CAPÍTULO DIECINUEVE

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19.

15 de Julio, 2014.

—¿Elena?

—Kathren —frunzo levemente mi ceño al escuchar su voz.

—¿Co-Como estás, cariño?

—¿Has estado llorando?

— Eso no interesa, me interesa más saber de ti. ¿Qué tal estás, mi niña? ¿Bien?

—¡Elena! ¡Hablo en serio! —la línea se queda en silencio por unos segundos hasta que comienzo a escuchar sus pequeños sollozos. Sé cuándo llora, sé cuándo miente. La conozco tan bien e incluso la conozco más que a mi propio padre— ¿Estás bien?

—No, no estoy para nada bien —sorbe su nariz—. Han pasado cosas con tu padre, con Seymour y más importante, algo me carcome por dentro, un secreto que he guardado por veinte años no me deja vivir más. Temo... Temo que me odies, temo que mi pequeño Ethan me odie y... y... —sus sollozos se hacen un poco más fuertes, al igual que su llanto.

—Oye, sabes que te amo ¿No? —escucho un pequeño y suave sí—. Te amo como si fueras mi madre, sabes muchas cosas de mí, siempre has estado ahí para mí y lo más importante es que me amas como si yo fuera tu propia hija. Elena, yo nunca podría odiarte por más que lo quisiera y ahora te amo mucho más por ser esa pequeña chispa de felicidad en la vida de mi padre.

—Me odiarás, cariño.

—Claro que no. Por favor confía en mí, Elena.

—Bien —sorbe su nariz para luego emitir un suspiro—. Hace veinte años, yo tuve un bebé. Me oculté por un tiempo en casa de mi madre en Dinamarca para evitarme preguntas sobre su padre—. ¿Un bebé? ¡Claro! Por eso ella se ausentó un tiempo del Palacio.

—¿Entonces tú estabas casada?

—No, cariño. Yo nunca me casé, nunca me casé con alguna otra persona porque siempre he vivido amando a un hombre. Un hombre el cual me usó, me mintió y me quitó a mi hijo para dárselo a su esposa; y criarlo como suyo —mis labios comienzan a sentirse secos y paso mi lengua sobre estos, ansiosa. Puedo escuchar claramente los latidos de mi corazón rugir fuertemente contra mi pecho—. Ese hombre se merece mi odio, pero por desgracia lo sigo amando como si fuera la primera vez.

—No te detengas, aquí estoy.

—Yo soy la madre de Ethan.



**

Me sirvo un poco más de vino en la copa y le doy un gran sorbo para así cerrar mis ojos degustando el delicioso sabor de la uva añeja. Abro poco a poco mis ojos deleitándome con el hermoso cielo estrellado de Songovia. Estoy molesta, estoy muy molesta con mi padre. No sólo enamoró a Elena, él la engañó diciéndole que ambos se casarían y vivirían felices, pero no, él prefirió casarse con mi madre y dejar a Elena por una mujer de sangre azul.

»Tu madre luego de tu nacimiento cambió. Ya no era dulce y comenzó a refugiarse en la bebida. Ren se fue a mis brazos y yo... Siendo una total masoquista no lo detuve y lo consolé. Aquella noche juró que me amaba, pero al día siguiente volvió a ser el hombre amoroso por su esposa. Nuevamente me había engañado, pero esa vez, esa vez me dejó algo tan hermoso que no dudé en cuidarlo y amarlo como mío. Ethan era totalmente mío. Siempre quise hijos, linda. Y era una total felicidad tener un bebé del amor de mi vida, de mi amor secreto, de tu padre.

»Katherine comenzó a enloquecer. Ella muchas veces me afirmó en mi propia cara ser la amante de tu padre, nunca me defendí ya que en cierta parte no mentía. No podía evitar sentirme como la mierda misma, pero, en el fondo mi felicidad cada vez crecía más al sentir y ver crecer a mi pequeño amor. Tu madre no se había percatado de que ella también estaba embarazada, nunca presentó síntomas hasta que ella misma se dio cuenta, pero eso no la detuvo, ella comenzó a beber sin control a pesar de estar embarazada y de llevar un pequeño fruto en su vientre. Ambos niños nacieron el mismo día en países diferentes, pero la diferencia es que solo uno había nacido vivo.

La Obsesión del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora