dark eyes ➳ l.t

iii. hola

— ¿Y a dónde se supone que tengo que ir?

Llevaba buen rato dando vueltas por los pasillos de la academia. En uno de esos giros, una señorita se me acercó y pidió que por favor dejara de dar vuelta que la estaba mareando y que si no tenía nada que hacer ahí, me retirara.

— Es que tengo una audición.

— ¿Podrías mostrarme tu inscripción, por favor? -la estaba molestando. Era seguro.

Desenvolví el papel ahora arrugado y sudoroso gracias a mis manos. Ella hizo una mueca de desagrado y con sus largas uñas rojas me indicó que subiese las escaleras.

  — Puerta 88 a la derecha. 

80. 81. 82... Mientras más avanzaba, más tenía que cuidar mis pasos. En el pasillo se encontraban jóvenes de todas las edades. Altos y bajos. Exuberantes y despampanantes. Y es que había gente que literalmente brillaba por las lentejuelas en sus vestuarios. En serio, ¿había un código de vestimenta? A su vez, se escuchaban voces risueñas, personas estirando las piernas (y yo tratando de esquivarlas) y otras, simplemente sentadas esperando su turno.

Como aquel tipo frente a la puerta 88.

— ¿Me estás siguiendo? -el tipo levantó la cabeza y pasó sus manos por el cabello, dejando libre su frente.

—  Todos tenemos una vida luego de la escuela, Taeyong -murmuré. Ni siquiera me atrevía a hablarle.

 — ¿Señorita Moretti? –la puerta se abrió, interrumpiendo la inexistente conversación.

— Soy yo.

— Adelante.

Media hora más tarde

— Bueno, pudo haber sido peor -olvidé que Taeyong aun estaba sentado ahí, quien no se contuvo a responderme.

— ¿Qué clase de conformismo es ese? 

— Estaba nerviosa. Pude ni siquiera haber movido un pie y...

—  Eso no justifica el esfuerzo.

— ¿Y el esfuerzo de evitar que los nervios me ganen?

—  Buen punto, Moretti.

Los nervios luego de verte antes de la audición más importante de mi vida, por ejemplo. Claro, eso no se lo dije. No lo haría. Ni en mil años. Por cierto, ¿por qué aun me llamaba por el apellido?  Y yo aquí llamándolo por el nombre.

—  Kira

— ¿Qué?

—  Mi nombre es Kira -sacudí las manos y salí corriendo de ahí. Ni sabía a qué venía tal aclaración. Mientras salía, una notificación llegó a mi celular. Había pasado la audición.

¿Y por qué seguía nerviosa aún?