La Princesa de Hielo

Una Carrera a la Sociedad de la Nieve, parte 2

- Yamamoto. Es bueno verte. -dijo Yuhabach con tono de burla.

- ¿Porque tengo que hacer una cita para verte, Yuhabach? Somos socios, no soy uno de tus perros falderos que hacen lo que les ordenas cuando lo deseas.

- Cuidado con tus palabras... -dijo Bazz-B irritado, hacercandose a él para detenerlo.

- Jajaja -comenzó a reír Yuhabach- ¿Quién te crees que eres para decirme qué hacer y que no?

- ¿Quién te crees tú que eres? -replicó Yamamoto enfadado.

- ¿Yo? Yo soy el único y verdadero Rey.

- ¡Tu no eres más que un fanfarrón! -dijo Yamamoto con más ímpetu.

- ¿Fanfarrón? Jajajajajaja -Yuhabach ríe con más fuerza y de pronto se puso serio.- Yo lo tengo todo. El castillo. Las Sociedades de mi lado. Y esta noche tendré más poder que cualquier otro. Y ¿tú? ¿Qué tienes? -se levanta de su trono, se dirige hacia su "socio" y comienza a caminar alrededor de él.- Nada. -dijo en su oído. Su tono de voz hizo que Yamamoto se estremeciera.

- Tengo a mi ejército.

- Ya no más. Ellos saben a quién deberle devoción. Al más poderoso. Tú no eres más que un anciano débil y sin futuro.

- ¡Yo soy el rey de la Sociedad del Fuego! -dijo entre gritos.- ¡Tengo tanto poder como tú, Yuhabach!

Sus palabras hicieron que Yuhabach comenzara a reír fuertemente hasta que le salieron lágrimas por los ojos. Yamamoto lo observaba atentamente y desconcertado, no tenía idea de lo que estaba sucediendo.

- ¿Tú crees que los otros líderes de las sociedades están vivos para reclamar su posición? ¿Tú crees que tienes más poder que yo? Pues te equivocas. Haré lo mismo que hice con los demás: los engañé ofreciéndoles riquezas y poder; me gané su absoluta confianza y poco a poco los destruí.

Yamamoto sudaba por cada palabra que escucha decir a Yuhabach. Le daba terror, pero no quería aceptarlo. Le daba coraje el echo de que él también fue un estúpido por dejarse engañar por un maniático. Yuhabach continuó.

- Lo que hice fue que coloque a unos ineptos en su lugar para hacer de cuentas de que yo no existía, durante años. Durante años estuve oculto en la sombras observando cómo cambiaba el mundo, veía como se destruía solo. Realizaba rituales constantemente, sacrificando vidas inocentes, para salvar la mía, y recuperar lo que es mío. Y, ¿tú, vienes aquí reclamando un poder que no te pertenece? Y yo soy el demente. Jajajajaja.

Yamamoto no deseaba escuchar más y desenfundó su espada y con su guardia en alto se preparó para lo peor. Este movimiento hizo que los guardias que estaban alrededor sacaran sus armas también. Esa charla no le estaba gustando por el camino al que estaba yendo. Cada vez más se arrepentía de haber hecho un trato con ese monstruo y peor aún, de desafiarlo.

- Como un estúpido, te metiste en la boca del lobo. Pero ya no podrás salir de él. Al menos no con vida. Jajaja. Ya saben qué hacer. -dijo mientras se retiraba de la habitación.- Y por favor limpien al terminar, jajajajajaja...

Mientras su voz desaparecía en silencio de la habitación, los guardias comenzaron a abalanzarse sobre el que alguna vez fue su líder. Cada uno de ellos sentía un rencor hacia Yamamoto por cómo los trataba por el simple hecho de que él tenía poder sobre ellos, así que cada uno disfruto el hacerlo sufrir.

Eran 6 contra uno, pero ellos no fueron suficientes para el ex-linder Yamamoto. Así que Bazz-B decidió formar parte de la batalla, que ya tenía su resolución escrita desde antes. Ambos combatieron a muerte.

Al final Bazz-B salió de la habitación con su ropa, su rostro y su arma ensangrentadas. Y se dirigió a informar a su rey lo sucedido.

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Por otro lado Ichigo y los demás seguían su camino hacia la Sociedad de la Nieve. No tuvieron ningún obstáculo durante su largo camino. Para calmar el silencio hablaron sobre cómo es ese lugar, ya que Ichigo no lo conocía. Hablaron sobre Yuhabach, el rey Byakuya, y sobre todo de Rukia.

- Así que Rukia tiene un poder tan grande. -dijo Ichigo mientras corría al lado del General Hitsugaya.

- Yo soy su guardián desde hace años, aunque no lo parezca. -dijo él con su mismo rostro serio de siempre.- Soy la mano derecha del rey Byakuya. Por eso me confió esta responsabilidad, cuidar de su hermana. Y fallé. Fallé al rey, fallé a la Sociedad de la Nieve, a la princesa Rukia... -hizo una breve pausa y continuó.- Y a mí.

- Rukia es fuerte, pero no debemos dejar que explote su poder oculto o todo se saldrá de control.

- ¿Más de lo que ya está? -dijo Renji sin pensar.

- Rukia será una situación sumamente incontrolable. Congelará todo a su paso y ahí sí, estaremos en problemas.

"Rukia. No te preocupes. Yo te rescataré "

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Hashwalth se acercó a la puerta de la habitación de Yuhabach. La tocó con sus nudillos y se oyó algo por dentro. Él entró y encontró a Yuhabach tendido en su cama.

La habitación en la que estaba, era la misma que el antiguo rey, el padre de Byakuya y de Rukia. Lo hacía por burla y afirmar que él había ganado. La habitación estaba oscura debido a que las cortinas estaban cerradas, pero se notaba una débil y escasa luz y calidez proviniendo de afuera.

El ambiente estaba frío, era obvio que estaba anocheciendo. Hashwalth notó una ráfaga de viento y pensó que su estaría más cómodo y caliente si encendía la chimenea.

Así que fue a poner unos trozos de leña que había cerca de la chimenea dentro de ella, derramo un poco de aceite sobre la leña, cogió unas cerillas, las encendió y las lanzó dentro para encender el fuego.

Al hacerlo, las llamas crecieron considerablemente y luego se calmaron. Luego Hashwalth se acercó a la cama de su amo y noto que estaba muy diferente de antes.

No se veía como todos los días, el hombre prepotente y fuerte que siempre se mostraba frente a los demás. No. Se veía débil, pálido, enfermo.

- ¿Cómo se siente, Majestad? -preguntó Hashwalth con todo el respeto que le tenía.

- Como todos los días, mi querido y fiel Hashwalth. Enfermo. Ahora sí es definitivo. Estoy muriendo. -hizo una pausa para tocar un poco, se tapo la boca con una servilleta, cuando terminó la miro y había sangre sobre ella.- ¿Cómo está nuestra invitada de honor?

- En su habitación, Majestad. Encerrada como usted lo ordenó.

- Perfecto. Debemos apurarnos, la sangre que robe de las víctimas no durará mucho tiempo en mi organismo. Necesito extraer la Flor del Invierno de su diminuto cuerpo y absorberlo lo más pronto posible. Además necesito una cantidad considerable de sangre, pero debe ser de la misma sangre. Es por ello que debo beber la sangre de ambos hermanos para completar el ritual.

- Tiene usted razón, Majestad.

- Comenzaremos con ese arrogante de Byakuya. Hay que aprovechar que está débil. Hashwalth, mientras descanso, por favor haz los preparativos para esta noche. No quiero que nadie me moleste, solo quiero que tú me avises cuando todo esté listo. Ahora vete, quiero descansar, no puedo mostrarle al mundo mi debilidad.

- Como usted ordene, Majestad.

...

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