Pov: Amelia
Lágrimas. Es lo único que veo, es lo único sale de mí.
Ha pasado una semana de lo sucedido. Zafira volvió a darme el control de mí cuerpo por órdenes de Leonardo, pero ¿De qué me sirve?
De qué me sirve el tener nuevamente el control de mí cuerpo si con eso no le podré devolver la vida a mí hermano. De qué me sirve tener el control de mí cuerpo si con eso no se me podrá quitar el dolor tan desgarrador qué siento en el pecho.
¡Soy tan lamentable!
Este dolor no se iguala a ninguno, ni siquiera al dolor que sentí al haber perdido a mí padre. Este dolor es más fuerte, es diferente, pues fui yo quién le quitó la vida, yo le arrebate la vida a mí hermano, ¡Dios, he matado a mí hermano!.
Mí madre ha de estar odiandome. Mí cuñada ha de estar odiandome y, mí hermana, ¡Oh mi hermana!.
—Señora, el señor pide verla.-dice una de las criadas, entrando a la habitación.
—¡Dile qué se pudra!- grito.
—Señora...-
—¡Largó, fuera!.- rujo mostrando mis colmillos.
La chica se encoge en su lugar y sale despavorida.
Vuelvo a echarme en la cama, al sentir la almohada muy mojada a causa de las lágrimas, la giró y me recuesto en ella. No pasan dos minutos cuándo escucho que la puerta es abierta con fuerza haciéndome estremecer.
—Baja.- es lo único qué dice.
Me quedo dónde estoy. No soy capaz de mover un dedo, mí respiración está detenida y, es muy probable que mi corazón salga desbocado en cualquier momento.
El tiempo transcurre, él no ha emitido ningún movimiento luego del escándalo al entrar, es inquietante no saber cuál será su próximo movimiento.
—Bien, sí así es qué lo quieres.- escucho qué suspira.— Zafira, ven aquí.- no, no.
De un momento a otro siento cómo la vampiresa quiere tomar el control, trato de impedirlo pero no puedo, es muy fuerte. Mí cuerpo se tensa por completo y siento como mis ojos cambian. No lo he logrado.
—Mí señor- le escucho decir.
A través de los ojos de zafira puedo ver como Leonardo sonríe y le hace seña para que se acerque. Ella como todo perrito detrás de su dueño lo hace.
—¿Cómo has estado mí reina?- le pregunta.
La melosidad con qué lo pregunta me sorprende. Las caricias que le brinda a su rostro, más el agarré en la cintura me confunde aún más.
—Muy bien, mí Rey.- responde.
Ambos se acarician para luego besarse. Ambos se enfrascan en una guerra de beso desesperado. Los manoceos incrementan hasta el punto que mis piernas se encuentran enredadas en la cintura de Leonardo.
Él empieza el caminó hacía la cama, cuándo esta a la orilla de está lanza mí cuerpo a la cama. Sin perder el tiempo se posiciona sobre mí cuerpo para luego seguir con los besos y caricias. Las prendas han desaparecido ya de nuestros cuerpos, vistiendonos de suspiros y gemidos.
Zafira hace un movimiento posicionandose encima de él, las caderas de ambos inician un vaivén causando fricción en sus sexos. La sensación es placentera, no negaré qué lo estoy disfrutando. ¡Es mí cuerpo por Dios!.
En éste momento nuestros cuerpos están totalmente desnudos, siento cómo mi sexo esta húmedo y el de Leonardo erecto. Lo quiero dentro de mí y él lo sabé, Leonardo nos gira posicionandose está vez encima de mí y sin previo avisó me penetra.
Gimo en su boca, a la vez qué entierro mis uñss en su espalda producto del placer que siento en éste momento.
—Ven a mi Isa.- y como si fuera arte de magia -lo que no es en este casó- tengo el control de mí cuerpo y estoy disfrutando cómo nadie este momento.
Los gruñidos de Leonardo son muchos y mis gemidos aún más. Sus estocadas son fuertes y me sorprende que me éste gustando su brutalidad, la fuerza con la qué me está embistiendo.
—¡Oh Dios, más! Dame más.- me escucho decir.
Nuestros cuerpos se estremecen a causa de nuestras caricias desenfrenadas, el hambre de placer que ambos tenemos es descomunal. No me sorprendería que todo el mundo nos éste escuchando.
—Vente para mí.- gruñe Leonardo y, como si me estuviera esperando por esas palabras lo hago. Tocó el cielo como no recuerdo en muchos días, la sensación es muy gratificante, siento cómo él eyacula en mí interior y gruñe mí nombre al final, para luego salir de mí.
Suspiró unas tres veces para luego abrir los ojos y caerme una jarra de agua helada encima. Dios ¿Qué he echo?
Lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas, está vez de vergüenza.
¿Cómo pude disfrutar esto? ¿Cómo?
—¡Joder, ya me lo esperaba¡- gruñe Leonardo, para luego pararse de la cama.
Sin tiempo que perder agarra su ropa y entra al baño. Minutos después sale ya vestido y se acerca a mí.
—No te lamentes tanto, disfruta amor mío.- me da un último besó y se marcha.
El tiempo transcurre rápido, cuándo me levanté de la cama miro por la ventana y noto que afuera esta oscuro. Siento mi estómago rugir avisandome que no he comido nada en dias. Sacó mí cuerpo de la cama y entró al baño.
Media hora después ya estoy duchada y vestida. Me debato con la idea de bajar a comer algo ó quedarme aquí y morir de hambre hasta que alguien se apiade de mí. Elijo la segunda opción.
La puerta se abre y me sorprende que se apiadaran tan pronto. Una chica del servicio entra y deja una bandeja con alimentos en la mesa de noche. Después de hacer una estupida reverencia la chica sale y me lanzó a acabar con todo lo qué tenga la bandeja. Una vez satisfecha suspiro y me acuesto en la cama.
*~*
Me levanto corriendo con una mano en la boca y otra en el estómago en dirección al baño, haciendo mí rutina de los últimos días. Una vez vaciado mí estómago en el inodoro, halo la palanca y me recuesto en la pared cansada de esta mierda. Escucho unos pasos que se acercan y por instinto me pongo en alerta.
—¿Aún no sabes lo qué te sucede?- pregunta Leonardo con cinismo acuclillado en frente mio.—Saca cuenta reina mía.- termina diciendo, para luego levantarse y irse.
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HolAaaaaa amores míos. Si, se que quieren aholcarme por haber tardado tannnnnntoooo en actualizar pero es que ando sufriendo de mal de amores. Si, tal y cómo leen, mal de amores. En este momento estoy deseando un Leonardo pero sólo esta en mi imaginación, lástima :'(
Bueno, espero me entiendan y perdonen y por último gracias por estar ahí. Bye
Chaito
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Letargo
VampireSu existencia tenia un propósito; nacer para ser utilizada como un contrato de paz entre dos razas: Lobos y Vampiros. Amelía, la chica lobo que lleva en sus hombros el gran peso de sellar la paz. Leonardo, rey de los vampiros, déspota y con un coraz...