Capítulo 24: Rubio

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A pesar de todo lo que tuvo que ocurrir, Tsuna se sentía feliz de estar de nuevo de regreso. El tiempo pasaba, tenía que continuar con su vida diaria. Superó cada dificultad con sus temores, tal vez sin lograr eliminarlos por completo, pero dispuesto a hacerlo. El retorno a su formación profesional fue pactado, los entrenamientos con su tío para que jamás vuelva a dejarse ganar por personas mal intencionadas, fueron duros, pero lograron mejorar su confianza perdida. Las salidas más seguidas recuperaron sus habilidades sociales. Su vida estaba retomando desde el punto en donde se había quedado, con la pequeña diferencia de que ahora era responsable de un niño de seis años, al cual adoptó con ayuda de su abuelo. Fuuta era el consentido de aquella mansión y pronto debería ingresar a su educación inicial. Muchas cosas retomaron su camino, entre ellas los padres del castaño retomaron su viaje. Con una sonrisa se despidieron, Tsuna les había insistido demasiado, después de todo ya se sentía en capacidad de defenderse solo. Lambo abandonó su hospedaje temporal en Italia con su familia para retomar su vida en Inglaterra, todos estaban bastante animados después de ese periodo difícil, aunque para Tsuna había cierto asuntito extra que resolver



—¿Entendiste lo que tienes que hacer? – Tsuna se hallaba hablando con su hijo en la habitación del pequeño

—si... pero... ¿por qué debo hacerlo? –

—porque necesito salir solo, pero todos se preocuparán... ¿no lo crees? – sonrió el castaño al más pequeño, dándole el despertador diminuto

—pero es de noche. No deberías salir oto-chan – susurró Fuuta un poco dudoso de lo que iba a hacer

—no te preocupes, solo tengo que aclarar algo – le dio un beso en la frente al pequeño y se dispuso a salir – recuerda, cuando la alarma se active...

—debo avisarle a Hibari-san – sonrió el pequeño como despedida hacia su padre

—confío en ti y no te preocupes, nada pasará



Tsuna había recibido esa llamada, la esperaba, pero jamás pensó que sería tan insistente. El muy maldito sí que tenía buenos contactos. Le debía muchas cosas, pero quería terminar con todo eso lo más rápido posible, pues necesitaba quitarse ese peso de encima. Era tarde y por lo que sabía, su tío no llegaría a casa, no había nadie más que fuera capaz de detenerlo. Hibari aún no llegaba y aprovechó la ocasión para escabullirse por la cocina, esquivar a la seguridad, salir de la mansión con cautela, tomar un taxi y esperar a la llegada a su destino. Estaba un poco ansioso ya que sabía perfectamente que estaba metiéndose a la boca del lobo, pero confiaba en que nada se saliera de sus manos y pudiese regresar antes de que Hibari lo hiciera. Llegó al lugar pactado, admiró su reloj, apenas había pasado unos veinte minutos, tenía suficiente tiempo. La inconfundible cabellera rubia se mostraba cerca de una de las mesas de aquel lugar y sin pensarlo, se acercó. Tsuna tomó asiento viendo fijamente a su acompañante, no había cambiado nada en ese corto periodo en que se habían dejado de ver



—pequeño, llegaste rápido – sonrió aquel rubio – te pediré algo de beber – ordenó a uno de los camareros de aquel asqueroso bar y aunque Tsuna se negó, en pocos minutos tenía un vaso de cerveza fría – vamos, conversemos un poco

—no tengo tiempo, habla de una maldita vez – Tsuna frunció su ceño, ese tipo siempre lograba irritarlo solo con la mirada – nuestros negocios terminaron hace tiempo, no quiero que me asocien con un tipo como tú

—antes eras más dulce, pequeño – sonrió maliciosamente mientras bebía el contenido de su vaso

—déjate de juegos y dime qué quieres

—sabes que tengo pruebas de todo lo que has hecho. Si cae en malas manos, tu reputación caerá en el infierno – exageró mientras se reía bajito

—¿estas chantajeándome acaso? – contestó de forma nada educada – bastardo, no tengo paciencia. Si quieres algo, pídelo y ya

Ayudándote a superar tu claustrofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora