VIII.

362 40 2
                                    

 Era el receso antes de la clase de historia, yo estaba sentada en la parte de atrás del aula terminando de pegar los últimos pedazos de paginas de mi libro con cinta adhesiva, maldecía a Ámber entre dientes por arruinar mi libro y por que, aunque yo no quisiera admitirlo, su sucio acto de intimidación había funcionado un poco. 

—Te comprendo, a mi tampoco me gusta la historia.—era Rosalya quien se sentaba a mi lado sonriéndome. 

—Si, bueno, en realidad yo no he sido quien ha hecho esto.

—Déjame adivinar...Ámber.

—¿Qué pasa con esa chica?—pregunté sintiendo la frustración en mi voz.

—No le hagas caso, simplemente se dedica intimidar a aquellas chicas que le parecen una amenaza, no debes darle lo que quiere.

"No quiero que te acerques a Castiel" recordé entendiendo lo que Ámber pensaba cuando me dio aquella ridícula orden. 

—Yo no le represento ninguna amenaza. 

—Seguramente ella no lo ve así. Hablando de otra cosa, no te he visto últimamente en la tienda, tenemos unas nuevas prendas que estoy segura te quedarían perfectas.  

 Sonreí ante el repentino entusiasmo de Rosalya, había algo en ella además de su evidente belleza que la hacía relucir donde estuviese, deseé poder ser así también, se notaba que no era la clase de chica a la que Ámber se atrevería a incordiar.

—No lo se, he estado muy ocupada estudiando...

—Esa no es escusa para no lucir fabulosa, aunque sea ven a mirarlas. No tienes que comprar nada. 

—No lo se, tal vez pase por allí en la tarde.

—Estaré esperando.

 Finalmente me decidí de ir, no quería admitirlo pero en mi interior era evidente que lo hacía por la posibilidad de encontrarme a Lysandro. Hacía tiempo que no hablábamos y esperaba que ya no encontrármelo en el bus de la mañana fuera solo una coincidencia, Lysandro no tenía razones para evitarme ¿o sí? Sin embargo había algo con lo que no contaba y eso era Ken esperándome al salir del instituto. 

—¿A dónde vas Lara?

—A... Mi casa.

—¿Quieres que te acompañe?

—...En realidad voy al centro, tengo cosas que hacer.

—Genial, voy contigo. No es bueno que una chica bonita como tú vaya por ahí sola.

No se si fue por el sonrojo en sus mejillas al decir aquello o por su tierna insistencia pero decidí aceptar que me acompañase. No podía ser tan malo.

—De acuerdo, pero no necesito protección, no conoces la fuerza de esta chica.

Tomamos el autobús, no pude evitar pensar en Lysandro cuando lo hice y aunque era improbable que estuviera aquí no pude detener mi esperanza de encontrarlo allí o la desilusión que dolió en mi pecho por no verlo. Fue difícil para mí aceptar que me había enamorado de alguien a quien apenas conocía pero me imaginé que era así como funcionaba esto después de todo, al menos al principio, no se trataba de conocerlo, se trataba de querer conocerlo, querer saber que escondían sus silencios, en que pensaba tan concentradamente que le hacía olvidar otras cosas, de dónde venían sus canciones, a qué sabría su amor.

—Ya llegamos.—Ken jaló de mi camiseta sacándome de mis pensamientos.

Nos bajamos y un nudo se formó en mi estómago, presentí qué él estaría allí y comencé a temblar. Ahora que sabía lo que sentía, todo parecía más complicado. Él había estado evitando hablar conmigo, ¿y si lo hacía porque no le agradaba? No, debía haber otra razón. No llegaría a ninguna parte con todo aquel miedo. Si Lysandro estaba allí, haría lo posible para lograr hablar con él y arreglar las cosas. Intentarlo era lo menos que podía hacer.

Sad Song (Lysandro cdm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora