El posible ultimo beso

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Los días se vinieron encima cuando finalmente había dado con su cometido. No sabía cuál de los reyes había sido el que oculto aquella información, si por el bien de los futuros en el trono o por su propio beneficio. Lo tenía en sus manos, el reino estaba finalmente en sus manos.

Callo la boca del reino cuando presento ante todos a su nuevo consejo así es, había creado un consejo después de haber dicho que no lo haría, pero tal y como se estipularon las reglas era necesario tener un consejo para acceder a otro tipo de beneficios en ayuda del pueblo, después de todo no podía hacer todo el trabajo solo, no solo le limitaba el tiempo sino que no tendría tiempo para estar solo, con su esposa o con su amante.

No necesitaba la aprobación de nadie, incluso luego de recibir mil contras en sus palabras él tenía como respaldarse.

—¡Es imposible! ¡No puede hacer eso!

—¡Nosotros somos su consejo!

—Ustedes quieren dinero. —Pronunció desde su trono.

—¡Es imposible!

—Ya lo hice. —Sonrió victorioso tomando la mano de su esposa a su lado. —Llévenselos. — Ordenó.

Sus guardias inmediatamente siguieron sus órdenes, retiraron a los traicioneros del salón de reuniones, que a pesar de tener como invitados a cada hombre de cada cargo en el castillo, todos aquellos que necesitaban sr informados de los cambios, esos traicioneros no eran más parte de su castillo, no después de todo lo que le hicieron pasar. Era bastante obvio que iban en contra de su reinado.

—Volviendo al tema principal. Cada uno de los miembros del consejo tiene a cargo una parte del reino, desde la economía hasta la salud, pero el cargo que daré en este momento es precisamente la razón del porque forme una vez más el consejo.

No tenía un gran público, la reunión se llevaba a cabo con los hombres de mayores cargos en el castillo, más sus nuevos miembros del consejo en el salón. Una gran mesa con él en la cabecera, su mujer a su lado, y el resto de las personas sentadas tanto como paradas dependiendo del rango que tenían en el castillo.

—Changmin me jurara lealtad y se despojara de su símbolo patrio. Se convertirá en un verdadero silliano y tomará el cargo de guardia personal de la reina.

Escucho varios "oh", suspiros sorprendidos por sus palabras, después de tanto pensar había cumplido su cometido.

—No sé cómo agradecerte. —Lloraba su esposa sobre su regazo tarde por la noche en el intento de descansar a esas horas de la noche.

—No tienes que agradecer nada. Hice esto por ambos.

—Ya lo daba por perdido, muchas gracias. — Sunghee tomo su rostro entre sus manos. — Al menos dime cómo puedo ayudarte, ¿Quién es tu enamorada? Haré lo que sea para que estés con ella.

—No es necesario, no te preocupes. —Sonrió acariciando el rostro de la mujer con delicadeza.

—Es en serio, haré lo que quieras. Tu solo dime cuando debo tomarme un tiempo para que estés con ella, si quieres escaparte una noche, lo que sea..

—Realmente no tienes que preocuparte, el tiempo tampoco nos ayuda demasiado.

—Cierto.. —Soltó un suspiro suave. — ¿Es una criada, no?

JaeJoong negó.

—Cuando llegue el momento te lo diré.

—No tienes por qué ocultarme tu amor...—Pronunció su esposa en una suave sonrisa antes de robar un beso de los labios ajenos, corto. — Sabes que estoy enamorada de un caballero de mi reino, no puede ser tan malo...

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