CAPÍTULO TRES

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—¡Por un demonio, Kathren! ¡¿En qué maldita mierda estabas pensando cuando golpeaste a Abraham?!

Al dejarle mi hermoso puño en su magnífico rostro me fui del lugar, mi hermano se partió en risas y papá corrió en su ayuda llamando a nuestros mejores médicos. Nada pasó a mayores, pero aun así lo que más me había encabronado fueron esas palabras de mi padre.

Sonó como una orden, una horrible orden la cual yo simplemente me niego a cumplir, es decir, es bonito, bueno, bonito no. Hermoso, pero eso no me basta para yo ir y tirarme en sus brazos. ¡Me gusta Thomas y debo respetarlo! Además, Abraham es un engreído, vanidoso, el cual cree que el mundo y las mujeres giran a su alrededor.

—No puedes obligarme —le miro desafiante—. ¡No puedes meterme a un hombre por los ojos! ¡Ni siquiera me has preguntado si me gusta! —tomo aire para así poder reprimir mis lágrimas— ¡Ni siquiera me preguntaste los motivos por los cuales le golpeé!

—¡No me grites, maldita sea! —Ren se levanta del trono y me toma bruscamente por los hombros— ¡Está en juego el tratado de paz con Reino Unido!

Como puedo me deshago de su agarre y le miro muy enojada. A él siempre le han importado otras cosas pero nunca sus hijos. Papá toma aire, su mirada se ablanda un poco y me toma ésta vez con delicadeza por los hombros.

—Mañana escribirás un e-mail disculpándote con el príncipe Abraham —abro la boca para protestar—. No quiero ni un jodido pero, Kathren Monic.


**


20 de Enero, 2014.


Sus labios recorren mi cuello, depositando cortos y húmedos besos sobre éste. Mis manos se aferran a sus hombros con fuerza. De mi cuello, sube a mis labios presionando los suyos y mordiendo mi piel con fuerza, demostrando su dominio sobre mí. Jadeo sintiendo sus manos posarse sobre mis muslos para así levantarme y enredar mis piernas en su cadera.

Yo solo puedo cerrar mis ojos y dejarme llevar por el momento, sabiendo aún que perfectamente eso está mal.

—Te extrañé tanto, Kathren —su ronca y sensual voz me excita aún más, sumándole a eso su magnífico acento español—. Necesito —un gemido se escapa de mis labios al sentir como me embiste aun estando con sus jeans—... Necesito estar contigo.

Mi cabeza solo da vueltas. Sus caricias y besos me encantan. Ni siquiera puedo hablar.

—Yo —jadeo al sentir sus dientes clavando suavemente la piel de mi hombro derecho—... También te extrañé, Thomas.

Despierto agitada y con una pequeña capa de sudor en mi cuerpo. Tengo ya varias semanas soñando el mismo recuerdo de finales del año pasado. Mi mente lo revive una y otra vez. Tomo mi celular de la mesa de noche y me fijo en la hora.

"7:30 Am"

Elena vendrá a levantarme en treinta minutos.

Decido recostarme nuevamente sobre la cama y mirar a mi techo lleno de estrellas ficticias. Thomas y yo mantenemos algo, aunque no sé decir si es una relación pero estoy cien por ciento segura de que así es. Sonrío al recordar sus labios sobre los míos y sus caricias sobre mi piel. Me gusta desde los inicios de mi adolescencia, claro que... No me gusta más que Abraham.

Thomas de Borbón, Príncipe de Austrias.

—Kathie —giro mi rostro al ver a Elena. Yizen, el tiempo vuela—. Oh, veo que ya estás despierta, cariño.

La Obsesión del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora