11: "Cambiar"

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Todo había cambiado.

Hoseok no sabía siquiera cómo debía sentirse en ese preciso instante, ¿Mal, porque sucumbió ante los deseos más obscenos que YoonGi despertaba en él?, ¿Bien, porque había tocado a su profesor más allá de los límites entre alumno y docente?, ¿Enfadado, por darle a alguien mucho mayor que él la confianza para tratarlo como si fuera un sumiso?, ¿Frustrado, por tragar cada gota de semen que le entregaba YoonGi sin siquiera replicar?, ¿Cómo se suponía que debía sentirse luego de tener entre sus labios la zona más íntima de su profesor?, Hoseok sabía que cualquier cosa estaría bien a esas ganas inmensas de repetir lo hecho una y otra vez hasta saciarse por completo.

¡Era un delito!, ese año cumplía diecisiete años y por lo que suponía YoonGi debería de tener unos veinticuatro o veinticinco años, podía sencillamente acusarlo y fingir ser una pobre e inocente víctima, es más, debía de hacerlo; tendría que estar viendo como esposaban al mayor contra una patrulla y no esperando impaciente a que entrara por aquella puerta y saludara con su usual mueca de desagrado.

— Estoy tan perdido... —se dejó caer sobre la mesa, escondiendo el rostro entre sus brazos, lamentando su mala situación y recibiendo unas palmaditas en la espalda a modo de consuelo.

TaeHyung se había sentado a su lado ese día y Hoseok muy en el fondo se lo agradecía, no sabía si sería capaz de enfrentar a YoonGi él solo y temía cometer otra estupidez provocada por sus alocadas hormonas; odiaba tanto ser un típico adolescente calentón, deseaba abofetearse por su poco autocontrol. Aquél que prácticamente salió huyendo cuando la puerta se abrió y el pelinegro puso un pié en el salón, robandose toda su atención y suspiros.

— ¿Necesitas un balde? Veo como se te cae la baba por aquí —TaeHyung apuntó la comisura de sus labios y Hoseok solo pudo rodar los ojos.

🐮🐮

El resto de la clase se mantuvo en órden, o bueno, eso es lo que aparentaba cuando dentro de su cabeza había un tornado inmenso sacudiéndo todas sus ideas; YoonGi lo había ignorado y no podía evitar sentirse un poco traicionado y a la vez estúpidamente paranoico cuando la posibilidad de que su profesor se haya arrepentido de lo suyo rondaba por su mente como una auto-tortura, porque ciertamente no importó lo que hacía para llamar su atención: hablar en un tono más alto de lo usual, reír exageradamente, quedarse observándolo por más de cinco minutos consecutivos e incluso acercarse a su escritorio y plantear dudas que ya se sabía de memoria; YoonGi estaba decidido a ignorarlo y eso lo estaba matando.

— ¿Me prestas liquid? ¿Si? Gracias.

Prefería mil veces que dijera alguna estupidez para poder replicarle e iniciar una mini discusión que le demostraría que nada había cambiando aun si sí lo habían hecho.

— Oye, no abre.

Pero al no recibir ni una pequeña mirada Hoseok simplemente se tapó los ojos con las manos y suspiró pesadamente. Tal vez solo le estaba dando demasiada importancia a algo que no lo merecía, no estaba siendo maduro.

— Está atorado —TaeHyung seguía luchando con la tapita del líquido corrector, maldiciendo el objeto como si fuera el culpable de todos sus problemas, hasta que unas pálidas manos se lo quitaron de las suyas y el cuerpo (ese cuerpo que deseaba lamer con todas sus fuerzas) de su profesor se paraba frente suyo, sus ojos mirandolo desde abajo, a Tae, no a él.

Y aún así Hoseok se puso nervioso instantáneamente, haciendo lo imposible por no demostrarlo.

— Hace media hora estás con esto, me pones nervioso —YoonGi hizo fuerza para abrir el útil escolar con una extraña elevación en sus labios más parecida a una sonrisita malvada.

— N-no hace falt...

La carcajada vino de parte de todos en aquél salón y Hoseok pudo jurar que era la primer risa confiada que daban sus compañeros en voz alta; YoonGi destapó el corrector con tanta fuerza que logró romperlo y hacer que todo el líquido blanco callera en el rostro de TaeHyung quién tenía una graciosa mueca de confusión.

Ops —esa preocupación en su profesor era claramente fingida y no se necesitaba conocerlo de pies a cabeza para darse cuenta de ello—, lo siento tanto, yo no quise... Agh, sé lo horrible que se siente Kim, hace menos de una semana un total desconocido me lanzó un cubo de pintura blanca a la cara, ¿Te lo puedes creer? —negó con la cabeza evitando mirar a su alumno revoltoso y el sonrojo furioso que comenzaba a visualizarse en las mejillas de este—, ve a limpiarte.

Mientras la mayoría de chicos allí se concentraban en comentar lo recién sucedido y lanzar pequeñas carcajadas, Hoseok tomó fuerte una de las manos de YoonGi, la que estaba más cerca de su alcance, y con confianza enterró sus uñas en su piel, si al mayor le dolió no lo demostró, al contrario, ensanchó su pequeña sonrisa y se mordió el labio provocativo.

Allí estaba esa atención que Hoseok necesitaba.

— Lo hizo a propósito —acusó el menor.

— ¿Puedes probarlo?

— ¿Sabe lo mucho que duele quitarse el liquid paper de la cara? Usted es tan... Agh.

— Mhm —despacio fue acercando su mano, y por consecuencia la de Hoseok, hasta el cinturón de sus pantalones—, ¿Quieres quedarte después de la salida y decirme todos esos insultos que retienes a solas? —habló bajito, lo suficiente para que solo su estudiante escuchara y así, instantáneamente, quitara sus manos de encima y mirara hacia otro lado.

YoonGi lo tenía dominado, sumiso, controlado... Lo odiaba. Debía averiguar más sobre él, hacer algo al respecto, encontrar una manera de tenerlo bajo su control, algo, cualquier cosa; odiaba el sentimiento de sentirse inferior, lo odiaba y pronto se le ocurriría una forma de invertir los papeles.

Mientras tanto solo debía procurar no perderse entre los pantalones de YoonGi.



Profesor -YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora