Algunas veces necesitamos un colapso, veces en las que simplemente queremos golpear algo, tener un objeto para estrujar. Ganas de canalizar toda nuestra ira y gritarle al mundo ¡aquí estoy! ¡te estoy superando! ¡estoy viviendo!
Y como seres humanos normales, callamos. Nos encerramos en nuestra burbuja, donde muy minuciosa y silenciosamente nos damos ánimos aunque sabes que todo está mal.
Tenemos ese chip en nuestra cabeza, que nos dice si haces esto, aquello saldrá lastimado; ese sentimiento de sentirnos atrapados en nuestras propias mentes, sin posibilidades de huir por una rendija, estamos acostumbrados a encerrarnos verbalmente, ha sobre cargar nuestros límites internos. Momentos llamados soledad.
Y, al sentirnos de esta forma, tan exagerada y brumosa, acudimos a aquello que esté más cercano con la suficiente confianza para sostenernos, algo que no puedes gritarle al mundo se lo confías a esto, cuyo propósito es la auto-ayuda. Brooke se sentía así, quería aferrarse a la primera persona con una gota más de confianza que la de su madre sustituta.
Tenía todo un mundo de posibilidades por delante, quería gritar, llorar; canalizar todo. Necesitaba hacerlo. Para ella, el papel de "chica cerrada y sin emociones" se había convertido en su escudo, no quería revelar a la frágil y sentimental yo.
Pero luego llega este chico, son sus dotes para la música y arte, su amabilidad, su increíble sonrisa. Con otra mente pensante, otro mundo entre sus manos, con una amistad para ofrecer, simplemente entrometido y curioso. ¡Tuvo que llegar! Y en el mejor momento.
—Shawn.. —Susurraba, tratando de que no se despertara, tan pacífico, tan diferente—. No sabes cuánto te aprecio. Cuanto te agradezco.
Ambos estaban en la cama del mayor, con una manta sobre sus cuerpos, sus piernas sobre las del chico haciendo una posición cómoda para ambos por el frío, tenían grandes camisetas y sobre estas un sweater aún más grandes. Brooke amaba esta cercanía, verle dormir parecería tan enfermo, pero ella necesitaba verlo.
Largas pestañas que casi tocaban sus mejillas sonrojadas, su pecho subía y bajaba con calma, su rostro irradia tranquilidad, una que le faltaba.
—No sabes... no sabes cuánto te quiero. —Pasó ambos brazos por al rededor de su cabeza y hundió el rostro entre sus clavículas y el cuello. Como si fuese un reflejo involuntario, Shawn, entre sueños y suspiros dormidos, pasó ambos brazos por la espalda de la castaña, atrayendo más el calor ajeno.
Todo parecía tan irreal, aún sentía que se despertaría en cualquiera momento y se daría cuenta de que todo había sido un hermoso sueño. Que llegaría Sam con un vaso de agua a despertarla porque iban tarde a sus clases. Pero luego lo tenía tan cerca, con su respiración en su cuello y ese calor que emanaba tan agradable, después de todo eso, llegaba a la conclusión de que todo había valido la pena.
Dejó un suave beso en su cuello, para después dormirse sintiéndose todo tan cómoda. Tan correcto.
Shawn sonrió, aún con los ojos cerrados, y atrajo más a Brooke hacia sí mismo. No quiere dejarla, ya no puede hacer tal acción. También te quiero, y mucho, pensó Shawn, antes de caer, de nuevo, en los brazos de Morfeo.
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Ice Cream // Shawn Mendes.
Hayran KurguDonde Shawn trabaja en una heladería, vendiéndole helados a una chica para endulzar su vida. #605 en Historia Corta [25/09/17] #690 en Historia Corta [11/08/17] ☁︎No se aceptan adaptaciones sin mi permiso. ☁︎Todos los derechos reservados. ☁︎Solo dis...