CAPITULO 1: LA SITUACIÓN

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La educación media puede ser la mejor o la peor época de tu vida. Para mi fue lo segundo. Era la chica rara de la escuela; todos se reían de mi, me molestaban, me pegaban, me humillaban y a veces me pegaban letreros en la espalda con la palabra "Loser". Ahí pase los peores momentos de mi vida, pero también los mejores. Al comenzar el ultimo año de preparatoria mi vida era todo un asco. No tenía ganas de despertar y menos de ir a la escuela. Mamá siempre llegaba gritando "LAUREN SE TE HACE TARDE! YA LEVANTATE NIÑA!!" A veces era gracioso tenia que jalarme de los pies para sacarme de mi adorada cama, uf! el mejor lugar en el que podía estar. El primer día no fue la excepción y a regañadientes me tuve que levantar, bañarme con desgano y con toda la calma del mundo. Y sin darme cuenta ahí estaba yo, frente a la misma escuela, con el mismo uniforme y el mismo cabello castaño sin peinar, era un caso perdido. Entré sin animo y me dirigí al salón de mi primera clase. Desde afuera el Miami Institute parecía una prisión, por dentro, para mi, lo era. Caminaba por los pasillos cuando de pronto la vi, la causa de casi todas mis desgracias, la peor de todas, la que siempre me humillaba: Camila Cabello. Como odiaba ese nombre. Al pasar junto a mi como era su costumbre me tiro los libros que traía en las manos y como siempre no dije nada y me dispuse a levantarlos, pero esta vez ella me dirigió la palabra.

-No tuviste suficiente el año pasado verdad?-

Todos nos miraban y la gran mayoría se burlaba de mi, como siempre habían dos opciones: 1- Salir corriendo al baño y soltarme a llorar, que era lo que casi siempre hacia o 2- Agacharme y no decir nada. De nuevo lo segundo. Recogí mis libros y entre al salón. Sabía que ella iba a estar ahí, dos años juntas y aun no tenia la suerte de que me cambiaran de grupo.. De nuevo hasta la esquina mas alejada de ella. Como buena estudiante que era (mas bien la mustia de la escuela) se sentaba en la banca frente al profesor de todas las materias. Por así decirlo cada quien tenía su lugar; Los Nerds hasta adelante del lado de la puerta, los fresas (como ella) alrededor de Camila, los rebeldes atrás del lado opuesto a la ventana, y yo, sola como siempre en un rincón. Había veces que envidiaba a los demás, pues si bien no eran populares, al menos no existían para ella, eso era lo que yo quería, desaparecer.

Al segundo día ya me estaba acostumbrando de nuevo a la rutina de levantar mis libros, aguantarme las lagrimas y no hablar para nada; pero en ese momento llego el. El profesor de literatura abrió la puerta y yo me perdí de nuevo en mis pensamientos, miraba por la ventana, pero no enfocaba mi vista en nada en particular, solo no quería estar ahí, como cada día de mi vida, quería salir corriendo. Correr y correr hasta que mis piernas me fallaran, correr hasta que ya no quedara nada por dar.

-Esta ocupado?-

Escuche a lo lejos, pero mi mente estaba corriendo lejos de ahí. De pronto una mano se movía frenéticamente frente a mi rostro y me regreso a mi lugar en la tierra.

-me puedo sentar?-

Me estaban hablando a mi?. Al mirarlo me quede sin poder decir nada. Aunque era un chico muy atractivo, no me interesaba. Pero que hacia hablándome? Su cabello de color castaño claro aunque un poco largo estaba perfectamente peinado. Ya tenia barba y se notaba que tenia un par de días sin rasurar, lo cual le sentaba muy bien. Levante los hombros sin interés y el se sentó a mi lado.

-Hola-

"De nuevo intentando socializar conmigo? Que se cree este idiota? Seguramente quiere molestarme" pensé mientras me daba la vuelta para darle la espalda. Después de unos minutos el me tomo del hombro.

-No hablas mucho verdad?-

Me gire para verlo, aunque termine levantando los hombros e ignorándolo de nuevo.

La apuesta (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora