Introducción

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Todo comenzó cuando Min YoonGi, reciente diplomado en profesorado de matemáticas, puso un pálido y flacucho pie en el salón de quinto año de secundaria donde cuarenta y dos perdedores alumnos (según él) esperaban inmersos en un bullicio que automáticamente lo puso de mal humor.

Algunos avioncitos de papel volaban por el aula al igual que plasticolas, lapiceras y otros materiales escolares de ese estilo; creyó ingenuamente que todos callarían al verlo entrar con su habitual cara de culo, desprendiendo un aura de maldad pura, pero todo salió contrario a lo que quería y eso ya le daba una idea de qué clase de estudiantes le había tocado ese año, y justamente era la clase que más odiaba.

Se paró justo en medio de la gran pizarra en la pared, frente a toda la clase, esperando que hicieran silencio al notar su presencia, no lo consiguió; una goma de borrar masticada (sí, masticada, como si fuera un trozo de zanahoria) impactó en su frente dejando un rastro pequeño de baba ajena en la zona.

Su rostro se volvió rojo de la cólera y el mismísimo satanás pareció poseer su cuerpo al valerle caca los reglamentos de la escuela y comenzar a gritar, a todo pulmón, las groserías guardadas muy dentro suyo.

— ¡Callense la puta madre, son pendejos de ochenta años y se siguen comportando como nenitos de jardín, maduren bola de estúpidos inadaptados sin futuro, sus padres no se gastan trabajando para comprarles los útiles y que me lo tiren en la puta cara, al próximo que vea hablando le repruebo todo el año desde ya!

El salón quedó en silencio absoluto, no se oía siquiera un respiro, todos y cada uno de los alumnos quedaron de piedra, con los ojos totalmente abiertos de asombro y terror.

YoonGi sonrió de costado satisfecho y se acercó hasta su escritorio, acomodó su mochila y revolvió dentro de ella hasta tomar la lista de estudiantes que le habían otorgado a la entrada del instituto para que así pudiera tomar asistencia.

Suspiró pesadamente, odiaba hacer eso.

— ¿Quién faltó hoy?—preguntó directamente.

Un chico al principio de todas las mesas levantó la mano tímidamente, al hablar unos adorables dientes de conejo se asomaron de sus labios.

— Jung Hoseok.

— Bien —asintió levemente—, díganle que tiene dos puntos menos en mi materia.

— ¿¡Por qué!? —replicó uno al fondo de la clase, seguidamente se sonrojó con arrepentimiento.

— Por que lo digo yo y porque me sale de los huevos  ponerle dos puntos menos, así será a partir de ahora, para que ninguno se salte mi hora, ¿Entendieron?

Todos dijeron un "Sí" a coro.

El docente volvió a asentir con aprobación antes de tomar una tiza y escribir en el pizarrón un "Prueba de revisión" sin siquiera molestarse en presentarse.

Ninguno se atrevió a quejarse aunque internamente estuvieran matándolo y soltando maldiciones a cada segundo.

Profesor -YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora