☎️ Hoshi ☎️

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Incluso si intentaba huir, la prensa lo encontraría.

Era desesperante, pero Soonyoung sabía por qué lo buscaban a él: de los trece miembros de Seventeen, él siempre fue el más accesible. Incluso cuando discutían a diario.

Aún estando ahí, en una hermosa habitación con vista al mar, el maldito sonido del teléfono lo hacía sentirse en el centro de Seúl, juzgado por todos.

Fueron las incesantes llamadas de reporteros las culpables de su nuevo miedo a las cámaras. O a cualquier cosa que pudiera comunicarlo con el mundo del espectáculo, para ser sincero.

¿Es que acaso no tenía el derecho de llorar y quejarse, justo como sus amigos lo estaban haciendo? No. Era deber de él mantener a la prensa rosa en calma, alimentar al monstruo y evitar que nuevos rumores del grupo disuelto surgieran.

Ya todos estaban demasiado cansados como para verse una vez más en el televisor.

Y Soonyoung detestaba haber aceptado el rol de protector. Él también se sentía agotado. Su buen humor y bromas ingeniosas ya eran cosa del pasado; las dejó junto a los buenos recuerdos con sus doce amigos. Si no era con ellos, no tenía sentido seguir siendo ese chico.

Y su agonizante fama estaba terminando de llevarse lo poco que quedó de él.

El teléfono sonó una vez más y el chico de ojos pequeños decidió contestar. Si no lo hacía, el tono molesto lo perseguiría hasta en sus sueños.

No habló. Simplemente dejó que la otra voz le dijera para qué llamó y –luego de escuchar la noticia –colgó.

Con esas simples y cortas palabras, supo que una puerta de su vida terminó de cerrarse. Y lo peor de todo, es que solo podía ser un espectador mientras sucedía. De cualquier manera, nada iba a cambiar ahora. No cuando ya era tarde.

Cogió el pequeño papel al lado del teléfono que llevaba semanas sin ser tocado. Una vez más tendría que ser el protector. Aunque estuviera cayéndose a pedazos, supo que ese era su rol en el Seventeen que eran ahora.

De cierta manera, le gustaba pensar que al menos seguían teniendo una conexión entre todos.

Lo desdobló y acarició los números en la hoja antes de levantar el teléfono y marcarlos. Solo tuvo que esperar unos segundos para que la persona al otro lado de la línea contestara. Soonyoung tragó fuerte –guardando una vez más su miedo, ansiedad y dolor –y suspiró antes de hablar.








La voz de Jun seguía siendo tan reconfortante como siempre.

¿Y si el reloj se detiene? • SEVENTEEN •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora