queda estar dos semanas con el Jimin, espero que no sea difícil.