Bésame

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Esa noche durmió con JaeJoong. El mayor se mantuvo en sus brazos, abrazado, descanso contra su pecho hasta que por la madrugada busco una mayor comodidad. Al sentir el leve movimiento del príncipe lo obligo a despertarse, pues este busco comodidad en su brazo para mantener la cercanía, puesto que no se alejó ni un poco mientras se removía en la cama, JaeJoong sabía que estaba ahí y no lo dejaría ir con facilidad. Sus ojos apenas abiertos, logro ver el rostro del mayor a su lado durmiendo plácidamente. Nunca se quejaría de dormir a su lado, le gustaba, pero debía admitir que existía un peligro en dormir juntos, no por ser descubiertos ni por los rumores que se creaban en el castillo con las malditas criadas, el peligro era por él, por su mínimo auto control.

No podía apartar la mirada de esos labios, tan rosados y gruesos, la forma que tenían, siempre le gusto esa forma tan extraña de los labios de JaeJoong y la forma en la que los relamía. Besarlo era cosa de un sueño o de una madrugada cuando este no notara que se acercaba para nada más rozar sus labios con los propios, no podía ejercer presión sobre estos, JaeJoong notaría el roce de ser así, por lo que con suerte tenía una conexión superficial, quizás solo tener esa mínima distancia le encantaba por ser consciente de que nada más le quedaba un milímetro para tocar los exquisitos labios de su príncipe.

Su corazón comento a latir con locura, era delatador, solo teniendo al mayor cerca este comenzaba a latir, ¿Cómo explicar esos latidos? ¿Cómo decir que eran nada más por él? Si tan solo lograra decir que esos sentimientos iban más allá que un fuerte lazo de hermandad, porque sin duda dejo de creer en ese sentimiento tan simple con el pasar del tiempo, era imposible que su corazón latiera de esa forma nada más por JaeJoong necesitaba explicaciones pero tampoco se trababa de un tema tan simple como para decirle a su familia a o alguien de confianza, y en ese castillo no existía nadie más de confianza que el mismo príncipe, por lo cual sus sentimientos seguían siendo un secreto y una confusión que debía resolver con el paso del tiempo.

Lentamente acerco su mano hasta el rostro del contrario, la yema de sus dedos acaricio con suavidad la piel de porcelana que este tenía, esa piel tan suave que nadie más que él la había tocado, ni siquiera las criadas, pero claro de bebe posiblemente alguien más disfruto de esa suavidad de la cual en la actualidad solo el disfrutaba. Tomo aire y soltó un suspiro suave, JaeJoong realmente alteraba todo su cuerpo, se avergonzaba de ello, ¿Qué tal si una de esas noches el mayor notaba el problema que generaba en él?, tenerlo cerca, era un peligro, no podía controlar su cuerpo, solo tenerlo en sus brazos provocaba en Yunho esos deseos por besarlo y tocarlo. Si bien, conocía el sexo entre hombres, no era algo de lo cual debía investigar demasiado, existían libros religiosos que solo hablaban de la impureza que traía la relación entre el mismo sexo, femenino y masculino, otros hablaban de los líderes y sus esclavos, como abusaban de ellos, pero sobre todo, hablaban del placer, ¿Sería capaz de darle ese placer a JaeJoong? No parecía ser algo sencillo meter su erección en un agujero no apto para el sexo, pero aun así completamente placentero para un hombre, seguía siendo un misterio de porque sentían placer al ser penetrados, las explicaciones más lógicas eran el tener un punto de placer como la mujer, ¿Seria cierto?

Ya habían pasado sus años de curiosidad, donde leer libros era un pasatiempo que tenía mientras JaeJoong tenía sus lecciones de diplomacia. Siempre cubría el libro con otro para que nadie se enterara de las rarezas que estaba leyendo, además el mismo JaeJoong se encontraba en el lugar, este no aceptaba el estudio a menos que Yunho se encontrara en el lugar acompañándolo. Nunca admitió lo divertido que era ver al mayor reusarse a sus clases solo por mantenerse junto a él, por más que intentara calmarlo y decirle que luego se encontrarían, este no deseaba ver a sus mentores. << ¡No! El príncipe se distrae con el joven Yunho. >> Era una de las tantas frases que ocupaban los viejos que daban las lecciones reales. Esos momentos solo eran diversión para el moreno.

My KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora