Capítulo 9: I

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Hola. Espero todos estén bien. He estado viendo en los índices de países que me leen que hay mucha gente de México y de las Islas del Caribe. Todos sabemos lo que ha estado pasando y quiero que sepan que espero todo se mejore. He orado por ustedes y espero  estén bien. Siento mucho su situación y sé que no es mucho mi aporte, pero no voy a dejar éstas historias y publicaré más seguido. Espero estén bien. Saludos a todos. L@s amo.
Disculpen que sea hasta ahora que me pronuncie sobre esto, soy una persona muy despistada, no es excusa, pero es lo que soy y estoy trabajando para mejorar eso.
Besos.

🎆🎆🎆🎆🎆

Miré a André a los ojos y negué con la cabeza.

Le entregué la carta y me puse de pie. Necesitaba moverme.

Estaba entumecida.

Mi madre había sido asesinada por culpa de la madre de André.

Todo lo que él me había hecho «pagar» era mentira e infundado.

Ahora él pensaba renunciar a la niña.

No.

Maldición, no.

-No vas a renunciar a tus derechos como padre - le dejé claro -. Tú eres el padre de Andrea, yo no la hice sola y ella te ama...- iba a interrumpir, pero no lo permití-. Tú tienes la oportunidad de cambiar, puedes hacerlo bien de ahora en adelante, Andrea es una niña y de mi cuenta corre que no se entere de nada de lo que pasó aquí y entre nosotros, si tú estás dispuesto a luchar y demostrarte que tú eres más de lo que fueron tus padres, que tú puedes hacer las cosas bien- me acerqué a él y tomé su mano-. Yo voy a ayudarte, pero no me dejes sola con la crianza de nuestra hija, ella no lo merece- él asintió y me abrazó.

Al principio, me tensé, pero él lo necesitaba así que le devolví el abrazo.

-Perdóname, perdón por todo lo que te he hecho pasar, por todo el daño que te hice, por no cuidarte, por no ser el hombre que tú necesitabas. Lo siento- sollozó. Él se apartó después de un momento.

-Sólo si no te rindes con tu labor de padre - él asintió y yo sonreí.

-Nos vemos en unos días, por favor despídeme de Rubí, Eliza y Andrea.

El asintió y sonrió.

-Gracias- sonreí y decidí marcharme a casa.

Necesitaba decirle a mi padre.

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Mi padre no se lo tomó nada bien, pero por más que lo pensé, no podía ocultárselo. Fue su esposa.

Gracias a Dios, Api estuvo allí con nosotros y no lo dejó sólo.

Negué con la cabeza después de salir de la habitación que ocupaba Geraldine, estaba cada vez peor y yo temía que no pudiera ayudarla a tiempo y algo le pasara a su bebé.

Le había propuesto llevarla a un hospital y ella aceptó después de decirle que era por la seguridad de su hijo.

Fui a mi habitación y tomé mi teléfono de la mesita de noche. Llamé a una ambulancia y a los pocos minutos de solicitarla, me llamó Mauro.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado.

-Si, estoy bien, la ambulancia es para Geraldine, no quiero que le pase algo a el bebé y no podamos actuar rápido- le expliqué.

Serie Inocente #3: Inocencia Oculta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora