18° Parada: Hada- Quiero vivir...

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El primer amor suele ser idílico. Encontramos en la otra persona todo perfecto a pesar de todos los fallos e imperfecciones que pueda tener. Hada nunca había tenido un amor de esos, y nunca se había fijado en ningún hombre hasta que conoció a Aaron aquella vez en la cafetería. Podría haber sido otro tipo de chico, uno menos complicado, pero lo cierto es que las personas nos enamoramos alguna vez en la vida de la persona equivocada, y Aaron, era su equivocación.

Desde que se levantó, la chica no dejó de pensar en él y en como había sucedido todo. Hada reconocía sentir cosas hacia él, pero no tenía el nombre exacto para denominar dichos sentimientos. Era todo tan confuso...

Hada se acercó a la habitación de Aaron, pero...

  - Él no está- Eva salía de la cocina.- ha salido temprano, por eso estoy aquí.
  - ¿Tardará mucho?
  - No lo sé, cielo. Parecía algo importante, así que tal vez no regrese hasta tarde. Estaré contigo hasta que vuelva, no te preocupes.
  - Vale...

Aaron había jurado no abandonarla y que él se fuera sin decirle nada, la había dejado preocupada. ¿Realmente lo cumpliría?

  - Hada, te he traído más ropa y dos libros. No sé si te gustarán, pero te ayudarán a entretenerte.
  - ¿Hasta cuándo durará ésto?
  - Pronto acabará. Sólo debes de tener paciencia.
  - Odio que me ocultéis información. Echo muchísimo de menos a mi familia y amigos... Necesito verlos, Eva.
  - No te imaginas hasta que punto te entiendo, pero si dejamos que te vayas ahora, tal vez no vivas mucho para contarlo.
  - Quiero vivir...
  - Lo sé, por ello confía en su método. No lo desobedezcas y tampoco le tengas miedo.
  - Ya... No le tengo miedo.
  - Bien, cielo. Eso es bueno. 

La noche llegó y todavía no había rastro de Aaron.

  - Eva, Aaron tarda mucho.
  - La verdad es que sí. - Eva revisó de nuevo su reloj de muñeca.- Tal vez se haya demorado por algún asunto. No te preocupes, ten por seguro que sabe cuidarse.

Hada recordó el día en el que Aaron apareció lleno de heridas y ensangrentado. No dudaba de que él era un hombre fuerte y que además manejaba las armas con destreza, pero no dejaba de pensar en qué haría ella si a él le ocurría algo.

Hada se metió en cama y esperó despierta para cuando llegara Aaron, pero el hombre no regresó. La chica comenzó a dar vueltas en aquella habitación que se le venía encima. Echó sus manos a la cabeza despeinándose, tirándose del pelo con nerviosismo.
¿Por qué no llegaba a casa?

Eva escuchó la ducha, hacía más de una hora que el grifo estaba abierto.

  - Cielo, ¿estás bien?- Eva tocó varias veces la puerta del servicio, pero nadie abría y nadie contestaba.- Eva giró el pomo y la puerta estaba abierta.

La mujer se sorprendió al ver a Hada sentada en la ducha con la ropa puesta, abrazándose a sí misma, meciéndose de alante hacia atrás.

  - ¡Hada! ¿Qué ocurre?- Eva corrió hacia la chica que parecía estar en otro mundo. - Háblame, por favor. 
  - Él me abandonó.
  - ¿Qué? No, no te abandonó. Está ocupado, eso es todo.
  - ¡No! Él me dejó y ahora ellos vendrán a por mí.
  - ¿El Rubio y su clan?
  - ¡Sí!
  - Eso no ocurrirá. Ellos ni si quiera saben en dónde está él.

Eva sacó a Hada de la ducha, le dio ropa seca y limpia para cambiarse y la acostó en el sofá. Puso el DVD que Aaron le llevó el otro día y se quedó con ella a su lado hasta que se tranquilizó.

Aaron no regresó a pesar de que ya habían pasado tres días, y Hada perdía las esperanzas, tanto por él, como por ella.
Además de protegerla, la hacía sentir bien, tranquila e incluso ilusionada. Aaron se había vuelto importante para Hada, y el saber que le podría haber pasado algo, la deprimía hasta el punto de no querer comer ni dormir.

Marcas OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora