Huele a cenizas encendidas, y un ave fénix vuelve a renacer. Destruye el castillo o detente al verlo caer.
No importa si las rodillas te fallan o si el miedo te atrapa, la adrenalina en el momento será la ley y tú espada.
En la fuerza del grito o en la inmensidad de la oscuridad, de esta batalla debemos ganar. Con alas rotas o vuelo de metal, seremos el fuego que nadie podrá apagar.
Somos un pueblo con sed de justicia que quiere venganza para el que quiere mal.
No importa el cansancio o lo lejos del mar, cuando no unimos la carga menos será.
En pié y con la fuerza de un huracán, que no quiere dejar rastro después de su pasar. Arriba y bien alto, todos debemos procurar que el tirano agónico nuestras voces no pueda callar.
No importa el tamaño, tampoco tú edad, sí luchamos por lo mismo la vida hermanos nos volverá.
Con temple y sin rencor pero con memoria, para quien daños causó. Oh justicia se tu madre piadosa y defiende a un pueblo que te invoca. Rugiendo con alma de animal herido y arañazos para jamás dejarlo al olvido.
Que está luchando no tenga tregua siempre y cuando quiera volver otra vez el tirano en su caballo marchito a pisar terrenos fértiles para que se pudran con su pasar por allí.
Ese estúpido tirano contaminante hasta de nuestro aire, que cree tener aires de grandeza y moral suficiente para hablar, con bufones que le aplauden cada una de sus respuestas sin base ni clamor.
Es mejor ser rebeldes, luchar por lo que se quiere, aunque la vida se nos quede en ese lapso de tiempo, las escrituras estarán ahí para recordar lo que algún día hicimos.
No dejemos que el tirano de papel, nos lleve la contraria a lo que en verdad es, vender ilusiones a un pueblo cansado no es la respuesta que todos esperamos, ahora yo te pregunto:
¿Qué haces tú para derrocar al tirano de papel?