Narra Juan.
Yo me di cuenta de lo que le pasaba a Anabella. Antes de decirle a mi mamá que nos íbamos, vi detrás de Anabella a Thalia con una sonrisa malévola en su rostro. Algo le hizo, después lo sabré.
— ¿Estas mejor?
Anabella me miró y sonrió.
— ¿Ya me quitaras esto insoportable que tengo adentro hace cuatro horas?
Sonreí mientras me acercaba a ella.
— Voy a apagar el incendio forestal.
— ¿Con tu manguerota, no?
Empezó a reírse a carcajadas, haciéndome sonreír Mas.
— No solo con eso.
La levante de las piernas. Ella se sostuvo de mis hombros y subimos a la habitación.
Acosté a Anabella en la cama. Rompí su vestido, así como también su ropa interior.— Eso fue lo único que me quedaba bien.
— Mañana te compro 500 iguales.
Besé Su cuerpo hasta su feminidad, donde quité el estímulo que tenia y lo reemplace con mi mano.
— ¿Ahora entiendes para que sirven las pelotas de metal?
— S... Si.
Gimió. Me encantaba escucharla así. Aunque también en silencio, pero así era mejor.
— Juan... Ya... Te necesito.
Se levantó y se tiró a mi como un león a su presa. Quitó mi ropa, y término por destruir mi camisa y mis boxers.
— Estamos a mano.
Sonrió, aunque quité esa sonrisa con un beso. Un beso que me dio corrientes eléctricas en el cuerpo, me hizo erizar la piel. ¿Por qué me pasa ahora y qué es?
— Te quiero...
Susurró sobre mis labios.
— Yo también te quiero.
Narra Anabella
Maldito Jack. No entiendo porqué me hace quedar hasta esta hora. Todos ya se fueron y yo me quede en una edición que no tiene sentido alguno. Apenas terminarlo, lo lleve a su oficina.
— Jack, ya esta. -Deje la edición a un lado- ¿Algo mas?
— Sientate, tenemos que hablar.
Cerró la puerta. Hice caso a su pedido.
— ¿Hice algo mal?
Sentí su respiración detrás de mi.
— No ser mía, eso es lo único.
Sus manos pasaron por mis hombros, aunque las saqué enseguida.
— Eres tan linda Anabella, ahora entiendo porqué todos los hombres te desean. Desde J Balvin hasta yo.
— ¿José que tiene que ver en todo esto?
— José no es el problema, sino tu.
Quiso besarme, pero lo empujé y me levante. Me estaba repugnando.
— Veo que te gusta andar de zorra por ahí
Me di la vuelta.
— Yo no soy una zorra.
Volví a voltear para irme, pero Jack me aprisionó contra la puerta y la trabó.
— Sueltame...
— Si eres una zorra. Que le gusta que la golpeen mientras tiene un maldito miembro adentro. ¿Te gusta, no zorra? Yo puedo llegar a mas.
— Sueltame...
Empecé a forcejear para soltarme de su agarre. Empezó a besar mi cuello y yo seguía tratando de soltarme.
— Eres tan zorra que te dejas tocar por cualquiera. ¿Londoño ya no te da placer?
Levante mi pierna y le di en su punto débil.
— Él lo hace mejor.
Abrí la puerta y salí corriendo. Estaba temblando, los ojos se me llenaron de lágrimas pero seguí corriendo hasta salir del edificio. En ese momento, Juan llego a buscarme. Apenas vio mi estado, él y Taylor se bajaron del auto.
— ¿Qué paso?
— Ja... Jake me... Me...
— Iré a ver.
Se estaba adentrando al edificio y volvió a mi.
— Taylor, mejor ve tú a ver que paso, yo me quedo con Ana
Taylor se fue.
— ¿Te quiso violar?
Asentí. No se realmente si fue eso, pero de todas formas pude salir de ahí.
— Tranquilizate Ana. Vamos.
Subimos al auto. Cuando Taylor se desocupó, volvió y nos fuimos.
— Odio a ese tipo.
— Tranquila. Ya no será necesario que trabajes.
Lo mire mal.
— No quiero ser una mantenida.
— No lo eres ni lo Serás. Sabes que siempre puedo con todo.
Sonrió.
- Arrogante.
- Aún así, se que me quieres.
Y tenia razón. Con o sin defectos el me encantaba de todas formas.