ENCUENTRO

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Luhan quédate en el camión. Estuviste en la calle la noche anterior. Permanece en la seguridad de la camioneta esta noche —dijo el Padre dross mientras me desabrochaba el cinturón. El pánico comenzó a fluir por todo mi cuerpo.

—No pasa nada, Padre, prefiero estar fuera. Necesito aire fresco.

El Padre Dross me dio una sonrisa simpática. Él creía que era por el cumpleaños de sehun. Confieso que, en parte, así era, pero no podía mentirme a mí mismo. Tuve que admitir que yo quería ver a ese hombre, a mi defensor.

Quien era un sin techo... Cerré los ojos y me sacudí.

¡Estoy perdiendo la maldita cabeza!

Cerrando la cremallera de la chaqueta de cuero que me había puesto sobre mi polera negra, salí a la calle. Hacía calor, pero sin la chaqueta, Minho pensaría que estaba mostrando demasiada piel. hangsen me lanzó una sonrisa cansada.

—¿Volverás con nosotros esta noche, luhan?

Me encogí de hombros y ayudé a uno de los otros voluntarios descargar los paquetes de ayuda a la calle. Cuando todo el mundo se fijó,recogí mis paquetes y me dirigí hacia el este, hacía donde había visto al hombre sentado en la calle.Pasando a tres personas sin hogar, dos hombres y una mujer, hice un trabajo rápido dispensando los paquetes de ayuda y me dirigí hacia la esquina de la cuadra siguiente, rogando por que estuviera aquél hombre allí sentado.

Tomando una respiración profunda, giré a la siguiente calle y, en la esquina más alejada y más oscura, vi una sombra grande y un frasco de cristal brillando desde la farola cercana.

  Mi corazón empezó a latir como si hubiera corrido el maldito maratón de seul, y comprobando que no había señales de peligro cercano, me moví silenciosamente a través de la calle, para pararme justo en frente del hombre, su sudadera gris oscura bien puesta, la capucha bajada hasta los ojos, su cuerpo tan inmóvil como una piedra. El frasco en sus manos tenía monedas y notas al azar en él, pero solo estaba lleno hasta la mitad.

Al igual que ayer por la noche, eso me llamó la atención de inmediato.Esta vez su posición estática me permitió evaluar realmente su marco. Era grande. , se veía atlético, ligeramente más grande que Minho. Sus pantalones de entrenamiento negros estaban cubiertos de suciedad, y de cerca, me di cuenta de que sus manos estaban dañadas, piel áspera rota, cubiertas de sangre seca.

—¿Hol... hola? —Me las arreglé para preguntar, me temblaba la voz como una hoja en una tormenta.

Él no se movió. Parecía que apenas respiraba.
Quería que mirara hacia arriba. Deseaba retirar el material gris grueso de la capucha y que me mirara. Tenía que poner una cara a mi salvador de la otra noche. Algo en mi interior me empujaba a establecer una conexión,para obtener un nombre... Una visual, algo.

Pero él no se movió.

Mirando por encima de mi hombro, vi que la calle estaba tranquila, y poco a poco me agaché, mirando con recelo al hombre todo el tiempo. Él no se inmutó. Durante un tiempo, me pregunté si era sordo. Cualquier ruido que hiciera no parecía notarlo.

—¿Discúlpame? ¿Estás bien? —le dije, conteniendo la respiración mientras esperaba a que mirara hacia arriba y me respondiera. Nada. Me acerqué más—. Estoy con la iglesia. Me salvaste anoche. ¿Te acuerdas?¿Necesitas algo? ¿Más comida, mantas? ¿Podrías por favor hablar conmigo?

Todavía nada.

Absolutamente nada.

Su sudadera gris cerrada por la cremallera, ocultaba lo que supuse era un amplio pecho. Sus hombros eran enormes, sus músculos visibles a través del espesor del material. Tenía las piernas cruzadas y agarraba la parte superior del frasco , que descansaba en el suelo.

RAZE 818 HUNHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora