7° Parada: Aaron- Mucho mejor así.

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Hice lo que tenía que hacer. Por muy cabrón que me haya comportado, debía de ser firme y mostrar que en mí, ya no existía ni una pizca de escrúpulos. No podía bajar la guardia.

Cogí el cuchillo y lo clavé bien hondo en la carne roja, rasgando y cortando cada fibra de lo que ahora ya no tenía vida. Lavé las manos y continúe con aquel trozo ensangrentado.
Una vez que había terminado, lo cogí y lo llevé al sótano en donde ella seguía tirada en el suelo atada por un pie.

  - Niña, despierta.- Di pequeñas patadas en la espalda de la chica y ella despertó.
  - ¿Qué pasa?
  - ¿Ya te has olvidado de quién hace las preguntas?

Ella pareció darse cuenta de donde estaba en realidad y se sentó de golpe disculpándose. Jamás creí que fuera tan obediente, pero supongo que sabe a lo que se expone, y por eso lo hace.

  - ¿Tienes hambre?- Ella asintió.- No te he oído.
  - Sí, tengo hambre.
  - Mucho mejor así.- Corté un trozo de bistec y se lo acerqué a la boca.- ¡Come!
  - Preferiría hacerlo yo misma.
  - No es una elección. O comes lo que yo te dé, o me voy con el plato lleno.
  - ¡No, por favor! Tengo hambre pero...
  - ¿Sabes por qué no puedes comer tú sola, verdad? Digamos que el tenedor podría ser un arma útil para ti. No me gustaría que me hicieras daño con eso. Así que es la última oportunidad. ¡Abre la boca y come!

La chica le hizo caso a regañadientes pero acabó atrapando el trozo de carne y se lo comió gustosa. Llevaba al menos un día y medio sin probar alimento, sólo el agua que le di el día anterior. Se acabó el plato más rápido de lo que pensé. Le ofrecí agua y la tragó casi de un sorbo.
  - Gracias. - Su gratitud me dejó algo descolocado. Estaba retenida en aquel lugar y agradecía que la alimentara...
  No dije nada, sólo volví a salir de allí dejándola de nuevo sola.

Sasha y René llegaron a la cabaña. La chica necesitaba una ducha pero yo no la podía controlar, así que pedí a Sasha que lo hiciera ella. René se quedaría fuera del baño por si intentara escapar. Yo debía dirigirme con Daniel a cobrar  una deuda de más de dos millones de euros. Era dinero sucio, pero el Rubio se encargaría de blanquearlo y así nadie le pisaría los pies preguntando de donde había salido aquella cantidad desorbitada.
Bajamos al sótano para ir a por la chica, subir, bañarla y luego, ya vería lo que hacía con ella.
  - Aaron, ¿por qué tanta prisa porque viniéramos? - Me protestó René una vez abajo.
  - ¿Aaron?-La chica parecía confusa-  ¿Quién es Aaron?
  - Él es Aaron.- Confesó Sasha señalándome.
  - ¿No te llamas Adrián?- Definitivamente, estaba desconcertada.
 
Sasha y René se miraron y estallaron en risas.
  - ¿De qué cojones os reís?- Hice la pregunta en alto pero sin alarmarme, debía de mantener la calma.
De repente ambos se callaron la boca de golpe.
  - ¿Porqué ella piensa que te llamas "Adrián"? - Preguntó más calmado René.
  - Tuve que mentir para mantener guardada mi identidad. No podía arriesgarme a que le hablase a alguien de mí. No soy tan gilipollas como vosotros, que actuáis sin pensar en las consecuencias.
  Ninguno de los dos se atrevió a decir nada. La chica comenzó a llorar de nuevo y estaba seguro de que si le habló a alguien de mí, ahora ya no tenía esperanzas​ de ser encontrada porque no existía el tal Adrián.
 
  - Desatadla, y llevarla arriba,  necesita una ducha. Sasha, tú entrarás con ella y  René, esperarás fuera.- Me acerqué a la chica y le apunté con mi pistola bajo la barbilla.- Y tú, si intentas escapar, o hacer algo indebido, ten por seguro que te castigaré. ¿Me has entendido?
  - Sí, entendí.
  - Bien.- Dije mirándola.- Vosotros dos, tenéis una hora de guardia, en cuanto llegue de vuelta quiero verla de nuevo aquí atada por el pié. 

Cogí mis cosas y me fui en el coche. No tardé ni diez minutos en darme cuenta de que me faltaba el maletín. Lo había dejado encima de la mesa de la cocina. Volver atrás, me haría retrasarme demasiado, pero no podía aparecer allí sin los papeles así que regresé a la cabaña.

Marcas OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora