Parada 26: Hada- Tranquilo, Aaron.

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La mujer rubia, de ojos azules y piel blanca, se sentaba al lado de Eva. Hada las observaba en silencio, aún en shock al enterarse de que aquella, era la madre de Aaron.

  - Cielo, creo que te debemos una explicación de porqué ella está aquí.- Dijo Eva con una serenidad preocupante.
  Hada asintió con la cabeza mientras Patricia la miraba acongojada.
Eva le contó las penurias que Aaron pasó por culpa de su padre, desde que era un niño y lo obligó a entrar en sus negocios. También aclaró la situación de Patricia, desde porqué tuvo que irse sin Aaron, hasta el día en el que su propio hijo repudió a su madre y no la quiso ver más. Hada se sentía angustiada. Nunca se imaginó que ese hombre, a simple vista frío, tuviera que pasar tantas lamentaciones desde tan joven.

Hada pudo entender muchas cosas en ese momento. Supo que la vida de Aaron fue de ruina en ruina y sintió pena por él. Ella era una chica buena y no podía creer en todas esas marcas y cicatrices interiores en el alma de ese muchacho.
No hacía demasiado tiempo desde que Hada había descubierto sus sentimientos hacia él, pero no por ello se habían tornado menos intensos o importantes de lo que hubieran sido si llevase más tiempo queriéndolo.

Aaron había sufrido y posiblemente seguía sufriendo por culpa de la situación en la que lo había obligado a vivir el Rubio, su propio padre.
Hada no contuvo sus lágrimas ante aquella historia ni ante ambas mujeres.

El timbre sonó inesperadamente, y Eva no abrió hasta que se aseguró de que era Aaron el que estaba al otro lado de la puerta.

El muchacho entró a prisa, con la insistencia y urgencia de ver Hada, pero su rostro se tornó pálido al hallar a su madre en aquel lugar.

  - ¿Qué hace ella aquí, Eva?
  - Tranquilo, Aaron. Solamente quiere hablar contigo, aclararte las cosas.
  - Pues yo no quiero aclarar nada, joder.- El chico se acercó a Hada y le agarró la mano, en busca de un apoyo que le aliviara.- Vamos, coge tus cosas. Te llevaré a otro lugar, Hada.
 
Patricia rogó que escuchara todo lo que le tenía que decir, pero fue imposible, Aaron y Hada se alejaban en el coche de éste en busca de algún Hotel.

No era demasiado ostentoso ni tampoco una pocilga, era el lugar perfecto para pasar aquella noche en la que el muchacho se sentía tan abrumado, que incluso le temblaban las manos.

  - ¿Estás bien?- Se animó a preguntar Hada una vez estaban en la habitación.
  - Prefiero no hablar hoy, Hada.

¡Menuda mierda! Aaron estaba dispuesto a decirle a Hada que tenía sentimientos por ella, que estaba seguro de que la quería, pero aquella visita lo descolocó por completo.

  - Aaron, deberías escuchar lo que tengo que decirt...
  - ¡Mierda Hada! Te estoy diciendo que no quiero hablar, joder. ¡No quiero!

Aaron se había alterado de una forma descomunal mientras paseaba de un lado a otro de la habitación tirándose de los pelos, derramando lágrimas que pretendían ser discretas, pero para Hada, fue imposible no verlas.
Él estaba llorando.

Hada tenía su corazón en un puño. Quería abrazarlo y decirle que todo iría bien, que ella lo ayudaría a olvidar todo aquello que lo quebraba por dentro, pero no podía. Él, no la dejaba.

Por la noche, ninguno de los dos pudo dormir, y en medio de la madrugada, Hada habló sabiendo que él estaba despierto y la escucharía.

  - Ella no te abandonó.- Susurró con algo de miedo, esperando una respuesta hiriente por parte del otro, pero lo único que obtuvo, fue silencio.- Tu madre, fue secuestrada por el Rata por órdenes del Rubio. Él se la llevó y te hicieron creer que te había abandonado. Ella te quiere y nunca pretendió dejarte con ese animal. - Hada sintió cómo el cuerpo de Aaron se comprimía y tensaba al escuchar esas palabras, pero él siguió sin decir nada.- Su idea era volver y librarte de las garras de esos depredadores, pero no pudo porque la encerraron. Estuvo dos años en el desván de una de las casas que tiene el Rata, sin poder salir. Hasta un día, que decidió acabar con todo y se lanzó al vacío por la ventana. No esperaba caer sobre unos matorrales y amortiguar la caída. Al parecer unos vecinos que se acababan de mudar, la encontraron malherida y la llevaron al hospital. Ellos la ayudaron porque la conocían. Eran Eva y su antiguo novio.- Aaron reaccionó. Eva era amiga de su madre de la infancia, y escuchar todo aquello empezaba a afectarle. ¿Porqué Eva no se había atrevido a contarle esa historia antes?- Eva la ayudó e hizo creer a todos que ella había muerto. El Rubio y el Rata te dijeron que te abandonó y no que muriera, tal y como creían, para que la siguieras odiando y no tuvieras compasión de ella. Te querían siendo un chico rencoroso, así les sería más fácil meterte en sus negocios.

Hada se quedó en silencio. Aaron siguió callado, pero está vez se abrazó a Hada y lloró, sin hacer ruido para que no lo escuchara, pero las lágrimas frías y húmedas, caían sobre el hombro de la muchacha, por lo que ella acabó descubriendo su debilidad. Hada le acarició el pelo y lo besó.

Hada se sentía triste por verlo así y pensó que si ella le regalaba algo importante y preciado, él podría sentirse mejor porque le demostraría que lo quería. Tal vez era estúpida la idea, pero era lo que deseaba. Ambos lo deseaban desde hacía mucho tiempo. La chica se desnudó mientras ambos se besaban. Aaron sólo tuvo que desprenderse de su pantalón y ropa interior.
No fue la forma en la que Hada esperaba entregarse a alguien, pero sí creyó que era el único momento en el que podría hacerlo con tanta devoción. Aaron, fue más delicado de lo que jamás pudo haberlo sido con nadie. Su prioridad fue Hada en todo momento, olvidándose así, de su propia desgracia o placer. Para Hada no fue tan agradable como para Aaron, y aún así, disfrutó dándolo todo, dándoselo a él. Ella era feliz, porque por un momento, lo hizo feliz a él.

  - No esperaba que sucediera ésto.- Aaron habló por fin.
  - Yo tampoco, pero no me arrepiento.
  - No tenía que ser así, Hada. Prometimos que sería cuando terminara todo, cuando tú decidieras que hacer conmigo después de que tu libertad fuera plena...
  - No solo decides tú, Aaron. Yo soy la que manda en mi propio cuerpo y quería que fuera en ese momento, en realidad, quería que pasara desde hace mucho y no era capaz de esperar. Ésto, quizás solo fuera una excusa.

Aaron la observó. La chica había madurado mucho en los últimos meses. Cada vez se acercaba más el día en el que tendrían que separarse y eso lo destrozaba por dentro de manera catastrófica. La abrazó y besó su frente.
  - Es mi culpa...
  - ¿Qué es tu culpa, Aaron?
  - Todo lo que le pasó a mi madre. Fue por mí por lo que la encerraron allí. Fue mi culpa que te secuestraran a ti, porque yo era el que estaba al mando en ese jodido plan, es mi culpa que Eva y Daniel estén en peligro... Él me lo dijo.
  - ¿Quién te lo dijo?- Hada no entendía.
  - Davinio. Me vi con él y me explicó que yo soy el blanco de esos dos hijos de puta. Tú, no tenías nada que ver en esto. Ellos me debieron de ver hablar contigo aquella noche en la cafetería, o en la discoteca.... No lo sé.  A quién quieren destruir en realidad es a mí. Quieren acabar conmigo.

Hada no podía creerlo. ¿Ella solo era un cebo? ¿No era ella el blanco de toda aquella operación, si no Aaron?

Algo le hizo estremecerse y enfadarse al mismo tiempo. Aaron sufría siempre por culpa de esas alimañas y no iba a permitir que siguiera amortiguando cada golpe que ellos le daban. Hada haría todo lo posible por ayudarlo y calmarle el dolor de todo lo que ese muchacho acarreaba consigo desde niño.
Hada, lo amaría hasta que su corazón y su alma, se curasen por completo.

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Hola Mis Queridos Lectores, os dejo uno de los últimos capítulos de esta historia, que poco a poco llega a su fin. No sabría decirlos con exactitud cuántos quedan para terminar, pero contad con tres o cuatro capis.
Por ahora, espero que sigáis leyendo, votando y comentando como siempre.
Gracias a todos los que seguís aquí.

"El dolor no siempre se puede ocultar con una sonrisa."
J.G.

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