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Amanda

Desperté de mi siesta, eran casi las ocho, solía quedarme todo el día en el departamento observando las noticias o leyendo algún libro de antropología pero hoy sería diferente. Volvería al laboratorio.
Nick no logró convencerme del todo pero realmente extrañaba a mis compañeros; sobretodo a Grissom, él me había dado una oportunidad hace tiempo y así le pagaba... quedándome sola en mi desdicha.
Tomé una ducha, me alisté y salí. Saludé al conserje del edificio a quien pocas veces había visto. Tomé un taxi hacia el laboratorio. Estaba nerviosa y pensaba en las reacciones que tendrían cuando me vieran entrar por la puerta principal.
Llegué casi a las diez (n/a; no sé a qué hora comienza el turno noche, así que lo inventaré) y simplemente entré al edificio. Trataba de no hacer contacto visual con nadie, no quería que alguien que no fuese Catherine, Sara, Grissom o Warrick me saludase. Caminé rápido hasta llegar al pequeño despacho de papá insecto.
Me planté en la puerta y golpeé.
—¡Adelante!
Tomé aire y abrí la puerta, el pescado chillón comenzó a cantar. Vaya sistema de seguridad.
—Aún tienes esa trucha colgada sobre la puerta...—decía al mismo tiempo que abría la puerta. Grissom levantó la vista y sonrió. El pescado seguía cantando su maldita canción. —¿Cuando termina?
Paró.
—Dos años, y si, aún está allí—dijo Grissom.
Me paré frente al escritorio.
—Este lugar sigue dándome escalofríos—el hecho de que Gil tuviera miles de insectos me aterraba. No eran una fobia ni nada, simplemente no me gustaban aunque no soy de esas personas que ven una cucaracha y se suben sobre la mesa.
—¿Nick pudo convencerte?
—No del todo... pasé por aquí a saludarlos y ver mi antiguo trabajo.
—Espero que vuelvas.
—Si... Yo igual.
Él sonrió y le sonreí devuelta. La puerta se abrió, volteé y me encontré con la gran sonrisa de Sara. Se veía sorprendida.
La abracé y ella tardó unos segundos en reaccionar, me devolvió el abrazo.
—No te esperaba por aquí ¿Volverás?—dijo. Y esa pregunta era la que menos me gustaba contestar. Aun tenía miedo y sentía vergüenza pero no quería que ellos lo supieran.
—No lo sé. Sentí que si quizás pasaba por aquí tendría la respuesta—respondí.
—Genial, digo, espero que sea un si—rió. —Uhm, Grissom, analicé las huellas del vaso, dos pertenecen a los miembros de la familia y una a un tal...—observó una hoja que tenía en sus manos, los resultados supuse—Kurt Scotiabank.
—Uh, hombre de negocios—dije.
Ambos me observaron.
—Scotiabank no es un apellido común. Pertenece a los del banco Scotiabank, obvio. Tienen miles de empresas y dirigen al rededor de diez bancos en distintos estados. Conocí a un sobrino del hijo del fundador del banco que está aquí en Las Vegas, todos están bañados en oro.
—¿Quieres ayudarme con esto?—preguntó Sara. —El caso es este--
—Si no les molesta ¿Pueden dejarme sólo?—preguntó Grissom. Ambas asentimos.
—Fue lindo volver a verte.
Salimos de su oficina y Sara comenzó a hablar.
—Hallaron un cadáver de una mujer en un callejón desolado. La mujer tenía joyas y dinero, tenía zapatos y vestidos caros. No tiene rastros de agresión sexual, murió de un disparo a quemarropa en la cabeza. Un hombre que duerme en ese mismo callejón la encontró, robó sus pertenencias creyendo que estaba dormida y cuando lo interrogamos las devolvió. Unos vecinos llamaron. La víctima se llamaba Michelle O'higgins, modelo, casada. Vive muy lejos del callejón. Fuimos a su hogar, aparentemente el esposo estaba de viaje.
—¿Coartada?
—Unas prostitutas.
—Debería sentirse culpable.
—Dímelo tu—dijo por ultimo y señaló a un hombre de unos cuarenta años sentado en una banca cerca de la entrada.
—¿Ese es el esposo?—susurré. Ella asintió. El hombre no tenía rastros de haber llorado, más bien tenía una expresión de terror—No creo que sea culpable.
—Yo tampoco, pero no descartemos nada.
—¿Con quién estas trabajando en este caso?
—Warrick. Lo envié al casino donde estuvo la víctima horas antes de morir.
—¿A que te referías con huellas? ¿Huellas de quien en qué vaso?
—Cómo te dije, fuimos a su casa. Una bonita mansión. Revisamos las habitaciones y una de ellas había sido usada... mucho tiempo. Tenían juguetes sexuales, cadenas y esposas. Al parecer jugaron un buen rato allí... Mi teoría es que esta pobre mujer conoció a alguien en el casino ya que su esposo no estaba, lo llevó a la mansión y se divirtieron.
—¿Y por qué la mató?
—Es lo que me falta.
Sara sonrió. Un chico de cabello castaño y despeinado se nos acercó.
—Tengo tus análisis. Adivina que estaba mezclado en la boca de tu chica con el labial—dijo él sosteniendo una hoja.
—Entonces si se divertía—respondió Sara sacando una conclusión.
—Con una mujer—dijo él.
—¿Una mujer?
—Si. Lo extraño es que el labial que ella tenía en sus labios no era el mismo que llevaba en su bolsa.
—Un momento—dije. Ambos me observaron—Tu eres el chico que ocupó mi lugar. Fred.
—Greg—corrigió él. —No sé quién eres pero es un gusto.
Sonreí.
—Bueno, Greg ¿Algo más?
—No, es todo...
—Bien—dije. Él se marchó. —Me gusta este caso ¿Crees que...?
—¿Grissom te dejará hacerlo? Si, lo creo.
—Sólo quiero hacer el trabajo de oficina, no quiero ir a la escena. Podría hablar con los sospechosos pero nada más que eso. No portaré un arma, Sara—dije. Ella me abrazó.

Ambas estábamos en el laboratorio junto a Nick, él estaba buscando huellas de otro caso aparte; se había sorprendido al verme allí otra vez. Buscamos la conexión entre Scotiabank y la víctima, solo bebieron un par de tragos en el bar del casino y luego él la acompañó a su casa, bebieron más y él se marchó a su hogar porque tendría una junta temprano; su coartada fue su mujer quien luego de saber que él estuvo con Michelle estalló furiosa, tendrán una larga noche. Las huellas familiares pertenecen a las hermanas de Michelle, una de ellas es modelo y la otra bailarina exótica pero el ADN no coincide con el que encontraron en la boca de O'higgins; y no sería nada raro encontrarlas, hoy en día cualquier cosa es posible. Y volvemos nuevamente a la extraña mujer... Nada. Warrick fue al casino y todos vieron a Michelle con Kurt, ninguna otra mujer.
Warrick entró al laboratorio con unos papeles en su mano.
—El casquillo de la bala con la que mataron a la chica coincide con el arma que hallaste en...—se quedó observándome—Amy...—caminó hacia mi y me abrazó.
—Warrick—dije devolviendo el abrazo.
—Me da gusto verte ¿Cuando volviste? Nadie me había avisado nada.
—No volví exactamente, solo estoy ayudando a Sara con el caso.
—Eso, amigo, disfrútala—comentó Nick.
Lo observé queriendo parecer furiosa, él rió.
—¿Qué tienes Warrick?—preguntó Sara.
—Cómo decía, la bala coincide con el arma que encontramos en casa de O'higgins, dicha arma está a nombre del esposo.
—Así que volvemos a él...—dije. —¿Qué hay de la chica misteriosa? ¿Algo?
—Nada—dijo Warrick—Volveré al casino.
—Interrogaré al esposo—dijo Sara.
—Y yo buscaré algo que hacer...—suspiré. Warrick y Sara se marcharon. Observé a Nick—¿Y? ¿En qué estás? ¿Encontraste huellas?
—Si, y no. Encontré una huella que podría servir y otra que requiere trabajo. ¿Me ayudas?
Asentí.
Me coloqué los guantes de látex y tomé una brocha. Tomé un vaso, pasé la brocha sobre el polvo y luego al vaso.
—No olvidaste el procedimiento—dijo Nick.
La pasé por todo el vaso y nada.
—Dame una linterna—le dije. Me dio una linterna, cambié de vaso y comencé a inspeccionarlo. —Estos vasos están limpios.
—Temo que si. Iré a procesar las huellas que hallé ¿Qué harás?
—Pasaré por ADN.
Nick se marchó con las impresiones de las huellas. Guardé los vasos como evidencia y me marché.
Fui hacia mi viejo laboratorio, observé por el cristal al chico nuevo, Greg. Bailaba mientras observaba por el microscopio, reí. Entré al laboratorio y tenía la música a todo volumen, escuchaba a Marilyn Manson lo cual me pareció grandioso. No se percató de mi presencia hasta que comencé a disminuir el volumen.
—Lo siento, Grissom es que...—se volteó—Tu no eres Grissom.
—No se necesita un microscopio para saberlo.
—Aún no sé tu nombre.
—Amanda Collins—respondí. —Antes trabajaba aquí, en este mismo laboratorio.
—Nick me dijo muchas veces "Cuida este laboratorio, la persona que estaba aquí antes que tú era muy especial". Jamás me había dicho su nombre, supongo que eres tu.
—Supongo. Nick y yo somos muy... unidos. Él me ayudó cuando llegué y le tengo mucho cariño. Igual que a todos claro—reí—pero Nick es especial.
—Si... ¿Necesitas que haga algo por ti?
—No, sólo pasaba por aquí para ver en qué manos quedó mi laboratorio.
—En estas—me enseñó sus manos y rió. —Lo estoy cuidando bien.
—No lo dudo, Greg. ¿Qué estás mirando por... allí?—señalé el microscopio.
—Oh, Uhm... encontraron residuos de distintos cristales en unas botas... Tengo que analizar cada piedrita y determinar cuál es—dijo.
—¿Puedo...?
—Si, si... claro.
Me acerqué al microscopio, observé por el lente y comencé a hablar;
—¡Diamantes!—grité—¡Somos ricos!—reí. —Y grafito... ¿Por qué diablos hay grafito?

(N/a; no sé mucho sobre minas en Nevada, así que voy a inventarlas)

CSI: Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora