CAPÍTULO DOS

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—Parece que deberán quedarse a dormir aquí por la gran tormenta, Alteza —mi padre le muestra una sonrisa cómplice al Príncipe Charles mientras ve por la ventana la lluvia caep.

Por casualidades del bendito tiempo, Dios y la Madre Naturaleza de la nada comenzó a llover a cántaros y tanto el Príncipe de Gales como su hijo acosador deben quedarse a dormir aquí.

—Qué bonito —susurro con sarcasmo.

—¿Qué dijo, princesa? —mi rostro se enrojece hasta el punto del calor al escuchar a Charles de Gales.

—P-pues que es muy bonito que se queden, Alteza. Así podemos com-compartir más el Príncipe Abraham y yo —murmuro bastante avergonzada. Mi padre ríe por lo bajo mientras que mi hermano suelta un gruñido.

—¡Oh, eso me parece una magnífica idea! —agrega Charles con mucho entusiasmo.

—Me gustaría conocer el Palacio, mi Rey. Ahora que la princesa Kathren habla de tiempo para compartir, lo veo oportuno —Abraham le sonríe amablemente a mi padre— ¿Podría? —elevo mi mirada y me encuentro con esos orbes ámbar viéndome fijamente.

Ah, Yizenings.

—¿Por qué no conmigo? —Ethan interviene rápidamente—. Debemos conocernos, Alteza. Ya que seremos... Cuñados —mi hermano dijo "Cuñados" de tan mala gana que papá entorna su mirada oscura hacia él con desdén.

—Sí, eso lo sé muy bien —Abraham se encoje de hombros—, pero mil perdones, príncipe Ethan. Yo no quiero estar con usted. Ni siquiera me agrada.

Ouch.

—Pero, padre-... —mi hermano es interrumpido por Charles.

—Alteza, entiendo su interés por conocer al futuro esposo de su hermana —Charles coloca su mano sobre el hombro de mi hermano—, pero, creo que ellos necesitan conocerse aún más porque son los que vivirán bajo el mismo techo ¿No lo cree?

—S-sí, tiene razón —mi hermano baja la mirada.

—Entonces —Abraham se levanta con una gran sonrisa y me ofrece su mano—... ¿Nos vamos, Alteza.



**

—¿Cómo te diviertes aquí?

Volteo a ver a Abraham el cual me mira con una sonrisa bonita.

Yizenings, me derrites.

—Técnicamente aquí nunca hay diversión —me encojo de hombros fingiendo indiferencia—. Papá es muy amargado... Quizás sea la edad.

—Mi abuela es muy divertida, a pesar de su edad... Bueno, al menos con sus nietos —él ríe y mira fijamente una de las enormes puertas— ¿Qué hay hacia allá?

—¿Uhm? —miro hacia donde señala— El Salón del Trono.

Abro las puertas y sonrío al ver esas preciosas sillas. Desde niña he amado éste lugar, siempre que Ethan y yo veníamos a jugar Elena nos cantaba una que otra leyenda en canción.

Las paredes están pintadas de vinotinto, en todo el medio de salón está una gran alfombra del mismo color y con bordes dorados. Un gran candelero de cristal cuelga del techo y para agregarle belleza al lugar dos enormes tronos bañados en oro.

Abraham suelta un silbido mientras mira todo a su alrededor: —. Menudo lugar, es lindo.

Me quedo admirando fijamente las enormes sillas talladas de oro, ahí Elena nos sentaba en el suelo y nos comenzaba a leer historias de Príncipes valientes, guerreros honorables y de nuestros Dioses songovianos.

La Obsesión del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora