Desde adolecentes hemos estado juntos, llorando en el hombro del otro, riendo de mutuos chistes con esa leve agresión que no le permitimos a ningún otro. Pasamos muchas etapas, iniciando como desconocidos con algún que otro pequeño gusto en común, continuando como amigos en los que la confianza crese a pasos torpes, y al fin alcanzando esa en el que nuestro primer beso dio inicio a un largo camino por recorrer.
Dime Adel, ¿cuando termino todo de esta manera? Éramos tan felices, y ahora… ahora solo puedo ver tus lágrimas, esas que destosan todo dentro de mí.
***
-Dilan, repita una vez más los hechos, desde un principio.- Ordeno en tono serio un oficial al interrogado.
-¿De nuevo? Maldición, está bien.- Respondió el indagado. Un tono de angustia era claro en su voz.
-Todo sucedió hace unas semanas atrás- comenzó en un tono serio y tranquilo, al igual que las anteriores veces, y prosigo una vez más.
-Mi esposa es una excelente, hermosa, y trabajadora mujer. Devota creyente del cristianismo. Y claro, un hijo precioso alegraba nuestras vidas.- su tono decreció por un momento al final de la última oración. Prosiguió ahora recompuesto.
-Nos habíamos mudado a una nueva ciudad por el empleo de mi esposa, yo soy escritor por lo que mi ciudad no me ataba en lo absoluto. Nunca tuve ningún presentimiento ni en lo más mínimo negativo sobre esta nueva vida que emprendíamos. Todo proseguía según lo planeado para la mudanza, en la camioneta termine de bajar todas nuestras cosas más ligeras como ropas y demás posesiones por el estilo, muebles y demás objetos grandes o pesados llegaban en un gran camión de mudanzas que alquilamos para el viaje. Nuestro hijo se veía realmente feliz, mas alegría contenía Adel en su sonrisa. Aun siendo un pequeño bebe de pocos meses de vida, Santino parecía poder hablar con la expresión de su tierno y pequeño rostro.
La primer y segunda noche la ocupamos para descansar luego del acomodo de todas nuestras cosas en la nueva casa.
Las siguientes dos o tres noches las ocupaba para escribir mi siguiente obra a publicar, durante las mañanas dormía, y de tarde cuidaba del bebé hasta la noche que llegara mi esposa de trabajar. Así pasaron varias semanas. Comenzaron las noches en las que no lograba avanzar nada en el libro que en pocas semanas más debía presentar a la editorial, el famoso “bloqueo de escritor” no dejo mis dedos y mente trabajar.
A pesar del cansancio que Adel absorbía por su trabajo, ella siempre tuvo una sonrisa que darme y un mimo que entregar a nuestro pequeño Santino. A pesar de ese ángel, mi mente no lograba tomar inspiración y los días se agotaban.
La primera noche que comenzó el declive de nuestras vidas fue una como las anteriores. Intentando escribir sin lograrlo. Como anteriores veces decidí ir a dormir al no hallar inspiración por más que buscara. Mis ojos comenzaban a entrecerrarse para al final poder alcanzar el sueño. No recuerdo que hora en la madrugada eran. Mi cuerpo paralizado, solo podía mover mis ojos y hablar en pensamientos. Intente levantarme con todas mis fuerzas pero al lograr despegar mi cuerpo de la cama unos escasos centímetros, era como si una fuerza extraña me empujara de vuelta desde el pecho hacia la cama, eso me desespero rápidamente. Pasados unos pocos segundos la sensación desapareció con un repentino y agitado levantar de mi cuerpo, saltando de la cama logre despertar asustada a mu mujer, apresuradamente la tranquilice con la escusa de ser solo una pesadilla. Al intentar dormir, cada vez al cerrar los ojos, con el teñir negro de la oscuridad podía escuchar susurros provenir de todas direcciones, comprobando una y otra vez pude darme cuenta que los bisbiseos provenían de mi cabeza. No, era más como si muchas voces me hablaran a través de mi cabeza, una sensación abrumadora. Todo eso prosiguió por unos eternos minutos más.-
-¿Por qué no hablo de ello con su esposa?- interrumpió el interrogador con un tono escéptico a lo que el interrogado contaba.
-No quise preocuparla, ella es una mujer muy devota y creyente de su fe. Si le contara en ese momento solo lograría hacer de todo esto un drama. Como cuando creyó que la televisión estaba hechizada o poseída solo por que en ocasiones prendía sola, al final resulto ser una falla en la placa de la botonera en la tele, común error en teles viejas.-
-Entiendo, prosiga.-
-el resto del día lo pase con un horrendo cansancio, no obstante, nuestro pequeño me llenaba de energías al querer jugar.
Esa noche sucedió igual, también la siguiente, y así toda una semana. Quedando poco menos de tres días para entregar el libro ya terminado, no logre avanzar con los últimos capítulos para concluir la obra. Solo logre dormir unas pocas horas diarias. Mu humor y tolerancia eran casi nulos, la desesperanza de poder publicar también me agobiaba de forma creciente.
Habíamos decidido que yo dormiría en la sala ya que despertaba a Adel con mis constantes “pesadillas”, las cuales solo empeoraban con el pasar de los días y noches. Faltando solo dos días para entregar la obra, roge a las voces en mi cabeza que dejaran de susurrar y hablaran claro, así no lograría entender que es lo que querían.
Mi cuerpo instintivamente tembló en abatimiento por las claras palabras que sonaron de distintas voces dentro de mi cabeza. No podía concebir lo que me pedían. Junto a ese pensar mi cuerpo volvía a paralizarse, un miedo opresor comenzó a recorrer cada centímetro de piel. Mis lagrimas caían sin permiso y sin poder detenerse, al igual que una tibia agua cayendo de mi nariz. Era de una increíble frustración el sentimiento de estar a merced de la muerte por algo o alguien a quien no podía percibir y mucho menos detener. Con indecisión decidí aceptar su petición.
Al despertar de mi esposa, actué descansado y enérgico por fuera, por dentro esta de más aclarar el terror que me inundaba junto con un llanto que desbordaba mi interior pero sin salir a flote por mis ojos.
Espere pacientemente durante todo el día al caer de la noche. En esa oscuridad solo iluminada por la luz de una pequeña lámpara, nuestro pequeño bebé largo un llanto. Rápidamente me ofrecí a hacerlo dormir de nuevo.
En el camino directo a la habitación del pequeño, recordé cada maldita y clara palabra de esas voces “entrega la vida de tu hijo, lo queremos en partes iguales. Danos al pequeño. ¿Quieres quedar libre para poder dormir y escribir? Danos al pequeño, dánoslo por partes”.
Saque la cuchilla de carnicero que escondía en mis ropas, me acerque y tome a Santino en mis brazos, lloro al sentir el frio metal en su espaldita. No pude hacerlo, no puede acecinar a mi propio hijo. Rompí en llanto mientras hacía dormir al bebé. Una vez más volvió la sensación paralizante y los susurros, una presencia presiono mi pecho y paso a través de él dando la impresión de que literalmente rompería mi corazón “hazlo” bastó para doblegarme.
Suavemente deje a la criaturita en el cálido suelo del cuarto. Mientras una vez más tomaba la cuchilla, la posicione sobre su cuellito, las lagrimas empapaban mi rostro y el filo del arma. Conteniendo los espasmos de mi cuerpo, subí y baje con todas mis fuerzas el afilado metal. Ni un llano, ni una lagrima, no fue capaz de darse cuenta que sucedió. Seguí pedazo por pedazo, los esparcí por la habitación según me indicaban.
Sujete su cabecita contra mi pecho empapado en rojo. Divise difusa una silueta gritando delante mío, era mi esposa horrorizada. Tiempo después llego la policía, mas tarde me encontraba en esta sellada habitación con usted en frente de mí.
Por esas voces, por ellas estoy aquí.-
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Entre Letras Amargas Y Dulces
De TodoA menudo mi mente suele crear cortas historias en forma de relatos y micro-relatos que me piden ser plasmadas. Aquí quiero compartirles algunos de ellos. Como el titulo lo sugiere, los relatos les dejaran un gusto amargo o dulce. Aunque en su gran m...