Epílogo.

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Hacía un día realmente hermoso. El cielo estaba azul, el sol brillaba y había mucha felicidad en el aire. Era el primer día de clases. Rara vez se ven caras felices cuando inician la temporada lectiva, pero se podían ver las sonrisas de los y las estudiantes. Muchos de ellos y ellas no se veían hacía meses.

Los niños y las niñas se alistaban para ir a clases. Desayunaban y luego se iban. Algunos estaban, normalmente, decepcionados por la entrada a clases; pero allí iban dirigiéndose a estudiar. Entre ellos estaba un pequeño de cabello negro. "Las vacaciones se acabaron", le dijo su madre.

- No olvides tu almuerzo. -le dijo su madre al terminar de lavarse los dientes. El niño refunfuñando asintió. Ella volteó a ver a su hija que estaba nerviosa por su primer día de clases.- No te sientas nerviosa. Estoy segura que tendrás muchas aventuras y harás nuevos amigos.

- Es que todos dicen que soy rara. -dijo ella en un pequeño sollozo mientras se le escapa una lágrima detrás de sus lentes.

- No te preocupes. Tu lees libros, lo que te hace una niña inteligente como tu madre. -dijo su padre mientras bajaba por las escaleras.- Buenos días, cariño. -dice mientras besa a su esposa en la frente.

- Buenos días. -respondió ella con las mejillas rojas. Aún después de tantos años de relación él siempre tenía ese efecto en ella.

- ¿Ya nos podemos ir? Mientras más rápido nos vayamos, más rápido regresaremos. -dice el pequeño con recelo.

- ¿Quieren vayamos con ustedes? -preguntó su madre con un tono preocupado en su voz.

- No. Vamos a estar bien.

- De acuerdo. -responde ella.- Hija, recuerda llevar tu libro favorito. Ya encontrarás a alguien quien tenga los mismos gustos que tu.

- Recuerda ser tu misma. -recalca su padre en un consejo.

Sus palabras resuenan en la cabeza de la pequeña, y toma la mano de su hermano mayor para irse a la escuela juntos. Los padres los observan caminar tomados de la mano mientras se marchan. El padre abraza por la cintura a su esposa, se acerca a su cuello besándolo suavemente y luego susurra algo en su oído.

- Les irá bien, al igual que a nosotros. Me siento feliz de tenerte a mi lado, de haberte encontrado por fin. Ustedes son los mejor que me ha pasado en la vida.

- Yo también estoy feliz de tenerte en mi vida. Fue difícil, pero por fin estamos juntos.

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Los niños al llegar a la escuela, se separan. La pequeña estuvo dando vueltas por toda la escuela buscando su clase hasta que dio con un profesor que le indicó cual era su clase. Casualmente era su profesor durante su primer año. Cuando entró a su clase miró a sus compañeros y compañeras que conversaban entre ellos y ellas; encontró un asiento vacío cerca de la ventana y se dirigió a el. Los y las estudiantes a ver al profesor tomaron asiento.

- Lo siento, lo siento. Sé que llego tarde, pero aquí estoy. -dice el niño agitado de tanto correr.

- No hay problema, apenas vamos a empezar pero que no se vuelva a repetir. -el niño asintió y tomó asiento en el pupitre vacío junto a la niña de lentes.- Buenos días, yo seré su profesor durante este año lectivo. Mi nombre es Ishida Uryuu.

Mientras el profesor hablaba, el niño aprovechó de hacer amigos y comenzó a hablarle a la pequeña a su lado con el cabello trenzado de color naranja.

- Hola, soy Zanguetsu.

- Yo soy Sode Kurosaki. -dice con la mirada tímida y las mejillas rojas.

- Un gusto Sode. Sabes creo que llegaremos a ser grandes amigos.

El pequeño le ofrece su mano como símbolo de saludo y ella la acepta con timidez.

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Al final del día el hermano mayor de Sode la dejó sola para ir con sus amigos a comer helado, así que su nuevo amigo se ofreció a acompañarla a su casa. Ella tocó la puerta y su padre abrió, la miró con una sonrisa en su rostro. Luego sus ojos se posaron los del pequeño que la acompañaba.

- Y, ¿este pequeño de aquí? -dice con una mirada intimidante.

- Mucho gusto señor. Soy Zanguetsu, el nuevo amigo de Sode. -dice con una gran sonrisa.- Decidí acompañarla porque su hermano se fue con sus amigos y no quería dejarla irse sola a casa.

- Yo soy Ichigo Kurosaki, pero para ti soy el señor Kurosaki. Hiciste muy bien. Gracias por traerla a casa.

- Fue un placer. Nos vemos mañana en la escuela, Sode. -dice despidiéndose de ella con una mano arriba mientras corre hasta su casa.

- Y, ¿mamá? -pregunta la pequeña.

- Trabajando, volverá en un par de horas.

- Y, ¿tú qué haces? -pregunta con curiosidad.

- Escribiendo un nuevo libro.

- Me gustan tus libros, papá. ¿De qué trata este?

- Es sobre una princesa poco particular. Es fuerte e independiente. Tiene el poder que congelar todo a su paso, el villano quiere su poder pero ella es más fuerte que él.

- Quisiera ser como ella. -dice Sode con timidez.

- Estoy seguro que lo serás algún día. -dijo mientras veía la foto de su esposa con él, el día de su boda con una media sonrisa en su rostro.

 -dijo mientras veía la foto de su esposa con él, el día de su boda con una media sonrisa en su rostro

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Así será.

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Y llegamos al final oficial de esta historia. Espero que les haya gustado y la hayan disfrutado tanto como yo.

Quería agradecerles por su colaboración y por haber leído este fanfic, muchas gracias por todo.

Enserio, no tengo palabras para agradecerles.

Ya saben, tengo más historias y pueden pasarse a ver qué les gusta.

Espero encontrarles en alguna de ellas.

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La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora