Capítulo 20

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Contado por Esme

Eran las ocho de la mañana y ya estaba de pie. No pude dormir muy bien durante toda la noche, cada vez que cerraba los ojos veía el cuerpo de mamá, de Kelly o la forma como asesinaban a los padres de Davina y además cuando logré conciliar el sueño Kelly me despertó con su llanto hasta que alguien la hizo callar.

Creo que estoy exagerando con respecto al sueño, pero no es algo que pueda controlar.

Salí de la habitación y me dirigí hacia la cocina para hacer algo para desayunar.

Además de no haber podido dormir, recordé que ayer no hice nada y tan solo me quedaban dos días para encontrar un hechizo para Israel. Hacía falta que vaya al museo por la varita y el libro de hechizos para saber si encontraba algo. Pero necesitaba a alguien que me acompañe, las gemelas son la mejor opción, así que tenía que superar todo, o al menos hacerlo de lado para ir por ello.

Llegué hasta la cocina y decidí preparar unos huevos para el desayuno.

-Que madrugadora -escuché decir a una voz detrás de mi que hizo que me exaltara. Me giré y me di cuenta que era Alejandro.

-Me asustaste -me quejé.

-Si. Lo noté.

Decidí ignorarlo y seguí con lo mio. Terminé de preparar el deaayuno, sintiendo su mirada sobre mi todo el tiempo.

-¿Quieres un poco? -pregunté pero negó con la cabeza. Me serví en un plato, tomé los cubiertos y me dirigí a la mesa.

Comencé a comer y él seguía sin quitarme los ojos de encima.

-Basta de esto -dije molesta-. ¿Qué es lo que quieres?

-Nada. Símplemente quiero estar aquí contigo. ¿Hay algo de malo en eso?

-Es malo si yo no quiero tenerte aquí- dije levantando la voz.

Alejandro se limitó a seguirme mirando fijamente.

-Para ser alguien que me tiene miedo, es muy valiente de tu parte gritarme así.

-¿Por qué dices que les tengo miedo? -pregunté intentando parecer indignada.

-Por casi nada. No es nada obvio que después de que nos viste asesinar a los hechiceros has estado rara. Como tampoco es obvio que te pones nerviosa cuando nos acercamos a ti.

-No uses tu sarcasmo barato conmigo. Y no, no te tengo miedo ni a ti ni ninguno de los demás -refuté.

Alejandro se quedó pensativo por un momento y de un segundo a otro desapareció.

-¿Estás segura? -dijo en mi oido haciendo que me sobresaltara y cayera de la silla. Comenzó a reir-. Me queda claro que no me temes.

Sin dejar de reirse estiró su mano frente a mi para ayudarme a levantarme, pero le di un golpe para que la apartara de mi y después me levanté por mi cuenta. Estaba a punto de marcharme, pero él me detuvo.

-No es necesario que intentes ocultarlo, todos nos hemos dado cuenta de ello. Y a pesar de que me ofende eso, en cierto modo lo entiendo. No debimos habernos dejado llevar por el momento, mas aún cuando tu estabas presente.

-Yo no tengo ningún trauma.

-Es normal que lo tengas. A diferencia de Kelly, Davina y Leo, tu no estuviste presente en la mayor parte de la batalla en la escuela, todos quedaron afectados al ver sangre y cadáveres de personas que conocían. Tenían miedo de los vampiros, pero tuvieron que enfrentarlo para sobrevivir, y tu tendrás que hacer lo mismo. Eres una hechicera suprema, te has involucrado en un mundo difícil en el que lo que viste hace unos días será como un paseo por el campo cuando tengas que pelear contra vampiros o sentarte a ver como asesinan a los que quieres.

IV: El descendiente del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora