/Sempiterno (I)/

1.7K 56 18
                                    

Entre toda aquella gente que iba y venía, que esperaba, huía, viajaba o llegaba, entre todas las despedidas y los reencuentros, la vi a ella. Elettra Lamborghini. Tan preciosa como siempre. Tan inoportuna o todo lo contrario. Tan inesperada. Tan ella. Me estaba mirando, me había visto primero. Y cuando nuestros ojos se encontraron no tengo ni idea de lo que vi en los suyos. 

La sensación que me invadió entonces solo consigo describirla como extracorpórea, me quedé paralizada y nos vi a nosotras desde fuera, entre tanta gente, como personajes de una película. Me vi envuelta en un giro de guión con el que no había contado y al observar la escena me di cuenta de que yo, que creía llevar las riendas de este rodaje, en realidad no controlaba nada. En ese instante no controlaba ni mi respiración. 

Inspira. Expira. No puede ser tan complicado, Álex. 

Cuando me volví a sentir dueña de mi cuerpo conseguí sonreirle timidamente y al ver que Elettra me devolvía una pequeña sonrisa me moví para acercarme más a ella. Sus ojos no se desprendieron de los míos pero me seguía constando interpretar qué emoción predominaba en ellos. Me parecieron más grises que nunca, pero un gris claro, como si el cielo se estuviese debatiendo entre el sol y la tormenta. Eso no me sorprendió, ya había entendido hacía tiempo que podíamos provocar la calma o el caos con mucha facilidad en la otra y con una fina línea de separación entre ambos estados ¡Cuánto habría pagado por saber qué pasaba por su cabeza en ese momento!¡Cuánto habría pagado porque la mía se estabilizase un poco! Cuando estuve lo suficientemente cerca iba a decir algo, no sé el qué, pero se me adelantó. 

- Alexandra García... 

- Elettra Lamborghini... 

Me acerqué aún más para darle un abrazo y noté su suspiro en mi hombro. Nos quedamos unos segundos así, como si el DVD se hubiese rallado y se hubiese parado en la mejor escena ¡Joder, y tanto que era la mejor escena...! Había echado de menos sus brazos, el calor de su cuerpo pegado al mío, su olor... Si alguien presenció el momento en directo debió alucinar. Igual la que estaba alucinando era yo y este era solo otro sueño de los míos, de los nuestros. Acerqué más mi cara a su cuello para grabar ese olor en mi mente y cuando notó mi respiración sobre él se alejó de golpe, como si le hubiesen activado un resorte. No pude culparla, igual me estaba pasando de confianzas y probablemente el abrazo ya estaba durando demasiado. Si por mí fuera me habría quedado entre sus brazos más tiempo, en paz. Pero en el fondo sabía que era también una forma de retrasar el verla cara a cara y tener que iniciar una conversación. 

Estaba preciosa. Llevaba el pelo liso, suelto,  un top negro, unos vaqueros del mismo color y una gabardina roja. Con un toque de maquillaje pero muy ligero. Bonita, sencilla, como siempre. Aunque su carácter fuese de todo menos sencillo. 

- ¿A dónde vas? - le pregunté por fin - ¿O de dónde vienes? 

- Voy a Londres - contestó sonriendo. 

- ¿A grabar lo de la MTV? 

Afirmó con la cabeza y por algún motivo noté que apartaba la mirada. 

 - He hecho... ¿cómo se dice? Bueno que vengo de Italia y mi avión sale en dos horas. Estoy esperando. 

La notaba nerviosa pero no sabría decir si se alegraba o no de verme. Me preguntó que a dónde iba yo y le contesté no sin antes reírme ante la ironía. 

- A Italia, a Nápoles. 

- Vaya... 

Pues sí. Ella se iba y yo llegaba, siempre igual nosotras, siempre distinta cara de la misma moneda. Volvió a apartar la mirada y se giró para ver su alrededor, casi como si buscase a alguien pero preferí no decir nada por si metía la pata. Le expliqué que también tenía casi dos horas antes de mi vuelo, había venido con tiempo, y le propuse tomar un café mientras esperábamos. Noté que la duda más allá de su cabeza temblaba por todo su cuerpo pero accedió con timidez y nos dirigimos al primer sitio que encontramos. Mientras yo me acercaba a la barra a pedir algo para las dos ella fue cogiendo una mesa. Y notaba su mirada clavada en mí todo el rato, siguiendo mis movimientos como lo había hecho tantas veces en Gran Hermano, solo que entonces yo no la veía y ahora en cambio era consciente de muchas cosas. Otras, probablemente, aún se me escapaban. 

Incendios de nieve (Blumettra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora