Éste, sería un día muy distinto al resto para Hada, pues tenía una cena de empresa para celebrar que la cafetería, llevaba diez años dando servicio a sus clientes.
Normalmente, Hada nunca sale, a pesar de tener veinte años. Sus compañeros de universidad siempre tienen alguna que otra fiesta los fines de semana, pero Hada nunca puede porque trabaja.
La ropa que tiene no es tan llamativa como para salir a alguna discoteca, pero guarda unos pantalones vaqueros ajustados que pone en ocasiones especiales y una blusa con escote que le había regalado su madre por su diecinueve cumpleaños. Tampoco usa muchas joyas, solo unos pendientes de aro y el reloj de muñeca. No sabe mucho sobre como debe maquillarse, pero un eyeliner que le rasgue la forma de los ojos, las pestañas pintadas y un labial color cereza, servirían para esta noche. El pelo no tiene mucho remedio, pero suelto con ondas en sus puntas no estaban del todo mal.Cogió sus llaves y las metió al fondo de su bolso, y en su cartera, llevaba veinte euros que serían suficientes. Subió al último tren de la noche y llegó al restaurante en donde habían hecho la reserva.
Georgina y Caterina se acercaron a la chica con unos vestidos totalmente adecuados para salir a una fiesta, mientras que Hada se sentía poco atractiva al lado de sus amigas.
Georgina es una chica muy extrovertida y con una facilidad de palabra impresionante. Una morena de ojos azules que hipnotizaría a cualquier hombre. Su piel es blanca y su cara fina como la de una muñeca. Sencillamente, ella es preciosa.
Caterina, por el contrario es rubia, con su piel bronceada y sus ojos, marrones y oscuros como la madera. Siempre ha sido muy madura y es la mayor de ellas con veintitrés años recién cumplidos. Se preocupa menos que Gina por los estilismos, pero aún así, ella es muy coqueta y siempre llama la atención.Ambas regañaron a Hada por no pedirles ayuda en lo que a moda se refiere y la aludida sólo sonrió a modo de disculpa. No se sentía del todo mal. Ella estaba cómoda y sabía que el viento jamás levantaría su pantalón. El maquillaje no era malo, simple, pero bonito. Tal vez su pelo, sí necesitase un poco de mano profesional, pero por el resto, ella se veía bien.
Las tres chicas entraron, y los dos reposteros, el gerente, el jefe con su mujer y Eric, ya estaban allí. Hada sintió que todos aguardaban por ella, perDo si llegaba tarde, era porque el tren se había retrasado más de lo habitual.
Tomaron asiento y Hada sonrió a Eric que la miraba desde que entró por la puerta.- El ayudante de cocina no te quita ojo, Hada.- A Georgina le encantaba la pareja que podrían hacer Hada y Eric, por eso siempre buscaba una ocasión para metérselo por los ojos.
- ¿Qué dices? Eso son cosas tuyas, Gina. Él está hablando con Pablo.
- Sí, claro...
- Por cierto Cate. - Hada desvió el tema. - ¿Cómo está tu brazo? La quemadura...
- ¡Ah eso! Muy bien. Ya no me duele. - Cate era alguien muy despreocupada y casi nunca le daba importancia a esa clase de cosas.
Los camareros llegaron con la cena, por lo que se dispusieron a llenar bien sus estómagos. El jefe decía que si luego querían beber y no tener el doble de resaca, deberían de hincharse antes a comida. Su mujer le dió una colleja y le regañó por que debería de dar ejemplo a sus empleados.
- ¡Estamos de fiesta, mujer!- Se justificó él ante ella. La respuesta que recibió, fue una mirada de rendición. Su marido a veces, era peor que un crío.El sushi que estaba sobre la mesa, tenía una pinta exquisita, y ciertamente, Hada nunca lo había probado. Tomó los palillos e intentó coger con ellos una de las ruedas de arroz. Hada siempre había sido torpe, sobre todo cuando era la primera vez que utilizaba algo, y en esa ocasión, no iba a ser distinto. La pequeña bola se le escapó de los palitos y rodó hasta el plato de Eric, que se había sentado enfrente. Las mejillas de la chica se colorearon de un rosa claro por la vergüenza de no saber comer el sushi como todos lo hacían. Para su suerte, nadie se dio cuenta, no al menos hasta antes de que Eric atrapara el pequeño trozo con sus palillos y se lo ofreciera a Hada.
Ahora la cara de la chica era de un rojo intenso y el esto de comensales, miraban la escena expectantes.
Hada siempre se había sentido una chica independiente, por lo que se negaba que alguien le diera de comer a la boca. Era vergonzoso para ella, además sentía que era un acto íntimo y Eric, no era nada más que su amigo.
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Marcas Ocultas
NezařaditelnéLe di mi mano. Ella la agarró. Cuando la quise soltar, ya no había forma. No estaba bien seguir. Ambos lo sabíamos. ¿Deberíamos continuar? ¡Deberíamos! Aviso: Algunos capítulos con palabras blasfemas, violencia y escena subidas de tono. (+18)