Soñar una vez más

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No salgo casi a ningún lado, uso siempre la misma ropa, mi habitación es nívea y monótona al extremo. Y aunque mis duchas son heladas, ya me he acostumbrado a ellas. Las visitas diarias de las personas vestidas igual es aburridísima. En mi salida diaria al jardín siempre voy a sentarme bajo un bonito roble que allí ahí plantado, extraño sentarme a charlar con Santiago bajo algún árbol.

Ya ha pasado un año, nueve meses, y catorce días de la muerte de mi mejor amigo ¿Cómo no recordar a la perfección su fecha de fallecimiento?, llevar la cuenta de los días que han pasado desde entonces es tortuosamente fácil, para cualquiera lo sería si cada noche sueñas con ver a esa persona amada.

A soñar una vez más…

Tres toques rítmicos golpean su puerta, sin dudarlo, Cristian le da permiso de entrar, algo lógico si esa persona es alguien a quien conoce. Se sientan un el sofá por un largo rato, el tiempo pasa charlando de forma fluida y ligera, cambiando de tema cada vez que uno nuevo les viene a la mente.

El dueño de casa le ofrece un poco de té a su inusualmente arreglada y bonita visita, por supuesto ella acepta con una sonrisa y agradece. Al terminar de su té, ambos deciden que ya es tarde, aun así ella no quiere irse y le pide pasar la noche en su casa, a lo que el acepta.

Santiago se duerme primero por la fatiga que su trabajo le dejo como secuela, primer error. El teléfono de él queda en el baño, segundo error. Ella aun no se duerme, tercer error.

La joven no logra conciliar el sueño por haberse pasado la mañana durmiendo, o eso fue lo que le dijo para que pudiera irse a dormir tranquilo a su habitación.

Se encuentra parada a los pies de la cama de su secreto amado, solo parada mirándolo con una sonrisa angelical dibujada en su rostro. Despacio y con cuidado se acerca hasta quedar al lado de su cama, se arrodilla quedando así su rostro justo frente a de él que muestra una dormida expresión; solo lo observa detenidamente. la sonrisa angelical se va transformando en una más extensa en su rostro. Conforme pasa el tiempo su respiración se agita. Intenta controlar sus impulsos sin éxito alguno, corre al baño desesperada y acalorada después de besar suavemente los labios del hombre que ama.

-Burrr burrr burrr- un sonido de vibración hace que me asuste y pegue un brinco en el lugar. Era el celular de Santiago.

-Hola amor, disculpa la tardanza- un mensaje similar fue el que pude leer en ese móvil.

-¿¡hola AMOR!? ¿Amor?-.grite en un principio para después disminuir mi tono de sorpresa e ira. Sentí un ardor interno que subía hasta mi pecho, desesperadamente intente borrarlo con mis dedos y uñas, mi pecho al igual que la remera de Santiago que llevaba puesta quedaron cubiertos de rasguños y pequeños rastros de mi sangre. Continúe rasgando mi pecho por un momento mientras miles de pensamiento recorrían mi mente nublada. Corrí a su habitación para encontrar un poco de paz al posarme sobre el borde de su cama.

-¿Por qué? ¿Por qué desear a alguien más aparte de mi? Yo soy perfecta para vos- esas fueron las primeras palabras que pronuncie en un tono suave y sereno mirando su rostro a escasos centímetros. Por dentro las ganas de gritar me consumían. Me puse de pie y camine con una ahora torcida sonrisa, desde sus pies mire su rostro tranquilo al dormir, en lugar de tranquilizarme solo logro exasperar aun más mi ira y celos.

Camine hacia la cocina aun rascando mi pecho con una mano, este ya estaba todo rojo y ardía mostrando el rojo de la carne. De allí tome el cuchillo preferido de Santiago para cocinar, uno largo y de filo liso e impecable. Camine pacientemente por el pasillo que daba a su habitación, crucé el baño en el camino, entre, y sin dudarlo destroce al móvil de un solo golpe del cuchillo, lo tome ya destrozado y lo pisotee mientras sentía placer al maldecir a esa perra del whatsapp.

Al final de un rato llegue al cuarto donde el dormía tan hermoso como hace un momento antes de que me saliera en busca del objeto que demostraría todo mi amor. Su posición había cambiado hacia una que lo dejaba boca arriba, sus labios estaban separados y goteando saliva, se veía tan adorable. Despacio y con cuidado extremo me coloque sentada sobre su pelvis, un frenesí recorrió desde nuestra parte conectada y solo separada por nuestras ropas, no pude evitar dar leves cortes en mi rostro para evitar gritar lujuriosa. Respire hondo por un largo rato. Pobre, está realmente cansado como para despertarse si me muevo un poco.

Siempre me gusto su bonito rostro, era tan hermoso, naturalmente no pude evitar las ganas de tenerlo cerca del mío, pero despertaría si me movía más de la cuenta.

-No, no quiero que despiertes, si despierta tendré que volver a fingir amistad. Quiero que duermas y duermas para poder contemplarte para siempre. ¡¡¡DUERME!!!- con un último grito abrí su cuello de lado a lado. Se despertó exaltado intentando gritar sin lograrlo por la sangre que lo atragantaba y salía disparada sobre mí pecho. Seguí cortando hasta al fin poder abrasar su cabeza y tener su rostro cerca del mío. Su cálido liquido tiño el lugar de un intenso y hermoso rojo. Permanecí por horas abrasada a él, no fueron horas, fueron días enteros.

Al menos mi sueño tuvo un bonito final…

Mi nuevo hogar es monótono, repetitivo. Casi todas las habitaciones son del mismo blanco níveo. La ropa es la misma, y es muy incómoda, sobre todo para los brazos y piernas. Mi nuevo nombre es paciente 230-B, o así me llaman a mis espaldas las personas que a diario me visitan.

Entre Letras Amargas Y DulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora