Capitulo 7

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Narra Anabella.

Juan estaba en un extremo del Living y yo frente a él. Cruzada de brazos. Esperando que hablase.

— ¿Quien es y porqué te recibió así?

Hable primero.

— Thalia es la amiga de mamá...

— ¿La que te llevo a hacer esto? ¿Se siguen encontrando?

Juan asintió. Me miró, sus ojos demostraban dolor.

— Ahora solo somos buenos amigos... Nos encontramos poco y nada.

Bajó su cabeza de nuevo.

— Vete con tu mejor amiga entonces. Por su culpa no puedo abrazarte, no puedo saber de ti, no puedo siquiera besarte.

Me di la vuelta. Lista para irme. Pero lo sentí detrás de mi y el ruido de que chocó contra el piso.

— Hazlo Anabella. Haz lo que quieras. Me entrego a ti.

Me di la vuelta. Estaba arrodillado delante de mi, con las manos sobre sus rodillas y la palma hacia arriba. Tal y como me hizo hacer a mi. Su camisa estaba desabrochada y su cinturón a su lado.

— No Juan... No...

— Si Ana, aquí estoy.

Me agache a su lado.

— Juan, no soy ese tipo de mujer.

Levante su mirada.

— Solo quiero tocarte... Aunque sea una sola noche.

Una lágrima cayó de su ojo. La Sequé y le sonreí.

— Ayudame.

Se levantó y lo seguí. Saco un labial, no se de donde.

— Marca mis límites.

Él solo trazó una línea sobre su clavícula. Me dio él labial rojo y marque un estilo de cuadrado a lo largo de su pecho y abdomen. Parecía que lo hiciera con cuchillo. Le dolía y suspiraba.

— Ese es mi limite. Puedes tocarme.

Suspire, quitando su camisa lentamente.

Narra Juan.

No pude ocultárselo, simplemente no. No podía ocultarlo mas, no podía menos ante ella. Ahora lo sabe, sabe quien me llevo a ser lo que soy.

Ahora me metí a duchar. Tenia el rojo labial un poco corrido. Anabella se apodero de mi cuerpo y, por ser la primera, fue espectacular. Ella se adueño de la situación, al menos hoy.
Anabella entró a la ducha conmigo y sonrió. Besó mi hombro, mojándose.

— ¿Estas bien?

— Si... Solo que no me acostumbro a nada de lo que hiciste.

Agarre la esponja para quitarme el labial.

— Yo lo hago.

Le di la esponja y comenzó a pasarla por alrededor de mi pecho y abdomen. Suspire varias veces. Esto me provocaba un cosquilleo extraño en el cuerpo.

— Ya...

Me dio un corto beso y se quitó el broche que tenia sosteniendo su cabello.

— Yo te lavo el cabello.

— Tranquilo, yo lo haré. Solo ayudame con la espalda.

Hice caso omiso y puse shampoo en su cabeza. Lave su cabello y cuerpo como si estuviese lavando una estatua de porcelana. Ella hizo lo mismo conmigo. Bueno, sólo el cuerpo.

— Nena...

Me apoye en la pared mientras la besaba.

— Juan... Tenemos que salir.

Rió. Bese su cuello y toque su feminidad. Apenas un roce ya me hizo endurecer.

— Basta... Ah...

Me di vuelta. Ella quedo sobre la pared y yo moviéndome a su ritmo. Dios, esta chica podía lograr lo que otras no.

Lo que me esta pasando será... ¿Será amor?

50 Sombras mas OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora