No ha venido hoy.
Tampoco vino ayer.
Y dudo que venga mañana.
Volteo una vez más hacia su pupitre, esperando verlo recostado como estos últimos meses. Recuerdo cuando aún me embargaba el temor de solo mirarlo, no a él, sino enfrentar su potente mirada. Ahora al menos puedo soportarlo más de diez segundos.
¿Por qué estoy preocupada? O mejor dicho, ¿por qué no estarlo? Es normal. Ha dejado de venir estos días no solo a las clases, sino a la academia. Confieso que estuve bajando y subiendo por el ascensor, tratando de al menos toparme con él en nuestro sitio habitual. No hay noticias de él y, ni Yuta y Mark muestran gran interés en ello. Suena la campana y corro a la academia en un santiamén. Hoy les preguntaré qué está pasando.
- ¿Dónde está Taeyong?
- Está resfriado -Mark termina de amarrar los cordones de sus zapatillas y se une a la charla- ¿Por qué recién preguntas por él?
- ¿Eh? Pensé que no era nada grave ya que ustedes se veían tan tranquilos.
- Nosotros quizá, y eso solo porque lo vemos todos los días, pero tú... -Mark y Yuta intercambian miradas y asienten- ¿Sabes cómo hacer un consomé de pollo?
- Un poco
- Esta noche, Mark y yo estaremos ocupados haciendo algo ¡Necesitamos tu ayuda!
- ¿Yo qué?
- Podrías quedarte cuidando a Taeyong. Solo serán unas horas. No tienes más que alimentarlo y verlo dormir -Yuta contiene una risita-. No creo que eso signifique gran problema para ti.
En efecto, no lo es. Mirar a Taeyong se había convertido en un hábito muy extraño para mí. No podía evitarlo.
- El único problema es que una chica no puede entrar a los dormitorios -Yuta me mira preocupado- ¿Y ahora qué hacemos contigo?
- No es para tanto, me pongo una gorra y paso con la cabeza gacha por el pasillo.
- No creo que sea suficiente -pronuncia un poco dudoso-. Creo que mejor te acompañaré hasta la puerta.
Esa tarde los tres nos separamos saliendo del ascensor. Mark lleva mis cosas a George, a quien ya le avisé que llegaría muy tarde también. Yuta y yo nos ubicamos sigilosamente a un costado del pasillo, para evitar encontrarnos con algún personal de la academia.
- No hay moros en la costa ¡Ve!
- ¿No dijiste que vendrías conmigo?
- No seas miedica, son solo unos pasos -me guiña un ojo-. Además, sé que no te escaparás.
No me da ni tiempo de pensar en sus indirectas, cuando me encuentro frente a una puerta oscura. Saco la llave que me entregaron hace unos minutos y la introduzco suavemente en la cerradura. Con cuidado, entro y evito que la madera emita algún sonido de la persona a quien estoy contemplando ahora.
¿Cómo puede alguien verse tan malditamente perfecto durmiendo en un viejo y minúsculo sofá?
Es una nueva escena para mí. Bajo aquel rayo de sol que se cuela tras las cortinas cerradas del cuarto, su rostro y algunos mechones que caen en este, adquieren un tono ámbar. Inclinado hacia un lado, sus hombros suben y bajan de la manera más tranquila. Así, todo él, emite un aura de ingenua inocencia juvenil. Me duele despertarlo y a la vez, arrancar esa imagen tan enternecedora frente a mis ojos.
- Taeyong -susurro.
Su cuerpo se sacude un poco y abre los ojos. Nos quedamos un buen rato intercambiando miradas. Él despertando poco a poco de su letargo y yo, tratando de controlar nuevas sensaciones.
- Kira, no quiero contagiarte. Deberías cubrirte la boca -murmura y se dispone a levantarse.
- Espera ¿A dónde vas? Tienes que descansar -balbuceo.
- Dormiré en la cama -se dirige hacia una esquina de la habitación, donde hay un camarote-. Tienes que taparte la boca, en serio -habla entre bostezos.
- ¿Tengo mal aliento? -me preocupo. Es la segunda vez que hace referencia a un cubrebocas.
- ¿Qué? No. No es eso. Olvídalo -voltea y se da cuenta de la situación-. Un momento, ¿qué haces aquí?
- Yuta y Mark salieron -encuentro un delantal y empiezo a ponérmelo-. Cuidaré de ti hoy -no tengo idea de donde salió esa frase, simplemente quise decirla.
- ¿Qué haces? -pregunta curioso.
- Un consomé ¿Dónde están las cerillas?
- Tiene hornillas eléctricas -enciende una y se pone a hurgar en un armario mediano-. Cortaré el pollo mientras tú preparas el caldo ¿de acuerdo?
- Hey. ¿No deberías estar en la cama?
Él solo me ignora y se pone a lavar y retirar el pellejo de algunos pedazos de pollo.
- ¿Qué vas a hacer? Primero tienes que esperar a que el agua hierva -me detiene con las verduras en mano.
- ¿No pones las verduras y ya?
- Para eso tienes que estar cortarlas. En pedazos largos y cuadrados.
- Ugh, está bien -digo, pero en la práctica es diferente. Recuerdo que en casa todas las verduras están picadas y solo las arrojo, junto a los demás ingredientes, a una olla. De ahí, mágicamente un plato de sopa humeante aparece en mi habitación ¿Acaso eso no es cocinar?
- Empieza pelándolas -toma una zanahoria entre sus manos y la gira lentamente-. Como si la desvistieras poco a poco ¿Entiendes?
- Sí -me sonrojo. Creo que mi mente entendió otra cosa.
Transcurren unos minutos y nuevamente me encuentro sin saber qué hacer. En medio de mi confusión, su voz acude en mi ayuda.
- Ahora divídelo en dos y haz cortes horizontales
Unos segundos más y él vuelve a indicarme.
- Ahora córtalos en líneas verticales y horizontales.
Solo se escuchan los sonidos del cuchillo contra la tabla. Algo empieza a sonar como un burbujeo. Él va y agrega una cucharadita de quién sabe qué. Seguidamente echa todas las verduras y las revuelve poco a poco. Yo ya no sé qué más hacer y me siento a contemplarlo. Se mueve con cuidado y no deja las cosas fuera de lugar. Conmigo, la cocina termina hecha un desastre. Veo como cubre un poco la olla con una tapa y se sienta frente a mí.
- Al final terminaste haciéndolo todo tú -bromeo.
- Tú también aprendiste -sonríe-. Ahora podrás cocinarme.
Otra vez no logro entenderlo ¿Está bromeando? ¿Acaso es una invitación a venir otra vez? Creo que ni él mismo lo sabe, porque empieza a mirar por todas partes.
- Bueno, creo que es hora de irme...
- Creo que estoy un poco mareado -menciona y trata de levantarse. Sin embargo, se tambalea un poco y, a duras penas, logro sujetarlo de los brazos. Su frente se apoya en mi cuello y siento un calor intenso.
- ¡Taeyong! ¡Por Dios! ¡Estás ardiendo en fiebre!
Con las pocas fuerzas que tengo, logro arrastrarlo hasta el camarote y lo acuesto. Cojo todo tipo de mantas y cobijas que están a mi alcance. Su rostro está sudando. Sé que hay un antigripal en la cocina y voy a por él. También preparo agua caliente y lo ubico cerca. Cubro su frente con la toalla húmeda y me siento a observarlo si hay algún cambio. No pasan más tres minutos cuando empieza a moverse inquieto.
- ¿Te duele algo? ¿Tienes frío? ¿Quieres más cobijas?
No pronuncia palabra alguna. Sus manos empiezan a tantear lo que encuentran a su paso, entre ello, se topa con mis dedos. Los sujeta con fuerza. Me duele un poco, pero no replico. En ese trance, lo escucho hablar en voz baja.
- Quédate.
ESTÁS LEYENDO
dark eyes ➳ l.t
FanficKira llega buscando a alguien, o con la excusa de hacerlo. Entonces conocerá a alguien que la ayudará a enfrentar su pasado.