Narra Anabella.
— ¿Ya te vas?
Juan asintió.
— Ana... ¿Pasa algo?
Negue con la cabeza. Juan agarró su maleta y me sonrío.
— Se que vas a tardar y... Bueno, mañana es tu cumpleaños... Y quería darte algo.
Busqué la cajita y se la di.
— No lo veas hasta mañana.
Asintió. Me dio un beso y se guardo la caja en el bolsillo de su pantalón.
— ¿No se rompe?
— Creo que no...
Me abrazó. Escondió su rostro en un hueco de mi cuello y dejo algunos besos ahí.
— Te voy a extrañar Nena...
— Y yo...
Besó mis labios una ultima vez.
— Me voy... Portate bien y recuerda, eres solo mía.
Reí.
— Fuiste el primero y el único -Levante un hombro- Y lo mismo digo para ti.
Ahora él rió.
— Adiós Juan. Avisame cuando llegues.
— Adiós Nena, y si, te aviso.
Me beso y se fue.
Tenía que hacer un viaje de negocios. Volvía en unos cuantos días. Y la noche que volvía, Marlli le organizaría una fiesta.
Algo no saldrá bien en ese viaje... Tengo el presentimiento de que algo va a pasar.
Narra Juan.
Subí a mi helicóptero y empecé a pilotear.
Me alejaba cada vez mas. Notaba que algo no esta bien.El helicóptero comenzó a fallar y a caerse.
— ¿Que pasa?
Preguntó Lucia, mi acompañante e instructora.
— No lo se.
En ese momento, mi vida pasó delante de mis ojos en un segundo. Desde que murió mamá, cuando Marlli me adoptó, cuando conocí a Anabella, todas las aventuras que tuvimos, todo. Mis 24 años pasaron adelante de mi vista, como si fuera una película.
Todo se volvió oscuro. Parece que me metiera en un tubo. Escuchaba a Lucía hablar, preguntando si estaba bien. A mi parecer respondía, por lo que ella decía no podía distinguir si lo hacia o no.
Por primera vez en mi vida sentí miedo. ¿Estoy vivo o estoy muerto?
Narra Anabella.
Manuela, Marlli y Ally estaban llorando. Mientras yo seguía sin poder creer lo que veía en televisión. Él no tuvo un accidente, seguro es cualquier otro y lo pasan como si fuera Juan.
- El famoso empresario Juan Londoño y su acompañante, Lucia Morris, se encuentran fuera de peligro. Sufren heridas leves, se encuentran bien. El helicóptero ha quedado destruido en la montaña de las afueras de la ciudad. Ampliaremos...
Apague el televisor. Al ver eso, todos estaban mas histéricos.
— ¿Se puede saber que hacen todos aquí?
— ¡Hijo!
Marlli saltó a abrazarlo. Él estaba algo cortajeado, lleno de polvo, pero bien.
— ¿Estas bien?
Preguntó Santiago.
— Si... Solo quisiera descansar... Me duele el cuerpo.
Estuvieron unos minutos agobiándolo con preguntas. No quise acercarme aún. Yo estaría con él toda la noche, así que le podre preguntar qué pasó.
Marlli, Luis, Manuela, Santiago y Alondra se fueron.
Juan me miró. Me levanté del sofá y acerqué a él. Lo abracé suave.
— Tenía miedo...
— ¿Miedo de qué?
— De perderte...
Sonreí, separándome de él.
Este hombre me va a matar de amor. Aún estando en situaciones así es romántico.
— Ya está... Ya pasó... Sólo fue un susto.
Me dio un beso corto.
— Pienso que algo hicieron... El helicóptero estaba bien, alguien saboteó algo en la mecánica...
— ¿No se sabe que falló?
— No todavía. Ya mande a hacer investigaciones... Solo se que estaba en el aire, de repente empezó a fallar y caer, largando humo negro...
Suspiró.
— En serio tenia mucho miedo...
Sonreí, sentándome en el sofá de nuevo.
— Ahora puedes saber algo mas...
Subió su ceja.
— ¿Qué? ¿Que debo tomar medicamentos? ¿Que debí ducharme?
Sonreí, negando con la cabeza.
— Mira tu bolsillo...
Metió la mano al bolsillo de su pantalón y sacó la cajita.
— Dije que lo vieras mañana al llegar... Pero creo que es mejor que lo veas ahora.
Sonrió, abriendo la caja.
— Es un llavero...
Lo miró.
— Apreta el botoncito de atrás...
Lo volteo e hizo lo que pedí. Al leer "¡Si!" con las luces, me miro serio.
— Esto es...
Asentí.
— ¿Tuve la respuesta en mi bolsillo todo este tiempo?
Volví a asentir, riendo. Me levante y me puse delante de él.
— Si quiero dar un paso mas contigo.
Me besó suavemente.
— Gracias...
Sonrió.
— No me digas nada... -Acaricie su mejilla- Mejor ve a ducharte y a acostarte... Haré algo de comer y lo llevo a la habitación.
— Ok...
Me soltó.
— Ah, por cierto, me fascina el llavero.
Reí.
— Me costó elegirte algo...
Acabo de reaccionar. Me tire a abrazarlo otra vez, suave para no lastimarlo.
— ¿Que pasa?
— Feliz cumpleaños... Mi amor...
Sonrió y me besó.
— Gracias... A...
Se trabó.
— Gracias Am... Amor.
Suspiró y rió.
Le costo decir eso.
— Ve a acostarte... Ya te llevaré la comida.
Asintió.
— Te espero, Amor.
Reí.
— Okey...
Murmuré.
Nada se compara con la felicidad que tengo en este momento.