Observé cómo cerraban la cripta en la que descansaban los restos de mi amiga.
El dolor era muy grande, era triste ver la Iglesia vacía y saber que ella no tenía amigos ni nada.
Pocos asistimos al funeral, André y Mauro incluidos.
André por ser su jefe y Mauro acompañándome, al igual que Grenda y su esposo y mi padre con Apolo.
Saliendo de la Iglesia, me abordó un hombre.
-Buenos días Srta. Farías, mi nombre es Jim Morrison, el abogado de la srta. Pelaes, que en paz descanse. - Me tendió la mano y yo la acepté, después de un momento. Mauro estaba a mi lado.
-Buenos días, Sr. Morrison ¿En qué puedo ayudarle?- pregunté con ganas de ir a ver al hospital y saber del bebé.
El pequeño Franco estaba bien de salud, a pesar de ser prematuro y estar en incubadoras, su salud era buena. Eso me alegraba ya que era el deseo de Geraldine.
-Necesito reunirme con usted para leer el testamento de la Sra. Pelaes. No quiero quitarle mucho tiempo, pero es algo muy importante y la afecta a usted- eso me dejó contrariada.
¿Afectarme a mí?
¿Cómo iba a afectarme?
-No lo entiendo... ¿Cómo me afecta eso?- pregunté.
-Creo que no es el lugar adecuado. ¿Cuándo pueden reunirse?- intercedió Mauro.
-¿Puede ser hoy? los trámites deben empezar a agilizarse, con estos temas no se deben correr riesgos, teniendo en cuenta que hablamos del bebé- sentí que el aire abandonaba mi cuerpo.
¡Oh por Dios!
Ella no lo hizo...
🌈🌈🌈🌈🌈
Ella lo había hecho.
-Damos inicio a la lectura de la última voluntad de la joven Geraldine Ibeth Pelaes Zambrano- empezó a hablar de tecnicismos el abogado, hasta que llegó al punto de los bienes -. Le dejo la casa que perteneció a mis padres a mi hijo Franco y la suma de veinticinco mil dólares en un plazo fijo, que corresponden a mis ahorros, mis cuotas del seguro social y la venta de mi automóvil. Dinero que sólo podrá ser cobrado cuando el cumpla los veintiún años o en caso de emergencia, que atente contra su estabilidad tanto en temas de salud...- siguió explicando.
Lo que me dejó descolocada fue lo que el abogado leyó a continuación-. ... designo como tutora legal y albacea de mi hijo Franco Pelaes a mi amiga Amelia Farías...
🌈🌈🌈🌈
Estaba shockeada. Mauro que me esperó fuera, se puso de pie preocupado cuando salí de la oficina del abogado.
No lo podía creer.
¿Cómo no lo vi venir?
-¿Qué pasa, Amelia?- me abrazó y me fundí en él.
Siempre que él me abrazaba me sentía mejor.
Él hacía eso en mí.
-Soy la tutora legal de Franco- dije como autómata. Mauro me observó en silencio por unos segundos y luego, asintió.
-Estoy contigo- me miró a los ojos y sonrió-. Te amo. Lo haremos juntos, pequeña- asentí y él llevó sus labios a los míos. Me dejé llevar por su beso y me sentí flotar. Flotar en las nubes. Ese hombre me volvía loca con sus besos y me hacía olvidar.
Algo se fue encendiendo dentro de mi, a medida que el beso subía de nivel y me aferré a su camisa. Necesitaba sentirlo.
Cuando estaba por llevar el beso a otra categoría, él se detuvo.
-No... - Me quejé al sentir que se alejaba.
-Amelia... No estamos solos- recordó y me abracé a él para esconder mi rostro encendido por la vergüenza-. Pero me encanta cuando te pones así- dijo con voz ronca y me apretó contra él.
Por curiosidad miré a los lados y me percaté de que la asistente del abogado trataba de esconder una sonrisa mientras leía unos documentos.
¡Qué vergüenza!
-Vámonos- pedí. Él rió y me sacó del bufete de abogados.
-Vamos por nuestro bebé- me guiñó uno de sus ojos y me derrití por lo que implicaba su declaración.
«Nuestro»
🌈🌈🌈🌈
Miré a mi pequeña descansar y sonreí. Por fin todo por lo que yo había luchado se había dado frutos.
Ella estaba dormida en mi cama, ocupando todo el espacio y moliéndome con sus incansables cambios de posición.
¡Por Dios!
Había una inmensidad de espacio en la cama y ella se quería meter en mis costillas.
Pero bueno...
-Mami... desauno- lloriqueó apenas se levantó. Ella comía demasiado. Era un barril sin fondo.
Me puse de pie y me estiré, flexionando los músculos a su paso. Me giré y la tomé en mis brazos, cuando me tendió los suyos con la clara invitación a un abrazo.
-¿Cómo amanece la pequeña de mamá?- pregunté acariciando sus rulos rebeldes.
-Ben... - Me dio un beso en la mejilla y luego se aferró a mi en un abrazo apretado. A mi pequeña le gustaban los abrazos y los mimos. Igual que a su padre.
-Vamos a comer hot cakes- ella levantó sus pequeños brazos al aire y gritó:
-¡Si!- se apuró a bajarse de mis brazos y salió corriendo por el pasillo gritando y despertando a mi padre en el proceso-. ¡Buelito... hokes desauno!- mi padre salió de su habitación restregándose los ojos, después de que mi hija golpeara a su puerta muy fuerte, llamándolo.
-Si, princesa... Pero se dice hot cakes, cariño. Repite... - empezó a explicarle mientras la tomaba entre sus brazos y bajaban las escaleras. Los seguí.
Me encantaba esa tranquilidad y esa paz familiar.
Suspiré.
Ya había pasado una semana desde el entierro de Geraldine y el bebé estaba mucho mejor. En pocos días saldría de la incubadora.
Mauro estaba muy al pendiente de él. Lo veía emocionado y feliz.
Motivado.
Pero todavía tenía una duda.
¿Quién era el padre de Franco?
🌈🌈🌈🌈🌈
Lo prometido es deuda y aquí vengo a pagar.
Aquí está su capítulo y bueno, espero que me dejen sus comentarios. A partir de el próximo capítulo, van a ser privados por cuestiones de seguridad. Para poder leerlos van a tener que seguirme. Después de terminar la historia pueden dejar de seguirme, pero eso evitará que lean las demás historias que publicaré.
Besos a todos.
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Serie Inocente #3: Inocencia Oculta. ©
RomanceElla se enamoró del hombre de sus sueños y estaba a punto de casarse con él, cuando un suceso desafortunado, acabó con su historia de amor. El hombre de sus sueños se convirtió en su peor pesadilla que hasta le arrebató lo más importante en su vi...