Lo insulte, lo golpee, y hasta lo escupí. No importaba lo que dijera, el no quería dejarme ir.
“Te amo” me dijo en un susurro. “no puedes amarme. Ya déjame ir por favor” suplique mientras lloraba. No importa lo que yo dijera o hiciera, el no dejaba de repetir que me amaba.
Entonces me abrazo más Fuerte y tapo mi rostro con una almohada mientras me desnudaba. Fue cuando supe que no escaparía con vida de mi secuestrador.
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Entre Letras Amargas Y Dulces
RandomA menudo mi mente suele crear cortas historias en forma de relatos y micro-relatos que me piden ser plasmadas. Aquí quiero compartirles algunos de ellos. Como el titulo lo sugiere, los relatos les dejaran un gusto amargo o dulce. Aunque en su gran m...