XII

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Vale, os debo una buena explicación. Bien, pues estos 2-3 meses que he pasado sin escribir, es debido a que no encontraba ni inspiración, ni tiempo. Y ahora, del día a la noche, sí. Ayer retomé en una inesperada oleada de inspiración. Y aquí tenéis esto, que encima me he empeñado en hacer algo bonito para compensar todo este tiempo sin publicar, así que a leer.

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Salieri observaba, absorto, el ensayo de la obra de Mozart, Las bodas de Fígaro. Le maravillaba la manera en la que el joven compositor dirigía y organizaba a los músicos, bailarines y cantantes. Era realmente admirable, por no mencionar la verdadera divinidad de su música.

Entonces llegó el tercer acto. Los bailarines y las bailarinas comenzaron a danzar sin música, acatando las órdenes del emperador, según palabras del director Rosenberg. Salieri se sintió culpable, pues lo cierto era que aún no había hablado con el emperador, tal y como había prometido a Mozart que haría.

De pronto, unas risas divertidas captaron su atención. Giró la cabeza hacia el resto de músicos de la corte, que permanecían sentados a su lado, y los vio riendo entre ellos.

-¿Qué sucede? ¿De qué os reís?-les preguntó.

Rosenberg lo miró incrédulo, como si la razón fuera obvia.

-Es de risa-dijo, señalando el escenario-. Hemos estropeado la obra de Herr Mozart.

-Es ridículo-apuntó van Biten.

-Sí, es ridículo y la habéis estropeado al completo-respondió Salieri, serio-. Pero bueno, quién sabe cómo se verían las vuestras si os quitásen la música.

Sus compañeros lo observaron asombrados por la impertinencia de su respuesta.

-Tranquilizaos, Herr Salieri-dijo Rosenberg-. Al fin y al cabo, se trata de cumplir las órdenes del emperador.

-Sí, órdenes que vos decís ser del emperador.

Rosenberg pareció dispuesto a contestar algo, pero en ese momento irrumpió el emperador en la sala y todos los presentes tuvieron que ponerse en pie. Tras esto, se sentó y empezó a escuchar o más bien, contemplar la danza sin música. Todos miraban con expectación la reacción del emperador. Pasado un rato, éste comenzó a hablar por lo bajo con Rosenberg, seguramente cuestionándole hacerca de la supresión de la música. Finalmente, alzó la voz y ordenó:

-Mostradme la escena con música.

Mozart pareció realmente contento ante esta órden, y, con una euforia nada disimulada, dirigió su vista a Salieri, a quien sonrió y guiñó el ojo. Antonio trató de disimular, pues Mozart le estaba agradeciendo, aunque él realmente no había hablado con el emperador tal y como le había prometido.

Cuando el ensayo tuvo una pausa, Salieri aprovechó a marcharse. Mientras caminaba hacia la salida de la sala, miró una última vez hacia Mozart. Lo iba a extrañar. De hecho, había ido durante las últimas dos semanas a sus ensayos, sólo para poder verlo. Desde el último episodio de su declaración, no se habían hablado ni runido. Sin embargo, en los ensayos, varias veces habían cruzado miradas o sonrisas cómplices que, a simple vista no se apreciaban, pero sifnificaban mucho para ambos; mas Salieri no se atrevía a acercarse a hablar con él al final de éstos, por lo que siempre se marchaba antes. Caminó cabizbajo, y, cuando ya había cruzado la puerta de salida, sintió una mano en su hombro.

-Antonio-oyó a alguien decir en un tono de voz bajo.

Se giró y vio a Mozart ante él, quien esbozó una sonrisa al ver su rostro.

-Mozart-dijo, sonriendo también-. ¿Cómo estás?

-Bien, bien, ¿y tú?

Salieri se encogió de hombros.

-Bien.

-Me estaba preguntando si te gustaría venir a mi casa para charlar y tal.

-Claro, me agradaría mucho. Pero ven a mis aposentos, no quiero darte la molestia de tener que ordenar todo.

-Está bien, gracias.

-¿Cuándo podemos vernos?-preguntó Salieri.

Mozart se tomó unos segundos para pensar.

-Tenemos ensayo hasta las doce y media-dijo finalmente-. Puedo pasar después de comer, hacia las dos.

-Perfecto-Salieri sonrió-. Nos vemos, Mozart.

El joven esbozó una tímida y silenciosa sonrisa. Salieri comenzó a apreciar un ligero rubor en sus mejillas, pero éste se dio cuenta de ello y, avergonzado, carraspeó y se marchó rápidamente de allí.
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-¡Es indignante, es indignante!

-¿Qué ocurre, Mozart?-preguntó Salieri a la vez que cerraba la puerta y señalaba a su siervo que se marchase.

El genio de Salzburgo se sentó en uno de los sillones y resolpló fuertemente.

-El emperador. Quiere que de clases de música a su sobrina.

-¿Y cuál es el problema?

-El problema es que yo, querido Antonio, no quiero dedicarme a ello. Yo quiero componer.

Salieri rodó los ojos y se acercó a él.

-Bueno, tampoco es para tanto. También tendrás tiempo para componer. Si el emperador así lo desea..., no puedes hacer nada más.

-No lo haré-dijo Mozart, tajante.

-¿El qué no harás?

-Impartir clases a esa niña, ni a ningún otro.

Salieri rió sonoramente.

-Eres muy adorable cuando te enfadas, Mozart-le dijo.

El joven alzó los ojos, los cuales había tenido clavados en el suelo, implacables, hasta entonces. Aquello pareció despistarle y pareció olvidar su enfado.

-Oh, Antonio, no me llames más Mozart-contestó, sonriendo.

-¿Y cómo queréis que os llame, mi señor?

-No sé, como quieras. Pero eso de "mi señor", ni se te ocurra.

-¿Entonces Wolfgang?

-No, suena muy monótono.

-¿Amadeus?

-Demasiado feo.

Salieri se quedó en silencio, pensativo.

-¿Wolfy?

Mozart sonrió.

-Eso me gusta más.

Sonrieron el uno para el otro, en silencio, y se miraron.

-Te he echado de menos-susurró entonces Mozart.

Salieri no podía creer lo que oía, y sintió como si algo cálido se derritiera en su interior. Se acercó a su compañero y acarició su hombro.

-Yo también, Wolfy.

Entonces Mozart se levantó, quedando a la altura de Salieri, y lo besó dulcemente. Éste lo imitó y pasó sus brazos alrededor de su cuerpo, estrechándolo y atrayéndolo hacia sí. Y Mozart pareció enloquecer ante esto, pues agarró su rostro con ambas manos y comenzó a besarlo apasionadamente. Salieri pudo sentir toda su pasión contenida durante aquellas semanas, misma pasión que había contenido él también, y que ya no eran capaces de contener. Empezó a desprender la chupa* de Mozart y notó cómo éste desabrochaba su calzón*. A continuación, se acercó a su cama junto a él, sin dejar de besarlo ni por un instante.

*Chaqueta *Pantalón

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Yo también os he echado de menos.💞 Hasta la próxima. 👋

AMADEUS (Mozart & Salieri)- [PAUSADA]Where stories live. Discover now