La gente siempre tiene que odiar algo, siempre tiene que erigir un enemigo común. La literatura, como cualquier sistema que se precie de tal, no está exenta de esto. Todas las épocas han tenido su propio anticristo literario. Antes, por ejemplo, se odiaba a aquel que no escribiera una novela con principio/desarrollo/final, o que no compusiera sonetos de rima sonante. Con los años, en cambio, se pasó a odiar a los que no innovaban, a los que escribían igual a las generaciones anteriores. Algunos hasta vaticinaron el fin de la novela lineal o del poema tradicional. Tal vez en el período que vivimos no existe esa guerra de la forma, pero sí existen continuas batallas por los temas. En Chile, por ejemplo, se odian a los escritores que no hablan sobre la Dictadura Militar, pero también a los que hablan en exceso de ella. O ampliando el espectro a un caso más internacional... ya casi es imposible escribir sobre vampiros u hombres lobos sin que se te catalogue como escritor cliché, eso si es que no determinan con solo leer el título o la reseña que tu novela es mala (lo digo porque yo lo hago, es un trauma que me dejó Meyer... gracias Meyer). Tanto se abusó de los clichés, que ahora surgió una respuesta negativa a todo aquello que tenga el más leve tufillo a otra cosa, que parezca algo ya visto, que tenga un aire más o menos conocido. Lo que yo llamo "la fiebre anti-cliché".
Antes de seguir, debo dejar claro que en esto no hay buenos ni malos. No es bueno el cliché porque se le persiga, ni es malo porque su presencia indique en la mayoría de los casos un nulo trabajo de autoría. Tampoco está mal que un lector busque libros con menos clichés o, por el contrario, que lea solo novelas clones. Acá solo hay posturas, opiniones diferidas, gustos. Lo que pretendo expresar con esta entrada es lo que he visto como autora respecto a esa cacería de brujas que, en ocasiones, me parece excesiva.
Pero hablemos antes de la culpa de los autores. Está claro que el cliché es el gran enemigo de nuestra época porque se le usó hasta el cansancio, repitiendo y repitiendo fórmulas utilizadas casi siempre de la misma manera. Como solemos decir Ciruela y yo: lo peor no es Crepúsculo, sino toda ese mar de novelas que surgió después y que vino a hacer lo mismo, cambiando apenas algunas cosas, muchas veces sin cambiar nada. Y ocurre lo mismo con la distopía adolescente, las escuelas de magia, las novelas de fantasía medieval, las historias de internados y cualquier cosa que se les ocurra. Se abusó y ahora la gente está cansada de leer o ver siempre lo mismo, tal como la gente está cansada, en el fondo, de los remakes de Spider-Man. Es una respuesta natural, esperable. Es obvio que muchos escritores toman el atajo y no hacen siquiera el intento de dar vueltas de tuerca, de re pensar sus temas o de darle características propias a sus personajes. Es bastante curioso que de repente todos los libros en la sección más vendida de una librería tengan portadas tan similares o reseñas casi calcadas. Si hasta se debería hacer un estudio al respecto: entre 2001 y 2008, la época de las portadas épicas, con mucho verde, el trío o cuarteto de amigos y alguna criatura fantástica; 2008-2012, el boom de las portadas en negro con rosas, frutas o manos destacando en el centro, todo bien "gótico"; post 2012, la era del personaje femenino revolucionario, bien vestida a pesar del contexto de guerra (como Mila Jovovich en Resident Evil, que mata zombies sin dejar de verse como salida de un Fashion Week), sobre un fondo de ciudad hiper tecnólogica. Repito, es normal que la gente esté cansada, que el lector quiera que le cuenten algo nuevo.
Pero, a pesar de lo comprensible que me parece la fiebre anti-cliché, creo que a veces, por arrancar la cizaña, se arranca también el trigo y se le echa al fuego junto con todo lo malo. Porque, en el fondo, soy una firme creyente de que no existen los malos temas, sino los temas mal tratados. Y no, no voy a caer en el cliché de decir que ya está todo escrito, que la originalidad es imposible, que no hay nada nuevo bajo el sol (cosa que ya he dicho antes XD). Voy a decir que hasta el tema más visto, o el personaje más repetido, puede tener alma y ser real... en otras palabras, hasta el libro más cliché puede ser un buen libro.
Lo diré de esta forma: la gente es cliché y las vidas de esa gente son también clichés. Yo, por ejemplo, soy una persona muy cliché; parezco sacada de una serie gringa sobre nerds. Me visto acorde a mis gustos, tengo gustos acorde a mi perfil, detesto las cosas que habitualmente los que son como yo detestan, tengo una amiga que es tan nerd como yo, unos padres que me aman (supongo XD) pero que no me entienden, tuve una infancia difícil, una crianza religiosa a la cual me rebelé durante la adolescencia, fui a la universidad a estudiar carreras que no me llenaron y luego de un período de dolor encontré por fin mi vocación y ahora lucho contra las dificultades que acarrea seguir un sueño. ¿Les suena? A mí se me vienen varias series, películas y libros a la cabeza. ¿Eso me hace menos real? no, sigo siendo tangible y funcional. Soy cliché, pero ojo, aunque puedo ser parecida a muchos personajes ficticios y a muchas personas reales, en mi totalidad, nadie es calcado a mí. Y no, no estoy diciendo que soy especial, solo estoy diciendo que soy un individuo, aún con todos mis clichés. Eso es lo que debemos buscar en un personaje: no alguien libre de clichés, sino alguien que aún con todos sus clichés y moldes, sea único y real. Y ese es el error que cometen los malos escritores: repiten un molde sin molestarse en darle al libro o al personaje su propio toque.
Cuando creo un personaje, no lo hago pensando en qué cosa es o no cliché. Lo creo y ya. Lo perfilo, le doy una historia, gustos, características, lo pongo dentro de un contexto, le regalo defectos, virtudes y conflictos. Luego, con esa mochila, con esa "carga genética", lo dejo avanzar a su aire, dejándolo ser tan coherente o incoherente como quiera. Si el resultado es similar a otro personaje o cae en la categoría de cliché, me importa una mierda. Lo que no me importa una mierda es que quede poco real, que sea imposible establecer una relación (ya sea de odio, amor o la infinita escala de grises que media entre ambos) con él o con ella. Lo mismo me sucede con mis historias. Jamás evito una fórmula solo porque sea cliché; las evito o las desecho porque no me funcionan o no calzan en lo que planeo escribir.
Hago lo mismo en el otro papel, en el de lectora. Jamás desecho una historia porque la premisa me parezca conocida. Desecho una historia cuando el tema a tratar no me atrae, como me sucede con el romance en general o con la ciencia ficción. Pero incluso con eso he hecho excepciones. Y un personaje solo me parece malo cuando es vacío, no cuando es cliché. Tal vez lo haga porque en el fondo es muy difícil que algo me sorprenda. He visto, leído y escuchado tantas historias... casi siempre sé quién es el culpable, el asesino, con quien se va a quedar la protagonista, etc. Si me propusiera no leer cliché, no leería casi nada. Me gusta la novela negra y en ese género no se innova desde Truman Capote o Raymond Chandler, con eso lo digo todo. Además, es muy difícil criticar algo que no se ha leído completo. Hasta a Crepúsculo le tuve fe durante ciento cincuenta páginas XD
Por eso, mi consejo es que abramos la mente y leamos. Si el libro termina siendo un cúmulo de clichés mal tratados, habremos aprendido qué no debemos hacer si es que escribimos, o a no confiar más en el autor en cuestión. No critiquemos algo solo porque a simple vista se parece a otra cosa. No todos los libros son escritos para innovar o para asentar un precedente. Algunos solo están ahí para divertir o emocionar. Las novelas más vanguardistas que he leído son las que menos emociones me han provocado. Mientras que esas historias que se parecen a otras me han hecho llorar o reír.
Las historias clichés me hicieron amar las historias, los libros, las películas. Me hicieron querer ser escritora. Así que yo, al menos de momento, les doy las gracias.
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PERO ESCRIBIENDO...
Não FicçãoMI CARRERA LITERARIA Rechazos de Anagrama, Grijalbo, Planeta, con toda seguridad también de Alfaguara, Mondadori. Un no de Muchnik, Seix Barral, Destino... Todas las editoriales... Todos los lectores... Todos los gerentes de ventas... Bajo el puente...