Capítulo 24

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Contado por Israel

-Tarda demasiado -escuché decir a Justin para si mismo.

-¿Qué es lo que tarda demasiado? -interrogué entrando a su habitación.

-¿No te enseñaron a tocar al entrar? -cuestionó Justin.

-Si. Pero dime, que tarda demasiado.

-Pues Esme, ya falta poco para que anochezca. Recuerda que es pasado mañana, falta poco tiempo.

-Ni lo menciones. Eso comienza a desesperarme. Además he intentado localizarla y no funciona, ni a ella ni a Rose. Esto no me gusta para nada.

-Tal vez se arrepintieron, quizá ya no quieren ayudar a estos perros.

Revolee los ojos, me di media vuelta y salí de su habitación. Ni siquiera valía la pena que comenzaramos a discutir.

Justin se veía raro. Si no lo conociera diría que trama algo. Pero él siempre está raro, así que no importa. Mientras ayude a los licántropos todo está bien.

Me sentía un poco cansado de estar encerrado aquí en la casa de Mary, por lo cuál decidí salir.

No había tenido tiempo de admirar bien el lugar, la única vez fue cuando entré y el resto del tiempo he permanecido dentro de la casa de Mary.

Comencé a vagar por ahí, únicamente veía las casas y a las personas que estaban fuera de estas; la mayoría me saludaba y dedicaba una gran sonrisa cuando pasaba junto a ellos, otros pocos me miraban con curiosidad y solo un par me dedicaron una mirada cargada de odio.

Me pregunto por qué será.

Quien sabe, tal vez me lo imagino únicamente o no creen que pueda ser el lobo que los salvará, y si piensan eso último pues están en lo correcto. No soy ningún lobo que los salvara, soy un vampiro hechicero que los liberará.

Llevaba bastante tiempo recorriendo el lugar cuando sentí que alguien me estaba mirando.

Observé a mi alrededor y pude ver a un chico, si no me equivocaba, era el amigo de Luis.

Me hizo una seña para que lo siguiera y yo, confiadamente lo hice.

Iba detrás del chico y pude darme cuenta que caminaba de una forma peculiar, como si se lo hubieran... pero no, eso no podía ser posible. Tal vez se cayó de trasero y se golpeó con fuerza. Uno nunca sabe.

Entró en una casa que no se encontraba muy lejos de donde me llamó. Seguía pensando que todo eso era normal y entré en ella.

Era exactamente igual que la de Mary, tal parecía que todas fueron hechas sin ningún cambio.

-Te preguntarás por qué te llamé -habló el chico recuperando mi atención.

-En realidad no -dije caminando al rededor del lugar-. Simplemente quise hacerlo.

-Bueno. Tal vez no te interesa pero... necesito tu ayuda.

-¿Mi ayuda? ¿Para qué?

-Necesito que me beses.

-¿Qué? -pregunté confundido.

-Que necesito que me beses.

¿Necesita que lo bese?

Que necesitado. No es nada tonto el muchacho.

-Entonces... ¿Qué dices? -preguntó.

-Digo que pedir besos a otros hombres es asqueroso, solo debemos besar a las mujeres. ¿Cómo se te ocurre pedirme tal cosa?

IV: El descendiente del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora