Maldita celebración

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—¿Una hora? —Negó. — Necesitaré más que eso...

Su cuerpo ya se encontraba caliente gracias a las atenciones que le había entregado el menor mientras intentaba hablar con el anunciante. Podía detenerse si lo deseaba, no era como si antes no hubieran dejado a medias el trabajo, no siempre lograban acabar con lo que empezaban, de hecho el llegar al orgasmo mientras se masturbaban no lo consideraba un trabajo completo, para el completar el trabajo era unirse a Yunho, pero lo había intentado tantas veces que espero finamente por el día en el que negarse, no podía.

—Déjame disfrutarte treinta minutos. —Susurro contra el oído del moreno.

—¿Treinta? ¿No teníamos una hora?

—No llegaría a la celebración si ocupamos la hora.

—Hm.. Tienes razón.

—¿Entonces? —Pronunció en un tono más coqueto.

—Disfrútame treinta minutos.

No quería pensar en aquella como la última noche que podría pasar tiempo con Yunho, aunque no era literalmente la última, solo que no podrían pasar juntos como lo hacían en aquellos días. El matrimonio solo unía a dos príncipes, lo que le seguía era asumir como rey y eso, eso era lo que le alejaría por completo del moreno, las malditas responsabilidades que debía tener un rey. Todo su reino no solo se componía de un pueblo, el pueblo en el que le conocían como Hero, era el más cercano, sabía que existían otras tierras más allá de las montañas, aquellas en las que los reyes no se acercaban por más de una razón. Primero, la lejanía, el viaje que existía de un pueblo a otro por más que fueran unas cuantas horas corrían un gran peligro, las personas de Gouryeo se encontraban ocultas en muchos lugares, cualquiera podría atacarlo e iniciar la siguiente guerra. Le seguía el hecho de obedecer a los malditos sabios o consejeros del rey, primero debía preocuparse por el pueblo más importante, el principal, pero todo lo que ellos deseaban era darle más a los que ya tenía y no a los que realmente lo necesitaban.

La pobreza en los pueblos se veía en todo reino, pero claro, se encontraban en sectores que no fuera visible para extranjeros, no perderían la oportunidad de mostrar un atractivo a aquellos que visitaban por primera vez Silla. Era por ello que JaeJoong se había convertido en Hero, el enmascarado que ayudaba a los pobres.

¿Cómo sería su vida cuando asumiera el puesto de rey? ¿Lograría salir una vez más como Hero? Aunque era clara su respuesta, probablemente el tiempo libre que considerara para visitar al pueblo lo distribuiría con Yunho, de ese tiempo debía tomar en cuenta a su esposa, los deberes de rey...¿Qué tal si tenían un hijo? Ni siquiera quería pensar en el sexo, necesitaba a Yunho, el moreno debía ser quien le arrebatara lo que muchos llaman "Virginidad"

—¿Listo? —Pregunto Yunho desde la puerta como un buen soldado.

—Lamentablemente, si.

—Deberías cambiar esa cara.

¿Cómo cambiarla? Si iba obligado a un lugar en el cual no quería estar. Estaba serio, inexpresivo, común en el príncipe para aquellos que no le conocían perfectamente, su sonrisa era para limitados.

—No quiero ir.

—Pero debes... Tienen todo preparado.

—Si, mujeres semidesnudas que se pasearan por todos lados intentando toquetearme y buscando una oportunidad conmigo aun sabiendo que estoy comprometido. —Bufó.

—Esa parte de toquetearte no me gustó mucho...—Sonó la voz ronca del moreno.

—No debería gustarte. Tocarán lo que es tuyo. —Hizo una pausa. — Oh espera...

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