III. Maldición

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Esa fría mañana todo parecía normal en aquél lugar, era obvio ver a las personas ir y venir corriendo de un lado a otro con seriedad y firmeza en sus labores, Otabek se sentía un poco intimidado ante aquél ajetreo, no sabía cómo ni en qué momento ...

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Esa fría mañana todo parecía normal en aquél lugar, era obvio ver a las personas ir y venir corriendo de un lado a otro con seriedad y firmeza en sus labores, Otabek se sentía un poco intimidado ante aquél ajetreo, no sabía cómo ni en qué momento había terminado allí. Ese día estuvo relativamente desocupado y su estadía en Rusia aún no terminaba, por lo que decidió ir a visitar a Victor pues se habían hecho buenos compañeros y el experimentado patinador le había dado algunos consejos con respecto a su desempeño y su técnica, lo consideraba un buen amigo, Victor siempre era amable y muy alegre y, aunque no estaba acostumbrado a tener a alguien con quien hablar, se sentía cómodo teniendo la presencia del ruso.

—Puede pasar— dijo una mujer joven sin mostrarle mucho interés —le recomiendo ser paciente, el doctor vendrá en un momento— la enfermera se dio la vuelta sin decir más, dejándolo solo en la habitación.

Victor, demonios... pensó para sí, no podía siquiera imaginar a su amigo, no sabía qué esperar, ni siquiera imaginaba que el mayor pudiera ser capaz de algo así.

Las cosas habían pasado muy rápido, Otabek había llegado al departamento de su amigo sin aviso previo, esperaba no molestar porque ya había tocado el timbre un par de veces sin recibir respuesta. Se había preocupado un poco al escuchar los ladridos del can que estaba tras la puerta, Otabek le hablaba a Maccachin esperando que se tranquilizara y le decía que Victor volvería pronto, pero el can no dejaba de ladrar desesperado, Otabek pensó que quizás algo había sucedido por lo que, sin pensar, de una patada abrió la puerta y corrió tras el perro al intuir que algo malo sucedía. Lo encontró tirado en el suelo de su habitación, le gritó pero el mayor no respondía, no daba signo alguno de vida; este sólo recordaba el momento en que subió a la ambulancia y estar repentinamente sentado en la sala de espera sin ningún tipo de información hasta que aquella mujer llegó.

El sonido de una llamada lo sacó de sus pensamientos, ni siquiera vio la pantalla de su celular para ver quién lo requería.

— ¿Otabek? — dijo una voz conocida al otro lado de la línea —Otabek, ¿pasa algo?

Otabek había olvidado que al entrar al hospital había llamado insistentemente a su rubio amigo para informarle sobre lo sucedido.

—Yuri, lo siento... — no sabía qué decir, fue lo único y lo primero que pensó, no tenía idea de cómo informarle que su compañero de pista y amigo estaba casi muerto en un hospital.

—... Beka idiota, dime, ¿qué sucede? — el rubio parecía tranquilo, no comprendía lo que el moreno decía pero sabía que si Otabek lo había llamado tan insistentemente era por algo importante —suéltalo, ¿estás bien?, ¿tanto me extrañas que dejaste 14 llamadas perdidas por mí?— rió un poco y esperó una respuesta — ¿Beka?

—Yura, lo siento— repitió —lo encontré tirado en su habitación, tuve que romper la puerta de su departamento y no me quedó otra opción que dejar a Maccachin con un vecino, lo siento Yura.

Otabek esperaba una respuesta, quizás un insulto o un regaño, lo que sea, pero simplemente no escuchó nada.

— ¿Yuri?, ¿sigues allí? Ven, por favor —dijo sin más, estaba consternado por lo sucedido y sabía que Yuri estaba igual o peor que él, por eso lo había llamado, además sabía que Victor era muy importante para el rubio y tarde o temprano debía enterarse de todo.

—Otabek... ¿está vivo?

Esa respuesta había golpeado su pecho, no sabría qué cara podía tener su rubio amigo, no podía imaginarla.

—Sí, aún lo está, por favor debes venir y quizá si te escucha despierte, no hay muchas esperanzas.

Terminó la llamada al indicarle el hospital en el que se encontraban.

Esa día había sido largo, Yuri llegó unos minutos después de terminada la llamada, Otabek le había informado sobre la situación y habían quedado en hablarle a Yakov, pues era el único familiar –si podía llamársele así- cercano que Victor tenía, también habían fijado turnos para no dejar a Victor solo ni un sólo segundo, la noche era larga por lo que charlaron un momento. Yuri se negó a irse y obligó a Otabek a tomar un descanso y a cambiarse de ropa.

Al cabo de una una semana Victor no mostraba mejora alguna, Otabek le insistió a Yuri en ir a descansar pues el rubio llevaba varios días sin ir a su departamento y a penas había dormiro, el rubio bufó molesto y maldijo muchas veces pero Otabek no cambiaba de opinión, el menor sabía que sería imposible no hacerle caso a su amigo por lo que al fin se dio por vencido y dijo que volvería en un par de horas.

Eran alrededor de las dos de la tarde y todo parecía tranquilo. Otabek encendió el pequeño televisor que se encontraba en la habitación, puso volumen bajo para no molestar a su amigo; llevaba un buen rato viendo un canal de deportes en donde justamente hacían una recapitulación de la temporada y escuchaba a los comentaristas con la repetición de los programas, de repente vio un movimiento en la cama que tenía frente a él, se apresuró y se acercó a hablar con Victor tomándole la mano.

—Victor, tranquilo, todo está bien— dijo sin pensar mucho en qué decir, no sabía cómo debía reaccionar ante aquella frustrante y dura situación. — ¡Enfermera! — gritó desesperado al ver a su amigo despertar — ¡Enfermera, maldición!  

  — Calma Victor, todo está bien, no te esfuerces —  dijo dirigiéndose de nuevo al mayor, intentando evitar que este se sentara, sin tener mucho éxito.

—No, no está bien, ¿acaso estoy maldito? — cuestionó en un susurro, más para sí mismo que para el moreno que le tomaba la mano —debí morir, ¿por qué no pude morir?, ¿acaso estoy maldito?

Otabek quedó estupefacto ante la declaración del mayor, pensaba que aquél accidente quizá había sido sólo un error –quería creer que lo era- pero la declaración de su amigo dolió y mucho, pues este nunca parecía tener problemas con nadie, mucho menos consigo mismo.

—No digas eso, no estás maldito, Victor— dijo en un susurro acariciando la mano de su amigo —no te esfuerces, intenta descansar— lo tomó recostándolo de nuevo en la cama —Llamaré a Yuri, te sentirás mejor cuando él venga, no te esfuerces e intenta descansar.

—Gracias... Beka... Perdona por ser tan estúpido pero yo sólo... —sus palabras se congelaron y las lágrimas empezaron a caer por su rostro vacío y decepcionado —yo sólo quería mor...

Otabek lo interrumpió con un abrazo, sentía que si lo dejaba seguir se desplomaría al ver a un Victor tan vulnerable mientras que él siempre había pensado que aquél hombre que ahora estaba en cama era un hombre fuerte y luchador.

—Todo estará bien, ya lo verás, nosotros te ayudaremos.

___

Y bueno, tardó un poco más de lo esperado, lamento la tardanza y siento si está algo flojo, prometo mejorar la próxima vez. Estoy un poco cansado y no tenía mucha inspiración pero tampoco quería dejar de actualizar.

Me gustaría saber si les está gustando o no, si necesito mejorar. 

Opinen, opinen, no sean tímidos. Dejen el síndrome de Yuri xD

Sin más que decir, Eris mode off

Sasha |YOI| [Victuri] ||En Pausa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora