Capitulo 14: Como de cristal

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<<- ¿Frank Iero, aceptas a Sophie Spears para amarla, respetarla y cuidarla hasta que la muerte los separe? – esperaba la respuesta de Frank sintiéndome tan nerviosa. Ya quería decir que sí luego…pero Frank tardaba tanto….– Frank Iero, ¿aceptas como esposa a Sophie Spears? – lo miré y noté su rostro tan serio y crispado de dolor.

- Lo siento, Sophie – se disculpó casi llorando – pero no puedo. No…no puedo… 

- ¿qué? – lo miré como si fuera una broma.

- No puedo casarme contigo…- susurró bajito.>>

No me costó mucho entenderlo porque el dolor llegó de golpe. Sonreí como una muerta y miré a todos, sorprendidos al igual que yo.

No sabía qué hacer, que creer ¿por qué lo había hecho? ¡¿POR QUÉ?!

Volví a llorar mientras el agua me mojaba completamente, me sentía perdida, humillada, devastada…

La cortina se abrió. Gerard me miró y se sentó a mi lado mirando con tanta tristeza ¿por qué? ¿él debía estar feliz? Eso quería él no…

- ¿por qué me hizo algo así? – pregunté desgarrándome - ¿por qué? – hice un puchero pero no de esos infantiles o de burla, solo me salió lleno de rabia y tristeza

- Sophie…

- ¡Yo me quería casar con él! – chillé - ¡¿por qué me dijo que no?! 

Gerard me miró sin decir nada mientras yo volvía a llorar, de nuevo.

¡¡¿Por qué?!! ¿A caso era una especie de venganza? ¿Por qué a mí?

Abracé mis rodillas y seguí llorando más que llorar, gritaba.

- Sophie, me desgarra el alma verte así… - la voz de Gerard sonaba entre cortada.

Lo miré y lo odie tanto. Esto era su culpa, ¡por eso Frank me había dicho que no!

- ¡ es tu culpa! – chillé y comencé a golpearlo - ¡es tu maldita culpa!

- Sophie…- él no hacía nada, solo dejaba que lo golpeara una y otra vez.

¿Me pregunto cómo que es un corazón muerto como el mío puede seguir sintiendo tanto dolor?

¿Por qué me siento como si fuera de cristal? Tan fácil de romper, tan fácil de quebrar…

- Es tu culpa, es tu culpa – lo golpeé hasta que me quedé sin fuerzas y volví a llorar de nuevo.

Me puse de pie tambaleándome un poco y comencé a caminar destruyendo todo lo que encontraba.

Tomé un adorno, muy pesado, y lo lancé contra el espejo que se hizo añicos, como yo.

Sé que estaba cometiendo una completa locura, algo sin sentido. Una estupidez. Pero dentro de mí nada estaba en la forma correcta. Nada era como debía ser, yo solo era un pedazo de carne con vida, una chica tonta e ilusa que no había aprendido nada desde los 16 años. Nada.

Me agaché y tomé los pedazos de vidrios en mi mano derecha y los apreté con fuerza, como si fueran parte de mí y debieran quedarse dentro de mi cuerpo, dentro y nunca más fuera. Nunca.

- ¡Détente! – los pedazos cayeron al suelo de golpe. Miré los hilitos de sangre que corrían por la palma de mi mano - ¡te estás haciendo daño!

- Déjame…- pedí sin fuerzas 

- Sophie, escúchame – Gerard tomó mi cara entre sus manos – no te vayas, Sophie, regresa a la realidad…

¿Regresar a la realidad?...ah, ya entiendo. Yo me veía vacía ¿no es eso?

Gerard no entendía, él no podía entender lo que yo estaba sintiendo y lo odiaba por eso. Lo odiaba a él y a todos.

Me sentía extraña por dentro, una parte estaba fría, agonizando y la otra tan enojada y tan cegada.

Esto había sido la gota que rebalsó el vaso…si alguien quería herirme para hacerme cambiar en un segundo, lo había conseguido. Sí, lo había hecho.

- ¡Sophie! – Gerard volvió a gritar para traerme de regreso – no entiendo por qué lo hizo Frank pero…no creas que todo está perdido…por favor, escúchame…necesito que sepas que nunca quise lastimarte – suspiré mirándolo sin un ápice de alegría, sin ganas de oírlo, sin ganas de seguir aquí…viva – si yo no me alejaba de ti…esa loca, la enferma de Jane te haría algo malo y…

- No me importa – respondí y me solté – Gerard, no me interesa.

- Lo sé – suspiró rendido – pero por favor, no te quedes con esa idea de que…hice todo para dañarte…

- Gerard, el daño ya está hecho.

Sentí el ardor de mi mano y noté como los hilitos de sangre seguían cayendo pero de forma muy superficial. Me lavé la mano y luego me limpié con el vestido dejándole un leve color rosa.

Escuchaba como afuera me llamaban, pero no quería que me encontraran, ya no quería que me vieran nunca más…

Todos me iban a mirar con lástimas, abrazos, lo siento, no lo sé. Quizá hasta el mismísimo Frank se me acercaría pero…yo ya no quería nada más de esto.

Estaba cansada, destruida, ¡dolida! 

Volvía a pensar en Frank, en la boda, en nuestros sueños y me sentía acabada. Destruida.

Gerard iba a decir algo más o quizás ya lo estaba diciendo pero yo no escuchaba, mi mente estaba pegada en episodios dolorosos, en dolor, en tristeza.

En todo lo malo.

Abrí la puerta del baño y salí.

Ojalá…y aquí mismo hubiera una matanza…aunque ¿de qué serviría? Si yo ya estaba muerta.

Cenizas parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora