Capítulo 11: II

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Acaricié la mano de Mauro mientras estábamos recostados en el sofá de nuestra sala.

Besé su cuello, cuando tocaron el timbre y me puse de pie. Él estaba dormitando y justo cuando me alejaba, me tomó de la mano.

—Están llamando a la puerta, voy a abrir- besé su cabello y me alejé.

No quería estar en su lugar por nada del mundo. Perder un hijo no era relajo y no podía ni llegar a imaginar su dolor.

Mañana era la misa, en memoria a un año más por la pérdida de Kevin y ya todo estaba organizado.

Justo cuando estaba llegando a la puerta, Franco empezó a llorar y fruncí el ceño. De seguro se había mojado. Él odiaba estar sucio.

—Yo voy con Franco, Amelia-  informó él. Asentí con la cabeza y abrí la puerta principal de la casa.

Quien estaba del otro lado era André y se veía cabreado.

—¿Por qué no has ido a ver a tu hija? La niña está triste porque no pasas tiempo con ella como es debido - cerré después de que él pasará como Pedro por su casa y lo guié hasta el salón.

—Fui a verla ayer... ayer hoy no he podido ir, ya que tanto Mauro como Fran...- me interrumpió.

—Franco no es tu hijo... estás dejando a nuestra hija de lado por un arruinado y no lo voy a tolerar - traté de calmarme. No quería discutir con él y menos hoy. André estaba muy molesto conmigo desde que me había casado.

Furioso. Hasta parecía odiarme.

—No la estoy dejando de lado, yo le dedicó tiempo y... - volvió a interrumpir.

—¿Para eso querías el juicio? ¿Para esto? Estás abandonando a mi hija para jugar a la familia feliz con tu marido- preguntó colérico.

—Eso no es así... yo simplemente estoy tratando de cumplir con todo. Voy a verla y pasamos tiempo juntas, trato de acercar a Andrea a su hermano y...- su ceño se frunció cuando escuchó lo último que dije.

—No es su hermano- dijo lentamente-. No es tu hijo. ¡No es tu responsabilidad!- gritó.

—No grites en mi casa- exigí. ¿Quién rayos se creía para venir a gritarme a mi propia casa?

—Entonces...

—Entonces nada. Yo no estoy siendo irresponsable. Yo amo a mi hija y estoy con ella, ella debe entender que tiene un hermano y que es Franco y que a los dos los amo - su mirada fría me recorrió.

—Nunca pensé que esto pasaría y que tu de desligarías de esta forma de nuestra hija. Todo por un aparecido- negué con la cabeza.

Mi padre me lo había comentado una vez y no le quise hacer caso, pero era cierto. André estaba criando a nuestra hija con muchos consentimientos. Le cumplía todos sus caprichos, lo que la hacia malcriada y berrinchuda. No podía ser así.

Andrea había llegado al punto de hacernos a Mauro y a mi una escena en un supermercado por unas gomitas.

Se puso a llorar y se tiró al suelo.

Serie Inocente #3: Inocencia Oculta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora