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Viena, 1820.

Antonio no soportaba más todo eso. No aguantaba más quel dolor incesante que inundaba todo su ser. Le dolía, le dolía mucho y sabía que jamás se quitaría aquello de encima. Cargaría con ese dolor durante el resto de su vida, hasta su muerte. Y por eso, la solución era su muerte.

No podía más.

-¡MOZART!-gritó con voz trémula.

Empuñó su cuchillo y, sin pensarlo, se hizo un profundo corte en el pescuezo. La sangre comenzó a brotar. Notó cómo el dolor aparecía poco a poco.

-¡MOZART, PERDÓNAME!-gritó, con las pocas fuerzas que le quedaban- ¡PERDONA A TU ASESINO!

Realizó otro corte, esta vez menos profundo, en el mismo sitio. Ya no le importaban ni el dolor, ni la sangre. Sólo Mozart, su amado, su difunto amado, y por su culpa.

-¡LO CONFIESO, YO TE MATÉ!

Y otro corte.

-¡SÍ, YO TE MATÉ, MOZART! ¡PERDÓNAME! ¡PIEDAD, MOZART!

Notó que apenas poseía fuerzas para mantenerse en pie. Resbaló y chocó contra la pared. A pesar de todo, trató de moverse y volver a cortarse.

-¡PIEDAD PARA TU ASESINO! ¡PERDÓNAME, MOZART...!

Toc, toc, toc, toc. Unos golpeos en sus aposentos lo acallaron.

Signore Salieri, abrid la puerta!

Palpó su cuello, sintiendo la calidez de la sangre en sus manos.

-Signore, portaos bien, ¡os traemos algo muy especial! ¡Un manjar que os deleitará!

Antonio cruzó silenciosamente la estancia, pero deslizó, sin fuerza alguna en su organismo ni en su alma. Cayó sobre el fortepiano, produciendo un estruendoso y disonante acorde.

Ante esto, escuchó cómo al otro lado forcejeaban con la puerta. Hasta que, finalmente, ésta se abrió de par en par, dejando ver a sus vasallos con una clara expresión de perplejidad.

AMADEUS (Mozart & Salieri)- [PAUSADA]Where stories live. Discover now