Capítulo 28

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Contado por Israel

Miré a mi alrededor. Tenían a todos los que me importan -algunos mas que otros- con dagas en el cuello.

Ahora ya no me sentía triste, me sentía furioso.

Podría hacer un hechizo para desarmarlos o alguno que nos hiciera desaparecer, pero no sabía de que tanto serviría todo esto, después de todo no solo tenían amenazadas a Davina y Kelly, las cuales podrían desaparecer del alcance de Hernando y los demás lobos, pero al amenazar a Mary y a los demás todo cambiaba.

Podría decirle que en realidad no soy un licántropo, sino un hechicero supremo, pero algo me dice que el engaño no lo tomará muy bien.

Perdóname Esme, pero no puedo dejar que a ellos les pase algo, sería demasiado egoísta. Espero que en verdad no te hagan nada malo.

-Está bien, iré contigo -dije por fin.

-Sabia decisión. Ahora Edgar -indicó a uno de los licántropos- Lleven a Israel y a los otros a las celdas. La hospitalidad terminó.

-¿Qué estás diciendo?  -cuestinó Mary.

-Lo siento Mary, no es personal pero tengo que hacerlo ppr tu estúpida lealtad. Sabemos que si te dejo libre intentarías liberarlo y al capturarte a ti tus amigos intentarían liberarte.

Mary no dijo nada. Simplemente guardó silencio y observó a Hernando con decepción.

-¿Qué haremos con las brujas? -preguntó ese tal Edgar.

-No podemos dejarlas ir. Tendríamos que asesinarlas.

-Si las tocas te juro que...

-No jures por algo que no puedas cumplir -me interrumpió Hernando-. Pero no te preocupes. No las mataremos aunque lo merezcan por haber matado a uno de nosotros.

-Nosotras ¿que? -habló Kelly.

-Asesinaron a uno y a otro lo dejan muy herido.

-Eso es mentira -gritó Davina.

-Las conozco. Ellas no matarían a nadie -hablé en su defensa.

-No directamente. Pero si los vampiros que trajeron consigo.

Ninguna de ellas dijo nada. Eso parecía haberlos tomado por sorpresa.

-Y no lo niegan. Quiere decir que tengo razón. Trajeron vampiros a este sitio, vampiros que pueden hacer cosas que nunca habíamos visto. Israel, cada vez me sorprendes mas. Te relacionas con hechiceros y vampiros, de no ser porque te necesito te mataría ahora mismo. Solo espero que no estés tramando nada en nuestra contra.

-No estoy tramando nada. Ya lo dijeron ellas, mi hermana fue capturada y por eso vinieron aquí. Yo no tenía ni idea de lo que pasaba.

-Y justamente antes de eso, te pusiste mal por estar bajo tierra ¿no? Mas que curioso es sospechoso. En fin, llévenlos ahora a las celdas, incluyendo a las hechiceras.

De mala gana comencé a caminar al igual que los demás. No sabía donde se encontraban las celdas que mencionaron.

-No. Y no iré -gritó alguien detrás de nosotros y me giré para ver de quién se trataba, aunque por su voz, ya tenía idea de que se trataba de ese tal Leo. Empujó al licántropo que tenía la dags en su espalda y ahora estaba libre-. Yo no estaré encerrado por culpa de él.

-Leo, cállate -ordenó Armando.

-No. No me callaré. Puede que ustedes estén dispuestos a ser encerrados por culpa de él y de sus locas ideas por defender a esas brujas, pero yo no.

IV: El descendiente del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora