XIII

408 30 66
                                    

Salieri abrió los ojos lentamente. Se estremeció al ver a Mozart a su lado, con el torso desnudo y cubierto de cintura para abajo, durmiendo. Luego, recordó lo ocurrido.

Giró la cabeza para observar el reloj de péndulo. Habían pasado dos horas desde que Mozart había llegado a sus aposentos.

Se volvió hacia él de nuevo y lo tapó hasta el cuello para que no se resfriara, con cuidado, para que no despertarlo. Pero fue en vano. Mozart se movió, abrió los ojos, lo miró, soltó un gemido y volvió a cerrar los ojos, continuando su plácido sueño.

Salieri sonrió y se quedó contemplándolo. No comprendía cómo podía haberse enamorado de alguien así. Y sí, estaba enamorado. Sentía claramente su corazón batir fuerte bajo su pecho cuando estaba con él. Y todo lo que había pasado era tan bonito... Jamás había sentido algo así por nada ni por nadie, ni siquiera por una mujer; posiblemente eso explicaría que, a los casi cuarenta y ocho años de edad, no estuviera aún casado. *Nota de la autora: esta última mención no es históricamente fiel.*

Sin embargo, había algo, una voz dentro de sí, que le susurraba constantemente que aquello no estaba bien. En primer lugar, Mozart estaba casado. ¡Tenía una MUJER! Por no mencionar que ellos dos se estaban relacionando siendo ambos hombres... Y aquello, decididamente, no era para nada normal ni acertado, según la sociedad.

¿Y si tal vez no debiera seguir con él?  ¿Tal vez no debería seguir haciendo todo esto? ¿Y si lo mejor fuera dejarlo y separarse de él para siempre? Sin embargo, su corazón le decía lo contrario.

Sus pensamientos fueron interrumpidos en el momento en el que Mozart abrió los ojos lentamente. Éstos se movieron de un lado para otro, confusos, analizando su entorno, como tratando de enfocar un objetivo, y se detuvieron ante el rostro de Salieri, quien lo miraba fijamente. El joven le sonrió. El italiano tampoco pudo evitar sonreír.

-¿Cómo estás, Antonio?

-Bien. ¿Y tú?

-Mejor que nunca.

Al decir esto último, Mozart extendió su brazo y posó su mano sobre la mejilla de Salieri. Movió sus dedos sobre la piel, acariciándola a la vez que continuaba sonriendo y Salieri lo miraba hipnotizado.

Repentinamente, Mozart borró su sonrisa y detuvo las caricias.

-¿Qué hora es?-preguntó.

-Han pasado dos horas-contestó Salieri.

-Por Dios, Stancy me espera.

Mozart se levantó de la cama y comenzó a vestirse rápidamente. Aquello recordó a Salieri que él estaba casado.

-Oh, Stancy, es cierto. Lo olvidaba-dijo.

Mozart se paró en seco. Lo miró seriamente.

-¿Te ocurre algo?-preguntó al italiano.

-Uhm, no, tranquilo. ¿Por qué lo dices?

Mozart lo observó silenciosamente durante unos segundos. Luego, suspiró y se sentó a su lado, en el borde de la cama.

-Oh, venga, Antonio. No te pongas así. Sabes que yo te quiero, pero estoy comprometido con una mujer. Podemos estar juntos, pero debo seguir adaptándome al ritmo de la familia.

-Sí, lo entiendo, Wolfgang. Y no me hallo celoso, ni mucho menos. Simplemente hay veces en las que siento que esto no es correcto, pues tienes una mujer que te ama y te aguarda con ilusión.

-¿Y tú? ¿También tú me amas irrevocablemente y me aguardas impacientemente, Antonio?

-Salieri tragó saliva.

-Sí, pero un matrimonio es algo diferente.

-Venga ya, ¿entonces qué importa? ¿Acaso es más fuerte una unión realizada por simples hojas de pergamino que por un amor casto y puro?

Salieri calló. No supo qué decir.

-El matrimonio es más que una unión por papeles; es un enlace profundo con quien amas y con Dios, quien te ama.

-¡Oh, venga ya, Antonio!-Mozart resopló.

-¿Vos no amáis a frau Mozart?

-No me hables de 'vos', Antonio. Y sí, no puedo negar que me gustan también las mujeres, y que estuve enamorado de mi esposa en su día. ¿Qué sucede? ¿Tú nunca has amado a una mujer?

-Wolfgang, por favor...

Se hizo el silencio por un momento. Esta vez, cuando Mozart habló de nuevo, lo hizo en un tono suave.

-Antonio, créeme que yo te quiero de verdad. Y quiero estar a tu lado; no soy capaz de imaginar una vida sin ti en este momento.

Salieri sonrió. Unas mariposas revolotearon en su estómago al oír aquellas palabras. Mozart también sonrió. Se aproximó a él y depositó un suave beso en su mejilla. Luego, se quedó mirando a Salieri.

-Venga, ya basta de mariconadas por hoy-dijo el italiano. Se levantó y se vistió, imitando a Mozart, que ya casi estaba preparado.

El de Salzburgo rió y caminó hasta la puerta para salir de los aposentos de Salieri. Éste último se acercó también tras terminar de vestirse.

-¿Cuándo volveremos a vernos?-preguntó el italiano.

-No lo sé, estaré componiendo mañana y ayudando a Stancy, supongo. Aunque me parece que hay una fiesta mañana mismo a la noche; quizá acuda.

Ugh, Salieri detestaba las fiestas. Pero si eran con Mozart, aún era capaz de soportarlas.

-Suena interesante-dijo-. Nos vemos allí, entonces. Pero no quiero nada de machitos agrediéndote ni situaciones del estilo.

Mozart rió sonoramente.

-Tranquilo, Antonio, eso no ocurrirá.

Salieri sonrió. Mozart era tan adorable...

-Vuelve cuando quieras, Wolfy.

Mozart ensanchó su sonrisa y se elevó un poco para alcanzar la mejilla del italiano y besarlo. Luego, se giró, abrió la puerta y salió.

Su criado apareció al rato.

-¿Puedo pasar ahora, señor?-le preguntó.

-Sí, sí-contestó Salieri.

Se giró y continuó componiendo. No pudo evitar sonreír, divertido. "Espero que antes no se hayan oído mucho los gritos."

_______________________________

Baia baia 0v0

¡Bueno, este ha sido el capítulo! El viernes fui a ver un concierto y tocaron un concierto de Mozart para arpa y flaura (os dejo un vídeo para que lo escuchéis arriba). Os recomiendo sobre todo el segundo movimiento, es precioso.

¿Desde qué país me leéis? ¡Yo escribo desde España! ❤️💛💜

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 20, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

AMADEUS (Mozart & Salieri)- [PAUSADA]Where stories live. Discover now