Capítulo 25: Su mirar

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El castaño fue incapaz de ver directamente a los ojos a ninguno de los azabaches en el lugar. Quiso evitar que alguien se enterara de las cosas que hizo, pero esas pequeñas palabra del rubio fueron lo suficientemente específicas como para dejarlo en descubierto. Cuando Hibari intentó hablarle, el castaño simplemente se dio media vuelta y salió de esa calle solitaria. No quería enfrentar la mirada reprobatoria de la persona que amaba, pues hacer todas las cosas que hizo por obtener la información necesaria, no estaban en sus planes, pero al llegar el momento no tuvo más opciones. Debía evitar la desgracia, incluso sacrificando su amor personal, pero si podía evitar el desastre que se les venía encima, valió la pena. Hibari lo alcanzó e intentó sacarle información, pero el castaño se negó



—ya lo escuchó... no tengo nada más que decir — una y otra vez siguió su camino sin querer detenerse



Sus lágrimas brotaron al recordar cada hecho acontecido con anterioridad. El como solía dejar a Fuuta en seguridad, caminar por las calles en los sitios en donde los socios que querían la desgracia de Vongola, despejaban sus mentes en alcohol. Después de todo, ese asunto era más grande de lo que se imaginaba. Varios eran los hombres poderosos que querían derrumbar la estabilidad de las empresas, querían dominar el país y el único en lograr hacer algo era Tsuna



—explícame todo... no dejaré que me ocultes nada, no quiero quedarme sin saber lo que ocurrió



Hibari, ya harto de las negativas del más joven, lo cargó en su hombro en dirección al sector más alejado que podía, eso sin importar las veces que el castaño pataleara. Ingresó a un hotel y pidió una habitación, a pesar de las protestas, reclamos, por último, de las suplicas, se encerró en aquella habitación sin desear salir hasta que sus dudas fuesen aclaradas



—déjeme ir Hibari-san... por favor – fue lanzado a la cama con brusquedad

—¡ya basta! – no quería ponerse rudo, pero estaba cansado de esperar algo que le aclare el comportamiento de Tsuna – quiero saber qué fue lo que hiciste en el tiempo en que desapareciste

—reuní pruebas – quiso escapar de aquella habitación, pero le fue imposible ya que el azabache se interponía en su camino – ya se lo dije... solo necesitaba reunir las pruebas necesarias

—¿a qué se refería ese tipo?

—son mentiras – trató de alejarse, pero fue detenido nuevamente

—al parecer no lo son, ya que estás evitando responderme a toda costa

—no quiero hablar de eso – intentó zafarse del agarre, pero fue inútil – por favor...

—soy tu pareja, necesito saber

—es por eso que no quiero hablar

—dímelo... quiero saber – lo miró directamente a los ojos, podía asegurar el temor que el más joven estaba experimentando

—me aterra pensar que me odiará después de saberlo. Son cosas de las que quiero olvidarme

—¿por qué lo hiciste?

—porque mi empresa, mi familia, mi gente, usted... todos estaban en riesgo. Si no los detenía me hubiese arrepentido eternamente

—quiero saberlo, sea lo que sea...

—querían hundir a Vongola, les quitarían el poder y toda Italia estaría bajo las manos equivocadas. Ellos empezaron por las pequeñas empresas como las de Lambo, quitándoles poco a poco todo lo que tenían. Los socios de Vongola caerían, después atacarían a la principal fuente de ingresos de éste país – pronunció cada palabra con la mirada seria, voz calma y cuerpo tenso

Ayudándote a superar tu claustrofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora