Narra Anabella.
— Solo es un leve esguince... Se quita con algunas pastillas.
El medico por fin dejó de tocar mi pierna. Le dio un papel a Juan y se fue..
— Mañana te consigo todo esto... Ahora a dormir...
— No comiste nada.
— Tranquila, no tengo hambre.
Se acostó al lado mío y me abrazó.
— Descansa...
— Tu igual. Si quieres algo o necesitas algo, llámame y me levanto a ayudarte.
Besó mi hombro y se acomodó mejor.
— Te quiero Nena.
Susurró antes de dormirse.
— Yo también te quiero Juan...
Me di vuelta despacio y lo abracé. Se acomodo entre mis brazos, haciéndome sonreír.
— Nunca me faltes...
Sonreí mas y cerré mis ojos. Así cayendo en un profundo sueño.
*— Ana... Hermosa... Arriba.
Abrí mis ojos despacio, para acostumbrarme a la luz que entraba por la ventana.
— Buenos días -Besó mis labios- ¿Como te sientes?
— Duele mucho... Y buenos días a ti también
Sonrió y se acomodó a mi lado.
— Te traje el desayuno y las pastillas para el dolor.
— ¿Son muchas?
Las contó.
— 7 y un jarabe.
— ¿Siete pastillas? -Grité- Ay no...
— ¿Que tiene? Son unas pastillas nomas.
— Es qué... Soy una estúpida con las pastillas y las termino masticando. No se tragarlas bien.
Sonrió con malicia.
— Me estoy refiriendo a los medicamentos, puerco.
Estalló en carcajadas.
— Lo siento.
Suspiro.
— Toma de a una o dos ahora, otras en el medio de la comida y otras al final de la comida. O sea, Antes, durante y después del desayuno.
Asentí haciendo lo que decía. Me costó digerirlas, pero nada que no se pueda solucionar.
Después de desayunar en la cama junto a Juan, llegó un cierto momento donde él estaba sobre mi, besándome despacio. Repartía caricias por mi cuerpo mientras nuestras lenguas estaban en una pequeña guerra.
Juan se ha estado comportando distinto. Está mas cariñoso a lo que era antes. Aunque eso no cambia que deje de quererlo por mostrar su lado dulce y sensible, de hecho, hace que me enamore una y mil veces mas de él.— Juan... -Reí- Quiero ducharme.
Dejo mi cuello y besó mis labios otra vez.
— ¿Quieres ducharte sola o conmigo? Si quieres te ayudo a entrar al baño, te duchas y relajas sola.
— Si... Necesito relajarme y estar sola un rato.
Sonrió.
— De acuerdo. ¿Quieres un baño de inmersión?
Asentí.
— Mientras buscare mi ro...
— No señorita -Juan me acostó de nuevo, ya que me estaba levantando- Dime que ropa quieres y yo la busco
— El pijama de emojis y... Bueno...
— ¿Bragas? ¿Cuales?
— Las negras con el colgante al costado.
Mis mejillas ardieron, él rió.
— Ya estoy acostumbrado, tranquila.
— Es que... Es muy íntimo.
— Ana, te saqué las bragas muchas veces. No es algo que no haya visto ya.
Me besó.
— Busco tu ropa y vengo asi te ayudo a levantarte.
Sonrió y se fue.
La verdad, prefiero a Juan así que siendo seco.
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