Capítulo 9

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¿Dónde te escondes? —Se preguntó el noruego mentalmente viendo un grupo de ubicaciones tal cual lo haría un detective.

La armada roja había tratado de capturar —O de matar si era sumamente necesario— a una criatura que simplemente surgía, destruía, y desaparecía mientras Tord estaba ausente dejando a Paul y Patryck a cargo.

Si, vivía de nuevo con los chicos, pero no podía dejar sus responsabilidades como líder.

Tord había mudado su oficina a la casa, ahora había una habitación llena de planos y archivos de gran importancia, rezaba por que este lugar no explotara también.

Había pasado todos estos días centrado en esa misión: atrapar o matar a la bestia; pero no daba con ella de ninguna manera, solo tenía las ubicaciones y fechas en las que había aparecido. Algo que sin duda notó es que todos esos lugares eran cercanos entre sí y que las apariciones eran cada vez más frecuentes.

Alguien tocó tres veces la puerta asomándose por esta, era Edd.

—¿Estás ocupado? —Preguntó.

—No realmente.

—¿Por qué tu armada es la que se encarga de esto? —Hizo una segunda pregunta. Nunca habló de estas cosas con Tord, sentía que tenía que saber todo de él al igual que lo sabía todo sobre Matt y Tom.

—Porque nadie más se encarga de cosas tan peligrosas, además, podría ser útil —Respondió con toda la tranquilidad del mundo viendo algunas fotografías.

—Bueno... —Comenzó a decir el castaño— los chicos y yo pensábamos ver una película más tarde, ¿Te apuntas? —Bebió de su lata de cola como era costumbre.

—Sí —Respondió sin pensarlo— Necesito tomarme un respiro —Tord suspiró recostándose al espaldar de la silla.

—Ya, anímate. Seguro la respuesta está más cerca de lo que crees —Dijo Edd al verlo decaído; el noruego solía ponerse así cuando las cosas no salían como él quería— Anda, vamos, sal de estas cuatro paredes tan estresantes.

—De acuerdo —Dijo levantándose de la silla caminando con el castaño hacia la terraza.

Ahí estaban el ojinegro y Matt, peleándose por una rosquilla como caninos.

—¡SUÉLTALA! —Dijo Tom insistente jalando uno de los extremos de la bolsa donde estaba el dulce.

—¡OBLÍGAME! —Gritó el pelinaranja igual de insistente.

—¡¿POR QUÉ NO PUEDO DEJARLOS SOLOS UN SEGUNDO?!

—Tranquila mamá Edd —Dijo Tord acercándose a los chicos quitándoles la bolsa de un jalón sacando la rosquilla de su interior y amenazando con dejarla caer al suelo.

—TORD NO TE ATREVAS —Le dijo muy seriamente el británico.

—¡Eso es mío! —Vociferó Matt.

—¡No es verdad, yo la compré! —Dijo Tom— tiene licor.

—¿Una rosquilla para alcohólicos? —Preguntó el noruego dándole un mordisco con curiosidad— sabe a chocolate y whisky —Comentó dándole otra mordida.

—¡NO TE LA COMAS! —Gritaron Tom y Matt al unísono.

Últimamente Tord había estado comiendo como cerdo; pasó tanto tiempo comiendo carne seca y bocadillos rancios en la armada que ahora no paraba de comer dulces, lo que sea que esté frito o algo que tuviese mucho aderezo.

—¡Deja de tragar tanto, idiota! —Le dijo Tom riéndose internamente mientras trataba de quitarle la rosquilla al noruego; lo que le fue inútil porque Tord es más alto que él.

—¡Déjame en paz! —Vociferó moviendo de un lado a otro hasta que se terminó el dulce.

—Insensible —Le dijo Tom al ver como se lamía el chocolate de los dedos.

—Puedes comprar otra luego —Dijo Tord— no seas tan exagerado.

—¿Luego? ¡JA! Tú vas a comprarme otra, AHORA —Comenzó a jalarlo de la capucha fuera de la casa.

—No lleguen tarde —Pidió el de sudadera verde.

Habían pasado algunos minutos caminando hasta que llegaron a una tienda cercana donde vendían las rosquillas, claro que vendían un montón de tipos y de combinaciones de sabores diferentes, pero Tom quería exactamente la misma. El noruego como disculpa pagó comprando unas cinco o seis extras para comérselas él y ofrecerle a Edd y Matt.

Cuando caminaban de regreso mientras hablaban de cosas triviales Tom paró frente a un bar/licorería.

—Ven, ya no queda nada que tomar en casa —Dijo entrando al lugar.

No era muy diferente a otros bares; música fuerte, gente tomada haciendo locuras o en el piso inconsciente y mujerzuelas de tacones con vestidos provocadores y llamativos. Más de una de esas mujeres le había llamado la atención y se preguntó si Tom también había visto al menos una; ¿Cómo saberlo si el ojinegro no tenía pupilas? Tord no podía determinar con exactitud qué estaba mirando.

Una chica de cabello negro, corto y rizado se tropezó intencionalmente con Tord sabiendo perfectamente que el noruego iba a atajarla.

—¿Estás bien? —Preguntó el de parche ingenuamente mientras el de sudadera azul se detenía y miraba la escena.

—Lo estoy ahora —Dijo la mujer batiendo las pestañas embobando al chico.

—Carol —Dijo secamente el británico de brazos cruzados.

—¿Tom? —Abrió los ojos con sorpresa— Relájate hombre, solo estaba jugando, ¿Cambiaste de opinión acerca de mi oferta? —Preguntó haciendo un puchero.

—No —Contestó— Tú, deja de verle los senos y muévete —Jaló a Tord de la manga de su sudadera lejos de la chica.

—Se veía como una persona agradable —Comentó el noruego.

—Las putas siempre son agradables —Dijo Tom— no te dejes engañar, todas aquí son arpías.

—Vestía normal, no parecía una cualquiera —Insistió.

—Se supone que es la novia del cantinero, además, ¿Que mente tan limpia tienes para no saber a qué se refería con «oferta»? —Preguntó el ojinegro.

—Muy limpia —Respondió Tord.

—¡Tom, mi cliente estrella! —Gritó el cantinero del lugar sonriente mientras se acercaban a la barra.

—Hey Louis —Saludó Tom con una sonrisa sentándose en uno de los bancos del lugar y Tord imitó su acción sentándose a su lado.

—¿Quién es el nuevo? —Preguntó el rubio.

—Soy Tord —Respondió amable.

—Bonito acento, Tord, ¿De dónde vienes? —Otra pregunta de parte de Louis.

—Noruega.

—Pues espero que a los noruegos les guste los tragos fuertes —Dijo divertido mientras le daba un trago con algún licor desconocido para él— Yo invito —Aclaró sirviéndole lo mismo a Tom el cual se bebió todo de golpe.

Tord confianzudo iba a hacer lo mismo pero el británico lo detuvo.

—Créeme, es mala idea si tu lo haces —Dijo.

El de sudadera roja no solía beber así que para que arriesgar su dignidad. Obedeció a Tom dando un sorbo llevándose solo medio trago. El ojinegro comenzó a reírse por la mueca de Tord, aunque casi no se había notado. Tord se terminó el trago, le había gustado.

—Sabes, creí que comenzarías a toser —Confesó Tom sonriente— nada mal.

Estoy de vuelta ★ TomtordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora