Capitulo 8

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Narra Anabella.

Ya tenía listo mi peinado. Era un estilo de trenza enroscada. Era raro y bonito, me gustaba mucho.
Ahora estoy pasando crema por mi cuerpo y buscando mi vestido. Me sentía un tanto observada, y no hacia falta mencionar quien era y la sonrisa extraña que tenía en su rostro. Estoy en ropa interior, así que seguro esta duro como piedra. Tengo una ropa interior negra, de encaje y con portaligas. Ya me canse de su mirada así que voltee.

— Juan...

Reproche, haciendo que sonría y se acerque a mi. Besó mis labios suavemente.

— Estas ardiente Nena -Me besó un poco mas intenso- Esta noche quiero algo distinto -Susurró en mis labios- ¿Aceptarias?

— Si... ¿Qué?

Se separó un poco de mi.

— Estabas algo... Cerrada -Lo mire raro- Solo voy a estimularte un poco ¿Si?

Asentí. De su bolsillo saco unas pelotas de metal. Mas exactos, las que vi el otro día, en un tamaño promedio.

— Primero hay que lubricarlo...

Las dos bolas metálicas estaban unidas por un estilo de cordón negro. Juan sostenía estas por el medio del cordón.

— Abre tu boca.

Lo hice. Juan puso una bola metálica en mi boca. A los minutos las saco.

— Date la vuelta e inclinate.

Lo hice. Él me acarició y corrió mis bragas.

— Que ni se te ocurra poner eso en mi trasero...

— Ahí no va, Ana.

Rió. Empecé a gritar. Dios, estaba helado y dolia un poco.

— Listo, enteresate.

Me puse derecha.

— Auch... ¿Para que sirv...?

Juan me movió un poco.

— Ah... Ya entendí.

— Termina de prepararte, enseguida nos vamos.

Besó mi mejilla y se volteo.

— Ah, me olvidaba, ponte esto.

Me dio un antifaz plateado brilloso.

— Tenemos que tener uno. Obligado.

Sonrió.

— Te espero abajo

Se fue. Termine de vestirme y baje. El vestido era Rojo, largo y suave.

— Si antes estabas ardiente, ahora es un incendio forestal.

Mis mejillas terminaron como mi vestido.

— Ya, vamos.

Me sostuve de su brazo y nos fuimos.

(...)

— Demasiada gente...

Acomode el plateado antifaz.

— Si, ya estoy acostumbrado. Mamá siempre hace esto.

Le di una rápida mirada mientras nos acercábamos a Marlli.

— ¡Hijo! ¡Ana!

Nos abrazó a los dos.

— Marlli... Cuanto tiempo sin verla.

— Es verdad... Ya nos veremos mas seguido.

Le sonreí. Juan y yo seguimos el camino hasta nuestros lugares. En el tramo, nos encontramos a Manuela junto a unas amigas y también a Ally Con Santiago.

— Ana ¿Por qué hiciste eso?

Mire a Juan.

— Invertí el dinero de mi coche en algo útil. Dejame.

Le saque la lengua.

La cosa fue asi. Estaban subastando varias cosas, desde vajillas  hasta mansiones. Y, con el dinero que Juan me dejo en la Cuenta, compre una mansión en las afueras de la ciudad. Que, era de Marlli.

— Necesito ir al baño.

Me levante. De todas formas la subasta ya había terminado.

— Esta bien. Es arriba, la puerta seguida de mi habitación -Sonrió- Te espero aquí.

Besó mi mejilla y yo me fui.

Después de vaciar mi vejiga, fui a lavar mis manos y arreglar mi maquillaje. Me di cuenta que una mujer no dejaba de mirarme, así que al terminar voltee a verla. Era la "Estilista" y "Mejor amiga" de Juan

— Él no te va a durar toda la vida.

La mire mal.

— ¿Perdón?

— Ay, que idiota, no me presente. Thalia Miranda.

Me tendió la mano, solo me cruce de Brazos.

— Anabella Mellark.

— Anabella, ten mucho cuidado a partir de ahora.

— Sea coherente.

Sonrió.

— Solo ten cuidado, podrían pasarte cosas muy malas.

Se quedo sonriendo. Me fui casi corriendo. Esto me aterraba en cierto modo, quería alejarme de esa mujer.

— Ana ¿Que pasa?

Corrí a los brazos de Juan.

— Quiero irme, por favor. No me siento bien.

— Ya veo, estas pálida -Acarició mi mejilla- Le dire a mamá que nos vamos.

Besó mi frente y se volteo para darle dicho comunicado a Marlli. Ella solo asintió y nosotros nos fuimos.

Esa mujer me da muy mala espina.

50 Sombras mas OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora