Capítulo 10: Era la hora...

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Sin ningún inconveniente llegó el día pactado, descartando que Skull se la pasó vigilando a Tsuna para evitar un encuentro inoportuno y a Lambo que servía de compañía permanente. Aunque el castaño no reclamaba aquello, ya que ese par siempre era bastante animado. Fueron unos días llenos de diversión y sin distracciones extrañas. Tsuna se los agradecía, ya que cada vez reforzaba el camino que había elegido, sin dudas ni temores, aunque de verdad no sabía cómo reaccionarían los demás. Mucho peor era que no sabía si él mismo terminaría tomándolo de buena forma, sin arrepentirse a último minuto. Se encontraba en su habitación esperando a que lo llamaran, veía el paisaje de la ciudad a través de su ventana, la oscuridad los envolvía a todos dando un toque maravilloso a las luces de la ciudad



-Tsuna... ya es hora – Lambo también se encontraba ahí, no era nada raro ya que después de todo el ojiverde era parte de la familia y el único capaz de calmar de forma pacífica a Reborn, eso solo si el de patillas se salía de control

-espero que todo salga bien – susurró Tsuna mientras salía. Respiró hondo antes de ingresar a la sala y suspiró una vez más al notar la extraña atmósfera entre aquellos individuos. Kyoya y Reborn daban la apariencia de estar calmados pero era todo lo contrario, el aura que emitían daba terror. Saludó con cortesía al azabache que lo miraba de pies a cabeza verificando que todo estuviera bien, no cabía duda que no confiaba en Reborn

-no le he hecho nada a mi sobrino, deja de revisar su buen estado – el azabache de patillas parecía adivinar los pensamientos, y cómo disfrutaba de molestar al de ojos metálicos

-después de que lo vi desmayarse... no confío en tus palabras –

-lo que pasó... lo que pasó ese día fue mi culpa Hibari-san – Tsuna trató de explicarse antes de que empezaran a discutir – le falté el respeto a mi tío y me gané un entrenamiento extremo... lamento que me haya visto en esas condiciones

-deja de darle explicaciones inútiles y toma asiento dame-Tsuna – el castaño acató la orden sin protestar, usando el sofá individual, sintiéndose un condenado que está ante un juicio. Tal vez Lambo tenía la misma idea porque se reía bajito, disimulando un poco para no ser regañado – no me gustan los rodeos así que... Hibari Kyoya puedes decirme, ¿por qué demonios te robaste la inocencia de mi sobrino sin pedirme algún consentimiento?

-¡¡Re-Reborn!! – ambos jovencitos se alarmaron por la forma tan directa de decir las cosas, ese hombre no tenía ningún remedio

-porque Tsuna es mayor de edad. Puede decidir su futuro sin preocuparse por autorizaciones ni cosas por el estilo –



No cabía duda que sería una larga noche si eso seguía así. Tsuna solo se limitó a tratar de interferir en aquella "amena plática" para que no se saliese de control, mientras el par de adultos se mataban con la mirada. Daba gracias a Dios que Lambo también ayudaba a controlar de cierta forma a Reborn, porque si no, ese par se hubiesen agarrado a golpes desde el principio. Discutieron mucho, más de lo que Tsuna planeó, cada uno argumentado que el otro estaba equivocado. Pasaban los minutos u horas y al final se decidieron a ponerse serios ante el tema de interés que los detenía en la sala



-Tsuna ha planeado su vida con precisión, pero desde que cierto hombre llegó a interferir... parece que está dudando – se explicó Reborn. Pues bien sabía que si Tsuna se quedaba en Namimori se destruiría su propio futuro y el de los demás

-Quiero que Tsunayoshi se quede conmigo, por eso estoy aquí – el castaño pareció enternecerse con aquellas palabras, tornando sus mejillas de un leve carmín

-de ti no depende esa decisión... - el mayor admiró a su sobrino, dándole una orden muda para que empezase a hablar – Tsuna

-yo quería ser maestro y tú lo sabes tío Reborn pe... – sonrió ante la amenazante mirada del mayor

Ayudándote a superar tu claustrofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora